Acaba de lanzar su primer libro, un testimonio desgarrador con tintes autobiográficos, que nos muestra un camino profundo de autodescubrimiento que la llevó no solo a sanarse y perdonarse, sino que a encontrar el camino a casa. Un maravilloso tapiz de experiencias, luchas y dolores para mirar las sombras y enfrentar su propio ego. “Quiero contar cómo pude salir del desierto, cómo enfrenté mis sombras, con la única finalidad de que mi experiencia pueda ser de utilidad a alguien más”.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías de Javiera Díaz de Valdés
Susana Huerta está sentada. Tiene los ojos claros como el día y la boca pintada de rojo carmesí, furioso, como la rabia contra el mundo que la consumió durante mucho tiempo. Hoy día no lleva puesto en su cuello el camafeo, donde guarda un mechón de pelo de Emilia, su tercera hija, que se suicidó hace casi ocho años. Hoy tendría veintidós.
Hija de un padre ausente y una madre que nunca estuvo emocionalmente disponible, creció a su suerte o, mejor dicho, se esculpió a sí misma con las herramientas que tuvo a la mano. Tiene puesto un vestido azul, que resalta su piel marfil y, en la mano, un libro, su primer libro. Su contenido obedece a las ganas de que el mundo sepa cómo renació de las cenizas luego de un pasado tormentoso, cómo, a pesar de todo lo vivido, y a través de un largo proceso de autoconocimiento y sanación, se liberó de sus ataduras, etiquetas y creencias limitantes.
“Mi único propósito es poder llevar un poquito de luz a quienes están experimentando una vida con muchas nubes y tormentas. Quiero contar cómo pude salir del desierto, cómo enfrenté mis sombras, con la única finalidad de que mi experiencia pueda ser de utilidad a alguien más”.
Como dice su amiga Verónica Skewes, “la historia de la Susi es su reflexión sobre lo que pasó, por qué pasó y para qué, que son los elementos necesarios para empezar a construir una existencia sólida y pellizcarle a la vida esa felicidad que todos perseguimos”.
El camino fue largo, igual que el trabajo interno que se obligó a hacer para enfrentar sus demonios y que fue sorteando con valentía, aun cuando ella misma se sentía un monstruo.
Profesora, coach, directora de Global Virtual Village, dice con calma que eso no la define en absoluto. “Me di cuenta de que no era la Susana, de que no era este personaje”.
¿Y quién es Susana?
Una hija de Dios, pero no del caballero de barba blanca. Soy amor y me pongo a disposición de los procesos de búsqueda de las personas. Tú lo dijiste: dar y recibir es lo mismo. No hay herramienta más poderosa que ponerte a disposición del trabajo de otros.
Contar su historia fue duro, durísimo. “El libro me llevó al detalle, pero eso fue horriblemente precioso, porque al escribirlo me di cuenta de que ya no tenía pena. Lloraba por la emoción que me provocaba la felicidad de ya no tener pena ni rencor”.
En sus páginas están, sin anestesia alguna, pasajes de dolor y angustia ante los abusos reiterados, el desamor y el abandono, que no solo gatillaron en ella un fuerte desapego a la vida, sino que la sumieron en un espiral de autodestrucción que solo podía anestesiar gracias al alcohol y los sicotrópicos.
Los recuerdos de infancia que estaban bloqueados resurgieron con una fuerza arrolladora que le gatilló una neurosis regresiva y tuvo que ser internada en un hospital siquiátrico. El mismo en el que estuvo su hija Emilia, muchos años después.
A los dieciséis se fue de su casa. La relación familiar se había hecho insostenible, tanto así que dos años después demandó a sus padres por pensión de alimentos.
Su vida universitaria peregrinó entre pensiones, casas de amigos y trabajos de verano para poder mantenerse; “soy hija de la contención de mi grupo de universidad”, declara. Ellos la llamaban cariñosamente, “la doctora Jaspers” —en alusión al siquiatra y filósofo alemán Karl Jaspers—, porque siempre citaba a grandes personajes de la sicología y parecía ser una infinita fuente de saber.
¿Pudiste sanar la relación con tu madre?
Sigue siendo dura y muy rígida, no quiere leer el libro, se niega, se amurra.
EL PODER DE LA VULNERABILIDAD
En el camino aprendió mucho, absorbió mucho, quiso hacer suyas las enseñanzas de sabios y maestros para canalizar todos esos aprendizajes hacia otras personas: Estanislao Bachrach, John Bargh, Marián Rojas Estapé, Mario Alonso Puig, David R. Hawkins, Nazareth Castellanos, Joe Dispensa, Robin Sharma, Eckart Tolle, Mihály Csíkszentmihályi. “Autores que explican de forma magistral el poder que tiene nuestra mente para destruirnos o para llevarnos de regreso a casa”.
Comenzó a hacer mentorías a emprendedoras en la Municipalidad de Viña, para más tarde crear su propia empresa de formación de emprendoras en economía circular, además de ser coach del programa INCUBATEX de México.
Dentro de los múltiples programas impartidos, el que le hace más sentido es la Gestión de Prioridades debido a la urgencia actual en la sociedad. “Hay gente que está desesperada porque le faltan horas al día, que empezó a entender que no controla sus emociones, o que está cansada de estar cansada o ya se hartó de estar molesta, o se “chateó” de estar triste. Y ahí está la gestión emocional, que es sumamente profunda porque es mucha neurociencia. Mis programas son un acompañamiento hacia tu verdadera identidad”.
“Son mis propios alumnos, mis coachees, quienes me han permitido que yo llegue a palpar mi vulnerabilidad, esa que tapé por tanto tiempo con un saber aplastante, porque me sentía bien cuando sabía más que los otros. Y me di cuenta de que la verdad era mucho más sencilla: que el hecho de quererme no era por lo que decía, sino por lo que hacía en mi vida. Y cuando entendí eso sentí como si me sacaran la atmósfera de encima. Fue muy liberador empezar a caminar reconociendo mi ego. Y ahí nació este libro, cuando me di cuenta de que las personas no querían más teoría”.
“El ego te identifica con tu personaje. Cuando dices soy así, estás poniendo una barrera y te estás centrando en las diferencias. Eso es crear guetos y ¡nos quejamos de Hitler!”.
“MUJER, CUÁN VALIOSA ERES”
“Hazlo de una”, le dijo su hijo Pedro cuando Susana le comentó la idea de escribir un libro acerca de su propia historia. “Jamás pensé que sería posible. Pero así como yo fui contenida por personas maravillosas que estuvieron conmigo en los momentos más difíciles, ahora quiero estar presente en la vida de todas aquellas personas que sienten que debe haber otra forma de vivir en paz y en plenitud».
Hace una pausa.
“Me di cuenta de que la teoría no le sirve a nadie, que tenía que llevarla a la práctica. ¿Cómo? Contando, literalmente, mi vida. Para mí fue importantísimo poner en el libro mi historia para trascenderla. Para que los lectores entendieran que cuando estás más sumido en el dolor, te estás odiando más a ti”.
“No fue hasta que me puse yo misma en la posición de aprendiz de mi propia creación metodológica, cuando solté mi pretensión de control, cuando comprendí que no era a través de mi dimensión mental que lograría cambiar, y solo entonces se produjo el milagro. Cuando dejé de escuchar la voz del ego, después de más de dos años de meditación diaria, fue cuando comencé a escuchar la voz de mi espíritu, de esa parte divina que habita en mí desde siempre. El cambio se inició cuando empecé a quererme. De mirarme al espejo y decir “mujer, cuán valiosa eres”.
“En la práctica, hoy en día el conocerse a sí mismo siento que es una herramienta, no es una invitación. O te conoces o te vuelves un esclavo. Creo que ahora es requisito sine qua non para poder habitar esta era digital. Es urgente. En este proceso de reinvención laboral, de habitar nuevos espacios, nuevos softwares y aplicaciones, estás en la necesidad imperiosa de subirte al carro de la tecnología que nos lleva a no entender lo que nos está pasando con ella. Perdemos la capacidad de contemplación, de creatividad, la capacidad de observar afuera y adentro, de conectarse con uno mismo”.
No es fácil
Claro que no es fácil. Cuando te asomas al abismo lo evitas a cualquier precio, como dice Jung, “no hay nada más aterrador que el viaje hacia tu interior”. Porque no quieres pasar por el proceso, sino que quieres la recompensa inmediata, quieres la receta, quieres los diez pasos. Siempre estás buscando una técnica, una fórmula que te haga pasar por este trago amargo rápido. A mí me gusta entender esto desde el libro Un curso de milagros, en que se habla de la memoria del presente eterno. Pero para eso tienes que silenciarte.
“Los seres humanos tenemos la sensación de que tenemos que aprender algo, de que el mundo nos tiene que enseñar. Pero el mundo no te tiene que enseñar nada, tú te tienes que ir hacia adentro, tienes que desaprender y encontrarte contigo. Si no sacas el “hacer” no vas a entrar al “ser” y una vez que estás contigo empieza el camino de verdad”.
LA NOCHE MÁS OSCURA
Tiene cuatro hijos que la admiran más que a nada en el mundo: Isidora y María José (24), Emilia (22) y Pedro (18). Dueña de una risa eterna, le encantan los atardeceres y el color violeta, tanto como estar sola y, desde ahí, pensar y meditar. Reconoce que cada vez está leyendo menos “porque llegué al punto en que prefiero escudriñar mis recovecos”, aunque en su mesa de noche descansan libros de Jiddu Krishnamurti.
¿La noche más oscura?
Esa noche del 13 de abril del 2016. Cuando se tiró la Emilia del balcón, iba con los brazos cortados, ella iba a la segura. Al llegar al edificio, estaba tendida en el piso tapada con una frazada. Me acurruqué con ella bajo esa frazada buscando pulso por si acaso, mira qué loca, buscando el pulso… Ahí se apagó.
¿Qué se apagó?
Una parte de la Susana. Porque ver el cuerpo de tu hija sin vida es una experiencia muy límite. ¿Por qué?, me preguntaba; ¿por qué?, le preguntaba. Sentía que me arañaban por dentro. Enfrentar a mis hijos fue muy duro. Contarles fue peor que la misma muerte. Fue una noche larga, sin posibilidad de dormir, la amarga noche.
¿Te culpaste?
Todo el rato. Con ella siempre fue una negociación. Y me culpo porque recuerdo perfecto el minuto en que dije: me doy, Dios, que se haga tu voluntad.
“No pude entender su dolor o, más bien, no quise ponerme en su lugar. Jugué el rol de mamá y fallé. La quería para mí, quería sentir su piel, su abrazo, su presencia física a cualquier precio. Pero nada de lo que había estudiado ni lo que había vivido me sirvió para ayudarla. Ni saberes, ni experiencia, ni oración, ni negociación alguna pudieron detener su decisión”.
“Ella fue mi más grande maestra. La Emi no alcanzó a cumplir los quince años. No quiso. Le dolía el dolor del mundo. Y en el proceso de todas las internaciones siquiátricas por intentos de suicidio, ella dibujó su mundo interior”.
Justamente son esos dibujos los que hoy ilustran su libro y que sacó de una caja que tenía guardada. “La agonía de esos dibujos reflejan esta oscuridad por la tuve que atravesar durante gran parte de mi vida”.
Si volvieras a nacer, ¿qué cambiarías?
Absolutamente nada, aunque me duela decirlo.
“Este libro es mucho más que una relación personal de mi mamá, es un viaje de autodescubrimiento, un recordatorio del poder que tiene el perdón, un testimonio de la fuerza interior que todos poseemos y a través de sus palabras se nos invita a reflexionar sobre nuestras propias experiencias y a encontrar esa luz en medio de la oscuridad y abrazar la vulnerabilidad como contención y fortaleza.
Estoy profundamente orgullosa de la valentía con la que mi mamá narra y comparte su historia, inspirando a otros a encontrar el camino de regreso a casa a reconectar con su esencia y a vivir en armonía consigo mismo y con los demás. Tengo el privilegio de tener a esta increíble mujer como mi mamá.
Su capacidad para transformar el dolor en crecimiento, la rebeldía en comprensión y el miedo en amor es un ejemplo que quiero vivir siempre”. Isidora Duarte.
¿QUIÉN ES SUSANA HUERTA?
Profesora de Historia y Economía.Coach de Metodologías Ágiles.
Diplomada en Gestión de RR.HH. de Mercado de Capitales, de Gestión de Proyectos en Metodologías Ágiles y Economía Circular.
Alumni en Transformación Digital en el MIT.
Directora de Global Virtual Village