Le gustan los colores fuertes y pintar temprano con música clásica, ojalá Haendel o Beethoven. Las pinceladas, las transparencias, el contraste de las ciudades y el cielo, las superposiciones. De todo eso trata su obra. “Trabajar de lunes a lunes, 24/7, solo eso te hace ser un gran artista. No errar, trabajar, pintar, dibujar, bocetear”. En estas páginas, tres décadas de trayectoria.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías Andrea Barceló
Pinta con la soltura que solo dan los años de oficio. Con la pasión y vehemencia del primer día. Su paleta de colores es intensa, como sus ganas de pintar. “A través de los años he aprendido a manejarlos, a ver dónde quiero que vibren, dónde quiero que contrasten, que profundicen un sector de la obra”.
¿Un pintor nace o se hace?
Uno puede nacer con más facilidades que otras personas, pero también se puede “hacer” a través de la disciplina y la constancia. Hice clases durante diez años y soy una convencida de que si uno está dispuesto a aprender, observar y mirar, también puede dibujar y posteriormente pintar. Todos podemos hacerlo, depende de la prioridad que le asignes tú.
¿Qué te inspira?
Me fascina dibujar, me fascina pintar, me fascina seguir investigando, estudiar sobre ciudades distintas. Me encanta cuando algunas parejas me piden cuadros de barrios específicos donde vivieron. Me inspira crear mis propias ciudades, con edificios de estilo francés, con helicópteros que recorren los espacios, ciudades alegres, con colores.
¿Cómo definirías tu obra?
La defino como una obra completa. Creo que el haberme especializado en figura humana me llevó a una obra cuyos pesos visuales, la composición y color, están muy bien compartidos y aplicados. Mis cuadros tienen profundidad, tienen ciudades de diversa arquitectura que puedes recorrer, volver, salir y entrar de la obra.
Macarena no solo pinta sobre telas de algodón o lino. “Tengo una línea de pintura en volumen. Bandejas, chanchos, botellas. Cuando uno está inspirado, el soporte pasa a segundo plano, porque la obra es la que habla”.
¿Qué te provoca un lienzo en blanco?
Ansiedad. Para mí es un desafío nuevo, entretenido. Me encanta.
“QUIERO TRASCENDER”
“Cuando era chica iba a mi casa la Cuca Burchard, una ceramista, escultora y pintora maravillosa que pintaba platos de cerámica con mi mamá. Y eso me marcó mucho. Tengo un cuadro de ella en mi pieza y hasta el día de hoy hay platos pintados por ambas en mi casa”, comenta.
¿Quiénes fueron tus grandes maestros?
Monet, Manet, Renoir, todos los impresionistas me han matado siempre, cada vez que puedo voy al (museo) D’Orsay. Picasso me atrae sobremanera, encuentro muy atractiva esa vehemencia suya. También me gusta Rodin y la Rebeca Matte, ídola ella. De los vivos que me han ayudado: Mario Toral. Es un pintor muy solidario. Me siento muy acompañada con sus consejos. Benjamín Lira, Benito Rojo, Samy Benmayor son tremendamente acogedores.
¿Qué buscas lograr con tus pinturas?
Quedar satisfecha, contenta con la obra terminada. Me encantan los volúmenes, las transparencias y todo el recorrido, porque esto es un trabajo por capas en una sola tela. Lograr eso es muy entretenido. Y por supuesto, que me reflejen. Quiero ser un artista que trascienda en el tiempo.
¿Alguna obra tuya que haya quedado en la retina?
En estos treinta años pintando, entre mis favoritas, está Ciudad escondida, que es reciente y 4 de marzo, una obra que me costó mucho terminar y concentrarme en ella, porque fue justo antes de la muerte de mi papá. No las he vendido y no pienso hacerlo. He tenido el gusto de quedarme con ellas.
¿Lo más ingrato de ser artista?
Al principio es difícil, todo cuesta, cuesta darse a conocer, ordenarse con la plata. El arte no es un tema de moda, el público no es tonto, sabe perfectamente si un artista ha estudiado en término de pesos visuales, de aplicación de color, de composición, de dibujo. Y eso lo compra.
¿Consejos?
Que se dediquen a estudiar, que sean libres, que no salgan de la universidad tan encajonados. Cuando uno pinta libre, espontáneamente, y como ya tienes incorporado los estudios del color, la composición, la figura humana, el cuadro queda redondo y se vende solo.
¿Planes?
Miles, soy soñadora, estuve hace dos años en París con una carpeta de grabados para mostrarlos en galerías y más tarde volví con dos de mis obras que actualmente están expuestas en un par de restoranes en Place Des Vosges, la plaza más antigua de París. Me gustaría entrar al mercado parisino, irme un par de meses e instalarme a trabajar allá.