Furia contra la máquina

Por Marcelo Contreras

RECURSOS INHUMANOS. NETFLIX.

Alain Delambre es un parisino de cincuenta y siete años, desempleado desde que tiene cincuenta y uno. El deteriorado departamento que comparte junto a su esposa evidencia la baja en la calidad de vida. Deprimido e irascible, Delambre consigue trabajos ocasionales tras haber sido jefe de recursos humanos la mayor parte de su vida profesional. En un empleo ocasional un jefe lo insulta, le da una patada y Alain replica con un certero cabezazo.

Demandado por agresión, el mundo de Delambre se cae a pedazos hasta que postula a un cargo como el de antaño. Un empresa aeronáutica desarrolla un juego de roles que Delambre deberá supervisar junto a una joven candidata con quien compite para el puesto, en busca de un gerente capaz de despedir a miles de operarios. Puede estar un poco viejo y oxidado, pero Delambre ha movido hilos para asegurarse el trabajo, hasta que se entera que la prueba es una farsa en la cual no tiene oportunidad alguna. La desesperación y el resentimiento le llevan a urdir un plan para poner en jaque a la poderosa firma.

Basada en el libro homónimo de Pierre Lemaitre, que en 2013 ganó el reputado premio Goncourt entre otros galardones, Recursos inhumanos está protagonizada por Éric Cantona, “el último futbolista rockstar” según el ex Oasis Liam Gallagher, astro en el Manchester United en los noventa, y famoso por sus malas pulgas. Un crack que a la par de sus espectaculares tantos golpeaba rivales, árbitros y aficionados. Se retiró cuando apenas tenía treinta años para dedicarse a la actuación entre distintas actividades.

Cantona interpreta a Alain Delambre como un antihéroe, un tipo de luces, sombras y contradicciones. Discursea sobre el valor y el amor por la familia, pero está dispuesto a arriesgar a su esposa e hijas en situaciones límite. Manipula, agrede, se victimiza, y a la vez es astuto para exponer mediáticamente las injusticias de un sistema que desecha sin miramientos a trabajadores calificados. Hay una crítica social con un personaje verosímil de moral acomodaticia, donde el fin justifica los medios para enjuiciar al frío mundo corporativo.