En una maravillosa casona restaurada de 1865, Villa Victoria sorprende por preservar el pasado glorioso de la Ciudad Puerto de una manera lúdica y entretenida. Reconocido por ser el primer museo interactivo e interpretativo de Chile, desde el 2014, se ha encargado de contar no sólo la historia y su conexión con el presente, sino de enseñar por qué Valparaíso es Patrimonio de la Humanidad.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés
Al comienzo de Av. Washington en Valparaíso se encuentra una casona blanca muy bien conservada. Por fuera pareciera ser una más de las casas del barrio, pero en su interior lleva un gran secreto. Al abrir sus puertas nos da la bienvenida, con un precioso traje de época, María Victoria Valdovinos, dueña y fundadora de Villa Victoria, el primer museo interactivo e interpretativo de Chile, y donde en cada rincón se podrá encontrar parte de la historia de la Ciudad Puerto.
“Con mi marido, Kenneth Pugh, venimos de familias de inmigrantes ingleses y españoles que llegaron a Valparaíso. La puesta en marcha de Villa Victoria la hice junto a él y acompañados de nuestros cuatro hijos. Fue un proyecto hecho en familia y es nuestro legado para las futuras generaciones. Luego todos volvieron a retomar sus actividades y, entonces, yo seguí adelante con este proyecto”.
“Todo parte así… me crie en San Javier, en una casona colonial cerca de Talca, donde toda mi vida escuché hablar de lo grandioso e importante que había sido Valparaíso. Con los años descubrí un interés por la restauración y las antigüedades, y cuando me casé con Kenneth nos dimos cuenta de que era una pasión común. Por años buscamos una casona, hasta que llegamos a este lugar”.
En cuanto a reconocimientos, Villa Victoria obtuvo el Premio Juana Ross de Edwards (2014), distinción más importante entregada por la Ciudad de Valparaíso por el rescate patrimonial. El Premio Ciudad de Fundación Futuro (2014), por su aporte a la educación y conocimiento de la historia del puerto patrimonial; y el premio de turismo, Aporte Ciudad, entregado por SERNATUR (2015).
RESTAURACIÓN
“Esta casa estaba totalmente abandonada, llena de basura y escombros, pero a pesar de su deterioro logré ver un gran potencial. Hoy está convertida en lo que yo imaginé, gracias al trabajo no sólo de mi familia, sino que de arquitectos, profesionales y personas de la comunidad que trabajaron bajo el concepto de kilómetro cero, durante quinientos días. Y con pocos recursos, pero con mucha pasión y perseverancia, se ha mantenido estos años”.
Todos los muebles del museo fueron restaurados o construidos en su propio taller por carpinteros de la zona. Y los mesones de lenga del emporio, que representan los almacenes de 1900, fueron teñidos a mano por María Victoria a partir de cáscaras Nogal. “Al comienzo del proyecto integramos alumnos de la carrera de Restauración Patrimonial del DUOC Valparaíso, quienes decaparon las capas de pinturas de las paredes, puertas y cielos y dejaron su sello en todas las maderas”.
En el proceso de restauración descubrieron que esta casona de 1865, originalmente, fue de doña Mercedes Alvares, quien se la dejó en herencia a su hija Blanca Vergara, por eso se encontraron en varias puertas y en la fachada las iniciales BV. “Se habla mucho de José Francisco Vergara como el fundador de Viña del Mar, un hombre sin duda brillante, pero también tuvimos grandes mujeres detrás como doña Dolores Pérez y Mercedes Alvares, quienes, con una visión de pasar los bienes a las nuevas generaciones, cuidaron mucho sus tierras y propiedades”.
“Los Vergara luego la vendieron, en 1925, a una familia de inmigrantes españoles, y ellos abrieron la Panadería Barcelona, que abasteció al barrio por más de cincuenta años. También vivieron aquí las familias Barrera, Olfos y Pulido, a quienes compramos la propiedad. Esta es una casa que se hizo en distintos periodos, la zona de la panadería es la más nueva, pero tuvimos que recrear todas las baldosas de la época, ya que estaban totalmente destruidas. El horno hasta hoy es el original (1915), tiene seis metros de profundidad, funciona perfectamente y lo usamos para los talleres con los colegios”.
LUCES Y SOMBRAS
“Esta casa tiene una fuerza tremenda, porque ha resistido los grandes terremotos y momentos más difíciles de Valparaíso. Villa Victoria, al igual que la ciudad, ha tenido sus luces y sombras. Tras nuestra inauguración captamos el interés de muchas personas que llegaban por ‘el boca a boca’, especialmente colegios y embajadas. Tras varios exitosos años, llegó el estallido social y la pandemia y fue imposible recibir público. Las propiedades de estas características necesitan mantención constante y, en esos tres años, las baldosas y muros se deterioraron por las napas subterráneas y nos inundamos por los techos… pensé que era el fin, pero decidí seguir. Como somos un museo privado comenzamos desde cero, a reparar, a limpiar, a pulir baldosas. Abrimos nuestras redes sociales y empezamos a captar público que antes no nos conocía. Ver todo el interés y los nuevos visitantes, principalmente niños y jóvenes, fue esperanzador”.
“Si conoces la historia de Valparaíso, sabrás que es una ciudad que se sabe levantar. Por eso hago un llamado a que las personas de la Región de Valparaíso, y sobre todo colegios, visiten Villa Victoria por lo menos una vez en su vida. Que se empapen de la historia y no abandonen nuestro patrimonio, que no tengan miedo de visitarnos. Nuestro museo es muy seguro, de fácil acceso, y atendemos a puertas cerradas. Cuando la gente se esconde por miedo le da espacio a la delincuencia, a la basura en las calles. Hay que volver a darle vida a la ciudad”.
María Victoria nos cuenta que, actualmente, se encuentran en “una etapa 3.0”, donde además de las reparaciones han incluido tecnologías, como son las presentaciones audiovisuales, los juegos de luces y las “salas que hablan”, con una voz en off que va relatando un tema específico, sin necesidad de un guía.
Existen diferentes programas, todos con reserva, para colegios (desde cuarto básico a cuarto medio), universidades, grupos (mínimo cuatro personas), cruceros (en inglés), empresas, etc. “Este año lanzamos recorridos, dos veces al mes, sin mínimo de visitantes, para que quienes no tengan un grupo puedan visitarnos. Pero nuestro fuerte son los colegios, las futuras generaciones. Tenemos entretenidos talleres, para cada malla curricular, donde podrán trabajar los procesos productivos u oficios de la época, por ejemplo: creación de jabones, elaboración de mantequilla o mermelada, teñido de telas, uso de herramientas del bodeguero colonial, etc.”.
ENTRE TETERAS
Para los recorridos hay distintas salas (como Los Inmigrantes y La Colonia) que incluyen líneas de tiempo (realizada por historiadores), infografías, mobiliario, vestuario y piezas únicas, como el primer farol a gas de Valparaíso, una cámara fotográfica hecha en esta ciudad por Hans Frey., la réplica de la imprenta del diario El Mercurio o una réplica miniatura del Beagle, embarcación que trajo a Charles Darwin al puerto en 1834. Además de otras sorpresas que sólo se pueden descubrir en las visitas en vivo.
También destaca la Sala de Herramientas, que sorprende no sólo por la gran cantidad de piezas, sino porque todas se siguen utilizando hasta estos días. Aquí conocerán los oficios vitales de la época como el herrero, el zapatero o el tonelero, por ejemplo.
Y el final perfecto es en Entre Teteras, donde además de escuchar la historia del té en nuestro país se puede conocer el emporio del pasado y del presente. Para saber qué se comercializaba en el siglo XIX y lo que podemos encontrar en la actualidad de la mano de mujeres de la región, artesanos y emprendedores locales. “Conocerán, por ejemplo, la historia de María Graham, escritora e ilustradora inglesa que llegó a una sociedad chilena que tomaba mate y descubrirán cómo nos fuimos transformando en uno de los países que consumen más té del mundo… y por supuesto, probarán ahí mismo exquisitos tés de producción local en vajilla antigua. Prontamente abriremos una nueva sala: Mujeres de Antaño, donde nuestras visitantes podrán usar los trajes del siglo XIX y sacarse fotografías. Con el pago de esa actividad podremos seguir ayudando a personas de escasos recursos a que nos sigan visitando”.
“Hay que mostrar el pasado sin olvidar el presente. Por eso tenemos algunas colecciones antiguas (donadas por terceros o familiares) y otras fabricadas, es decir, réplicas. Nosotros hablamos de un museo interactivo porque es un término que se entiende mucho más, pero en realidad es una casa de interpretación del patrimonio, un híbrido entre un museo y una casa de espectáculos. Lo importante en esto no es sólo la pieza, sino el efecto que produce en el visitante. En ese recorrido lograrán entender por qué Valparaíso fue nominado como Patrimonio de la Humanidad, ya que experimentarán cómo fue para esa época el desarrollo temprano de la globalización. Un puerto líder en las rutas del Pacífico Sur y que lo hizo famoso mundialmente”.
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Av. Washington 33, Valparaíso
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