Vela Mujeres: la escuela náutica que impulsa a mujeres a navegar en Quintero

Con sólo veintiocho años, la bióloga marina Consuelo Guevara impulsa Vela Mujeres. Una escuela náutica creada para abrir el mundo de la navegación a más mujeres, formando comunidad, confianza y amor por el mar desde el Club de Yates de Quintero.

Por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés y gentileza entrevistada

 Desde niña, María Consuelo Guevara González siempre sintió fascinación por el mar. Su infancia estuvo marcada por el surf, el buceo y una curiosidad infinita por la vida marina, lo que, más tarde, la llevó a estudiar Biología Marina. Hoy, a sus veintiocho años, es fundadora y capitana de Vela Mujeres, una escuela náutica que funciona en el Club de Yates de Quintero y que busca abrir el espacio marítimo a más mujeres. Su proyecto combina enseñanza, ciencia y contención emocional. Un lugar donde las alumnas no solo aprenden a navegar, sino que también descubren una red de amistad, confianza y empoderamiento.

“Siempre me llamaron la atención los veleros. Los veía como algo lejano, inalcanzable. Un día le propuse a mi papá que aprendiéramos a navegar, nos inscribimos en un curso de Patrón de Bahía y ahí partió todo. Él compró un velero —el mismo con el que hoy hago clases— y comencé a navegar cada vez más. Es muy especial para mí haber recibido su apoyo y ahora es una pasión que compartimos”.

BIENESTAR Y LIBERTAD

“Sentía que faltaban mujeres que navegaran, especialmente de mi edad. De hecho, hoy soy la única socia mujer del Club de Yates de Quintero. Fundé Vela Mujeres para crear esa comunidad que yo no tenía. Un espacio donde pudiéramos encontrarnos, compartir y aprender juntas en confianza”.

¿Qué significa para ti ver a tus alumnas avanzar y superar miedos?
Es precioso. Muchas llegan inseguras, creyendo que no serán capaces de subir una vela o maniobrar el timón, y terminan dándose cuenta de que sí pueden. Ese proceso es muy poderoso; ver cómo se atreven, se relajan y se conectan con ellas mismas me llena de orgullo.

 Hay jóvenes de catorce años, que es la edad mínima para embarcarse, hasta mujeres de cincuenta. Se da una mezcla muy linda. Algunas buscan un hobby y otras, después de un divorcio o cuando los hijos ya crecieron, deciden hacer algo para ellas mismas. En ambos casos, la vela se convierte en un espacio de bienestar y libertad.

 Es una experiencia terapéutica…
Sí, totalmente. En estos tres años he visto cómo se generan espacios muy bonitos, donde las mujeres conversan, se desahogan y se apoyan. A veces llegan atravesando procesos difíciles y el mar se transforma en una terapia. Varias me dicen: “Necesito navegar, me hace bien”.

¿Han surgido amistades fuera del velero?
Sí, muchísimas. Algunas se juntan después de las clases a almorzar, otras se han hecho amigas cercanas y hoy, incluso, me ayudan como tripulantes voluntarias en las navegaciones. Se ha creado una red muy linda de compañerismo.

EXPERIENCIAS NAÚTICAS

 “Además de las clases, ofrecemos salidas de tres a cuatro horas por la bahía y paseos de día completo hasta Horcón, donde almorzamos. Son actividades abiertas, ideales para disfrutar del mar sin necesidad de experiencia previa. El velero tiene capacidad para ocho personas y siempre cuidamos que sea una experiencia segura”.

Tu formación científica también se hace presente…
Sí, claro. Como bióloga marina, aprovecho las navegaciones para hablar de lo que observamos, por ejemplo, delfines, ballenas o aves marinas. Explico sus características, su rol ecológico y cómo son indicadores de cambio ambiental. Navegar es también una forma de educación ambiental.

¿Qué especies se pueden ver frente a Quintero?
Hemos visto delfines, ballenas franca austral y ballenas fin, que son típicas de Chile. Mucha gente no lo sabe, pero desde esta zona se pueden observar perfectamente durante el verano, sin necesidad de ir al extremo sur. Esto ocurre porque la costa de Quintero se encuentra en una ruta natural de tránsito de cetáceos, donde estas especies se desplazan entre el norte de Chile y la Antártica en busca de alimento. En esta época, las aguas se enriquecen con nutrientes debido a las corrientes marinas y al afloramiento costero, lo que atrae gran cantidad de plancton y peces pequeños que sirven de sustento para las ballenas.

 Además, la existencia de refugios marinos y zonas de protección en el litoral central ha favorecido que estos animales se acerquen cada vez más a la costa, permitiendo su avistamiento desde los veleros sin necesidad de realizar largas travesías hacia el sur. Es una experiencia maravillosa ver cómo reaparecen estas especies en una zona que, durante años, fue catalogada como de sacrificio, y que hoy vuelve a mostrar signos de recuperación ecológica.

 ¿Cómo ves el trabajo de conservación marina en la zona?
Hay avances importantes, sobre todo gracias a proyectos como Capital Azul y los refugios marinos. Estos espacios permiten que la fauna se recupere. Como científica, puedo ver la diferencia. Hay más biodiversidad, especies más grandes y presencia de cetáceos. Aun así, no debemos olvidar que Quintero sigue siendo una zona con problemas ambientales y hay que seguir vigilando.

También ofreces buceo, ¿dónde realizan esa experiencia?
Actualmente en Horcón. Es una bahía tranquila, con fondo arenoso y zonas rocosas donde hay jaibas, estrellas de mar, moluscos y peces de roca. Estoy trabajando en una colaboración con un centro de buceo para ofrecer experiencias conjuntas de navegación y buceo femenino.

“EL TIMÓN DE SU VIDA”

“Cada vez más mujeres se atreven a entrar al agua, ya sea en vela, buceo o natación en el mar. Hay fundaciones y grupos en Zapallar y Concón que promueven esto. Creo que estamos rompiendo la barrera cultural que nos alejaba como género del océano”.

Además de tu trabajo en Vela Mujeres, también haces clases en la universidad…
Actualmente hago clases en la Universidad San Sebastián, en la carrera de Ingeniería en Expedición y Ecoturismo, donde imparto el ramo de Ecosistemas Acuáticos. Es una experiencia que me encanta, porque me permite compartir mi conocimiento científico y, al mismo tiempo, despertar en los estudiantes el interés por el mar y la conservación.

Varias de mis alumnas se han motivado a venir a Quintero y participar en Vela Mujeres e, incluso, este verano recibiré a mi primera practicante. Me entusiasma mucho poder vincular el mundo académico con la navegación, porque la biología marina me dio una base sólida para entender el mar, pero la vela me ha permitido vivirlo desde otro lugar. Más humano, emocional y experiencial.

Por otro lado, también creaste una línea de productos, ¿cómo surgió eso?
Fue algo natural. Empecé vendiendo cortavientos, polerones, bandanas, gorros y ropa que usamos en la navegación. Hace poco me gané un SERCOTEC, lo que me permitirá diseñar una línea de ropa técnica para mujeres navegantes, con materiales abrigados y resistentes. Es un sueño hecho realidad.

 ¿Qué significa para ti Vela Mujeres?
Es mi proyecto de vida. Nació de una necesidad personal y se transformó en una comunidad de mujeres que se acompañan, que confían y se atreven. Me gustaría que, a futuro, podamos hacer travesías más largas, incluso competir con otros clubes y seguir inspirando a más mujeres a tomar el timón de su vida.

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