Justo al frente de la icónica Plaza Echaurren de Valparaíso, este especial emporio, de 1902, volvió a la vida a través de la recuperación de objetos, muebles, rincones e historias que forman parte importante del patrimonio de la ciudad. Hoy, con una cafetería y un exquisito restaurante italiano, a lo largo de sus cuatro pisos, invita a llenarse de recuerdos y a homenajear a los inmigrantes que pasaron por allí.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés
Al llegar a Emporio Echaurren, lo primero que llama la atención son sus grandes vitrinas llenas de antigüedades con fotografías, revistas, botellas de vidrio, cajas metálicas, balanzas, maletas, afiches… cada rincón es un viaje al pasado, donde se puede apreciar la historia del puerto de Valparaíso y de famosas empresas que fueron parte importante de la historia comercial e industrial de Chile.
“Mantuvimos el nombre original del edificio como un homenaje a los inmigrantes italianos que llegaron al puerto y bajo la consigna de ser un aporte a la recuperación de los grandes inmuebles de la ciudad. Junto a los almacenes, los emporios eran los principales proveedores de Valparaíso, tanto al tránsito naviero como al público local del barrio. Se calcula que, entre 1900 y 1920, existieron alrededor de mil doscientos de ellos. Tras dos años de gran trabajo y restauración de este edificio abandonado, abrimos el local en septiembre del 2019… lo que no esperábamos es que nos tocó el estallido social, que fue otro gran desafío y, por supuesto, la pandemia. A pesar de todo ello salimos adelante y nos hemos ido reinventando en el camino”, cuenta el restaurador Tomás Elizalde, quien junto a sus socios, los arquitectos Roberto Fantuzzi y Jaime Rodillo, lideraron la transformación de este especial espacio.
Socios y amigos desde el colegio, siempre los ha unido el gusto por las manualidades, las herramientas y las ferias de antigüedades, en parte un legado familiar que siguen explorando. Por ello, de manera natural, comenzaron a realizar distintos proyectos en conjunto, entre los que destaca el Hotel Fauna y el restaurante El Internado de Cerro Alegre. Fue así que los contactó la familia Ansaldo, dueños originales del inmueble y que recibieron esta herencia de sus antepasados.
“La familia Ansaldo, como parte importante de la comunidad italiana, apostó por rehabilitar un barrio de la ciudad que se encontraba muy deteriorado. El sector de Plaza Echaurren se mantuvo casi intacto hasta los años ochenta, pero el cierre de los comercios y el terrible incendio de Calle Serrano, en 2007, fueron cambiando el panorama. Hoy hay muchos edificios abandonados, prácticamente sin residentes, por lo que esta iniciativa volvió a la vida un sitio icónico. Hoy llegan turistas y personas de todos lados a tomarse un café, almorzar o a conocer su historia”.
SE DETUVO EL TIEMPO
El Emporio Echaurren original funcionaba en una parte del primer piso, la otra mitad era una carnicería, abajo la bodega y los pisos superiores eran habitacionales, como era costumbre en la primera mitad del siglo XX. “El emporio cerró alrededor del 2004, no quedó ningún objeto original, pero se conservaron intactos sus grandes mesones de mármol y las vitrinas. Eso fue impactante, realmente se detuvo el tiempo. Prontamente clausuró también la carnicería y de ella conservamos algunos refrigeradores que cuentan también de su historia”.
Para llenar los grandes estantes y repisas de madera, estos socios, que se definen como busquillas, “cachureros” y apasionados, se dedicaron a recolectar una gran cantidad de elementos antiguos, donde llaman la atención las balanzas, una caja registradora de la época, las botellas de vidrio de distintas marcas de agua y bebida, y las clásicas cajas y galleteros metálicos, de fabricación chilena, de empresas como Mackay, Hucke y Merello, que datan de 1900.
“Al momento de decorar decidimos seguir una misma línea, por eso compramos algunas colecciones. En las vitrinas no hay ningún producto, sino que cosas antiguas. Hay muchas personas que pasan por aquí y se asombran de ver el emporio abierto, pues la memoria colectiva es muy potente. Algunos de ellos venían de pequeños a comprar abarrotes con sus papás o abuelos y sienten un cariño especial por el lugar. Por eso, nos han regalado varias antigüedades, libros, revistas, fotografías, baúles, autos de juguete, cajas de té intactas y tesoros familiares que estaban abandonados”.
En general, se trató de rescatar lo mayor posible de la estructura original. Por eso se mantuvieron los pilares y vigas de madera a la vista. Y en algunas murallas se puede apreciar el papel mural de cuando era un edificio habitacional. En el techo del primer piso asombra un gran molino que tiene una particular historia. “Este molino y el que se encuentra en el segundo piso, los compré en el sector de Queronque, entre Villa Alemana y Limache, zona famosa por el gran accidente ferroviario de 1986. Estos impresionantes molinos se encontraban al costado de donde pasaba el antiguo tren, incluso uno de ellos aún conserva su veleta original con el nombre de Valparaíso”.
Destacan también algunas fotografías de cómo era el emporio original y un gran cuadro del pintor autodidacta Eduardo Mena, quien fue famoso por retratar la vida de la Ciudad Puerto. Otro espacio interesante es el subterráneo con ladrillos a la vista, antigua bodega que hoy es utilizada para hacer fiestas electrónicas y sound system.
CIUDAD DE PIE
La idea original de Emporio Echaurren era que se mantuviera como almacén de abarrotes y productos a granel y, paralelamente, como cafetería. Esto funcionó durante parte de la pandemia para abastecer con productos de primera necesidad, pero como el barrio fue cambiando decidieron reinventarse.
Hoy el emporio cuenta con una selección de productos gourmet, principalmente italianos, como pastas, harinas, quesos, salsas de tomate, aceites de oliva, aceitunas, y algunos de producción nacional. La cafetería se mantiene (de 9:00 a 17:00 horas) con una variedad de pasteles, preparaciones dulces y saladas.
En el segundo piso está la gran novedad, ya que, en noviembre del 2022, abrió Ciudad de Pie (de 12:00 a 17:15 horas), famosa pizzería a leña y de preparaciones italianas, ubicada también en Subida Ecuador. “Para reactivar este espacio nos asociamos con Sebastián Toledo y Renato Colombo, quienes comparten nuestra visión de recuperar Valparaíso y poner en valor sus tradiciones e identidad. Esta apuesta ha sido todo un éxito, pues, diariamente, recibimos varias personas para almorzar o disfrutar de su coctelería”.
Su carta es muy variada con sabrosas pizzas a la piedra, pastas, salsas, risotos antipastos y paninis, pero también con frescas ensaladas y postres artesanales. Todo preparado con insumos del mismo emporio, que le dan un sello y sabor muy especial.
Este espacio destaca por ser una mezcla de modernidad e historia, con el gran molino de protagonista, que fue armado pieza por pieza; y entre las mesas y paredes algunos detalles muy interesantes, como una báscula rescatada de una antigua farmacia, cajitas metálicas, botellas e, incluso, un precioso bote de madera de tamaño real que fue traído desde el taller de un artesano en Cerro Polanco.
Conectada a esta sección, el cuarto piso sorprende con una gran terraza y bar, ideal para disfrutar de la preciosa vista hacia los cerros de Valparaíso y, muchas veces, de los Djs o música en vivo que alegran el salón. Aquí llama la atención un grupo de esculturas de viejos pascueros que fueron parte del famoso parque de entretenciones Mundo Mágico de Santiago, objetos recuperados que complementan esta preciosa colección, que parece más bien un museo, lleno de recuerdos y abierto a la comunidad.