Nostálgicos. Así son los collages que esta artista crea. Únicos, llenos de detalles, de fondos camuflados, texturados, que otorgan una segunda mirada, y una tercera también, conforme pasan los días. “La sicología debería usar el arte para sanar tu mundo interior, tus trancas, tus miedos, tus manías”.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías gentileza Virginia Acosta
Por estos días de cuarentena obligatoria, el departamento de Virginia —@virgi222—, se ha transformado en su propio taller. Cada mañana, se sienta en una mesa con vista a un Santiago aletargado y trabaja sin descanso. Apiladas en el suelo, desparramadas sobre el mesón, las páginas de revistas antiguas —que hablan de cultura, arte renacentista y décadas pasadas, entre miles de otras cosas— aguardan que Virginia haga su magia.
“En la cuarentena me pegué un salto cuántico”, confiesa esta uruguaya de nacimiento, pero avecindada en nuestro país hace mucho tiempo.
¿Hubo algún cambio en tus collages?
Decapité a las figuras femeninas.
No es que el collage estuviera desde siempre en su retina. No. Derivó, como todo en la vida, de una serie de sucesos. Luego de estudiar arte, se ganó una pasantía en el Museo Peggy Guggenheim de Venecia, donde estuvo dos años. Al volver trabajó en la Galería Animal. “Ahí conocí de cerca el mercado del arte nacional e internacional y cómo se mueven las exposiciones”. Tiempo después partió a Berlín, pero no fue sino cuatro años más tarde, cuando vivía en Londres, que apareció el collage en el horizonte como medio de expresión. “En Londres aluciné con algunas revistas. Ahí me explotó la cabeza. Y me dije esto hay que hacerlo y comencé a trabajar en los collages”.
¿Cómo fue ese cambio de switch?
Al principio tenía miedo y respeto al hecho de meterle tijera a un libro antiguo, pero con el paso del tiempo pensé que lo que yo hacía era darle otro significado, era resignificar, porque si no, la revista iba a estar guardada en un cajón. Mis inicios fueron románticos. Mi punto de partida fueron las revistas Para ti, que años después vine a encontrar en el persa Biobío con la fecha de mi cumpleaños. En ese minuto vivía en Berlín y me las llevé como un tesoro. Me costó abrir la revista, sacarle los corchetes oxidados, esparcir sus páginas.
LA FEMINEIDAD
El ideario femenino atraviesa toda su obra. “Todas son figuras femeninas, porque el mundo del collage, como el del arte, es infinito, entonces quería enfocarme en algo que conozco y, como soy mujer, encontré que la femineidad era un tema que podía ser explorado a través del mundo visual. Trabajo con materiales encontrados, revistas antiguas, pósteres, afiches antiguos, libros usados, catálogos de museos, que recojo, reciclo y rearmo”.
Lo de Virginia es un trabajo muy intuitivo, donde su mundo interior se vuelca en esta suerte de puzle que va armando. “Aunque uno sea quien elige las imágenes que nos llaman la atención y a las que puedo darles otra vuelta, es súper íntimo lo que pasa. Es un ejercicio, una suerte de terapia. La sicología debería usar el arte para sanar tu mundo interior, tus trancas, tus miedos, tus manías”.
¿Cómo enfrentas una hoja en blanco?
La intuición es fundamental a la hora de elegir las imágenes. Es un trabajo que te permite, de cierta forma, salirte de tu propia estructura mental y dejar que aparezcan las mejores imágenes. Por ejemplo, si quiero hacer un cuadro que me sugiera verano, es muy fácil pegar imágenes de playas o piscinas. Pero yo busco ir más allá, explorando imágenes que evoquen esa sensación, la luz, las sutilezas, los detalles.
¿Por qué no usas palabras?
Porque encasillan demasiado. El trabajar con imágenes permite que seamos artífices de nuestra propia construcción de la realidad.
¿Qué te inspira?
Es muy inspirador recibir revistas nuevas. Me encanta.
POTENCIA VISUAL
Hay una estética muy vintage en sus obras, que tiene que ver, entre otras cosas, con su estadía en Italia. “Entre los quince y los diecisiete años viví en Italia, lo que me marcó profundamente. El primer collage lo armé en mi adolescencia; esa necesidad de pegar y recrear mi mundo interior lo dejé plasmado en la puerta de mi pieza de esa época. Y también ese toque vintage del que hablas viene porque trabajo con imágenes de la historia de la pintura y con revistas de los años cincuenta y sesenta”.
¿Qué te interesa del collage?
Me interesa profundizar en su potencia visual, en investigar los modelos de representación femenina desde los inicios del arte hasta la actualidad.
“Es muy difícil que algo funcione si le estás poniendo solo cabeza”, dice Virginia. “Te va a quedar acartonado, sin alma. A través del collage es súper fácil rendirse al proceso, soltar la mente, porque también tiene que ver con el juego”.
¿Dónde está el valor?
El valor está en el oficio, en la práctica, en pegarlo bien, en ocupar los mejores materiales de conservación posible. Hay precisión, paciencia y tiempo infinitos. Hay un trabajo más artesanal y es muy interesante, sobre todo ahora que todo es rápido y digital.
Sus obras tienen diversos formatos. Usa soportes redondos, triangulares, con puntas, que escapan al clásico cuadrado-rectángulo. “Hay que explorar y hay que atreverse. Me gusta el formato grande porque le permite al espectador por un lado, tener una visión de conjunto y por otro, detenerse en los detalles”.
¿Cómo definirías tus collages?
Prefiero no encasillarlos, porque siento que están en permanente evolución.