Viena, Budapest y Praga: El Triángulo Dorado

Uno de los tours más populares del centro-este de Europa es el llamado Triángulo Dorado: Viena, Budapest y Praga. A unas pocas horas en bus o tren entre sí, las capitales de Austria, Hungría y República Checa ofrecen un panorama lleno de historia, cultura y arte. Una nueva ruta que siguió la fotógrafa Javiera Díaz de Valdés.

Texto por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés

“Austria, Hungría y República Checa se conocen como el famoso Triángulo Dorado, esto debido a que por la proximidad de sus capitales forman un triángulo en el mapa (también se conoce como Triángulo Imperial). Mi recomendación es partir por Viena, luego por Budapest, que es uno de los platos fuertes, y terminar con Praga. Hay tanto que ver que me di el tiempo de recorrer por varios días cada lugar y no fue suficiente.

VIENA: EL ENCANTO DE SISSI

Situada a orillas del Danubio, Viena es la ciudad más poblada y el mayor centro cultural de Austria. Museos, palacios, ópera y espectáculos son sólo parte de esta cuna de cultura clásica que contrasta también con arquitectura y arte moderno. Si bien no es un país muy barato, vale mucho la pena tomar los tours y packs para las atracciones. Otra de mis motivaciones para viajar aquí fue conocer más de acerca a Sissi, mi personaje histórico favorito. Emperatriz de Austria y reina consorte de Hungría, en ambos países se pueden encontrar museos, estatuas y homenajes en su honor.

Mi recomendación es tomar un free walking tour, ya que entrega información muy completa y te llevan a los principales puntos de la ciudad. En general, Viena es muy seguro y puedes recorrer a la hora que quieras. Eso sí, hay que considerar que en los museos está prohibido sacar fotos al interior y se debe respetar la norma para evitar malos ratos.

Mi primera parada fue el increíble Palacio de Schönbrunn, “el Versalles vienés”, usado como palacio de verano de los emperadores, se dice que querían imitar a los franceses. Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (1996), desde el siglo XIX atrae por sus preciosos jardines, fuentes de agua, invernaderos, esculturas, pinturas e iglesia, incluso en sus terrenos se encuentra un zoológico. En su interior hay importantes obras de arte y se pueden visitar las habitaciones, que incluyen una exposición de los trajes de Sissi.

Mi segunda visita fue al Palacio Imperial de Hofburg, el palacio más grande de Viena. Residencia de la mayor parte de la realeza austriaca, actualmente alberga al presidente de la república. Una de sus curiosidades es que se divide en varios edificios, donde está el famoso Museo de Sissi y los salones imperiales. Y justo detrás se encuentra una zona de excavación, que muestra vestigios del casco antiguo de Viena. Además, en esta área hay lugares para comer, tiendas de regalo y comercio, y la Catedral de San Esteban, que hoy es usada como centro cultural y se realizan exposiciones en su interior.

Otra parada es la Biblioteca Nacional de Austria, con más de ocho millones de documentos entre libros, manuscritos, mapas y más. Su interior es un verdadero museo y lo primero que pensé fue en la biblioteca de La Bella y la Bestia de Disney, pues hay libros en todas las paredes.

Un panorama familiar es el Museo Madame Tussauds (ubicado en el parque de atracciones Wiener Prater), donde además de encontrar las típicas figuras de cera de cantantes, personajes y actores internacionales, hay una sección dedicada a la historia europea, sobre todo austriaca. Anna Frank, Sigmund Freud, el emperador Frank Josephs, Romy Schneider como Sissi o Julie Andrews como La novicia rebelde son parte de esta entretenida exposición.

Pero eso no es todo, también visité el Museo del Mueble, que contiene los muebles que usaba la antigua dinastía de los Habsburgo. Desde cuadros, sillas, sillones, cunas, ataúdes, escritorios, camas e incluso baños. Aquí se encuentra parte del mobiliario de la película de Sissi.

Y para finalizar la visita a Viena está el Palacio Belvedere, residencia de María Teresa I de Austria y madre de la famosa Maria Antonieta de Francia, hoy es un precioso museo de bellas artes que encanta por sus jardines y variadas exposiciones.

BUDAPEST: RESCATE PATRIMONIAL

Para llegar a Budapest, desde Viena, viajé en tren. Hoy se encuentra en un plan de restauración, de rescate de palacios y estructuras que fueron demolidas o bombardeadas, principalmente, en la Segunda Guerra Mundial.

Partí el recorrido con un free walking tour desde la catedral de San Esteban, punto de encuentro de los turistas. Este lugar tiene una historia muy particular, pues aquí se conserva la reliquia más importante de la cristiandad húngara: Santa Diestra, la mano momificada del rey Esteban I, primer rey de Hungría y santo.

Seguimos el tour y el guía nos pregunta: ¿Saben cómo se compone Budapest?… originalmente eran dos ciudades divididas por el Danubio (se convirtieron en una sola ciudad en 1873). Buda es el sector cultural, donde se encuentran los barrios altos, la casa presidencial, iglesias y principales puntos turísticos; y Pest es la parte industrial, donde se concentra el comercio, los bares y la vida nocturna.

Así partimos por la Plaza de Sissi —cuentan que allí se encontraba con su amante el conde Julio Andrássy—, hacia el famoso Puente de las Cadenas, el más antiguo de la ciudad y que une Buda con Pest. Desde su construcción (1839-1849), ha sido el símbolo más representativo de Budapest. Sus custodios son los “guardianes del puente”, dos gigantescos leones sin lengua, tallados en piedra que esconden varias leyendas. Miles de turistas del mundo llegan a diario a tomarse fotografías y a dejar sus candados, tal como ocurre en París.

Desde allí hay dos opciones para visitar el casco histórico: subir el cerro a pie, a través de un parque, o subir en un ascensor turístico que vale la pena por la panorámica. Así llegamos al Palacio Sándor, que desde 2003 es la residencia oficial del presidente de la república. Aquí se puede presenciar el cambio de guardia, que además de ser muy bonito, me recordó a los trajes de Carabineros de Chile.

Al lado se encuentra el castillo o palacio de Buda, residencia histórica de los reyes húngaros, también se conoce como Palacio Imperial. Patrimonio de la Humanidad desde 1997, hoy alberga la la Biblioteca Széchenyi, la Galería Nacional Húngara y el Museo de Historia de Budapest.

En esta zona otro de los grandes atractivos turísticos es el Bastión de los Pescadores, un espectacular mirador con las mejores vistas de la ciudad. Con numerosas escaleras y paseos, recibió su nombre gracias a un grupo de pescadores que defendieron el lugar en la Edad Media. Muy cerca se encuentra la Iglesia de Matías, una de las iglesias más encantadoras de Europa, por su altar, colores intensos, ventanales y detalles arquitectónicos sorprendentes.

Al volver hacia Pest hice un tour en ferri que recorre el Danubio y la ciudad de noche. Con todos los palacios y puentes iluminados es un paseo precioso para sacar fotografías. Ya en el centro recomiendo ir a conocer los bares en ruinas: edificios con más de cien años de antigüedad, llenos de objetos recolectados y distintos ambientes con gastronomía, música y, sobre todo, mucha cerveza. El más famoso es Szimpla Kert, parte de los cien mejores bares, según Lonely Planet.

Y para despedirme de Budapest quise visitar Los Baños Széchenyi, reconocidas termas medicinales que recibe miles de visitantes, no sólo por sus propiedades, sino porque se encuentran en el Parque de la Ciudad. Sus edificios, construidos en 1913, son un espectáculo arquitectónico. La mejor hora para visitarlos, definitivamente, es al anochecer.

PRAGA: CASCO HISTÓRICO

Mi última parada fue Praga. Reconocida por su belleza, excelente conservación y patrimonio es una de las veinte ciudades más visitadas del mundo. Decidí concentrarme en el casco histórico y sus alrededores, un recorrido que se puede hacer durante uno o dos días, prácticamente, a pie.

La Ciudad Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad, tiene un encanto medieval que se nota en su arquitectura y tradiciones. Mi primera visita fue el precioso Reloj Astronómico, ubicado en la pared del ayuntamiento. Además de indicar las veinticuatro horas de día, representa las posiciones del sol y de la luna en el cielo, más otros detalles astronómicos. Con figuras animadas, que incluye el “Paseo de los Apóstoles”, y un calendario circular que representa los meses del año, es todo un espectáculo.

Luego seguí hacia la Iglesia de Nuestra Señora de Týn, conocida como la “Iglesia Escondida”. Aunque no se pueden tomar fotos al interior, recomiendo visitarla tanto de día como de noche, porque iluminada se ve maravillosa. Patrimonio Cultural por la Unesco, de estilo gótico y con preciosas torres de ochenta metros de alto, se encuentra en la misma plaza donde se instala el mercado.

Después me fui hacia el Puente de Carlos, el más viejo de Praga (que atraviesa el río Moldava). Protegido por torres y con más de treinta estatuas en su recorrido, es un paseo precioso, pero hay tantos vendedores y turistas que la mejor hora para pasar es a las 7:00 am.

Otro punto muy visitado es la Iglesia de Santa María de la Victoria, centro de peregrinación de la famosa estatua del Niño Jesús. Pero no te puedes ir de la ciudad sin visitar el Castillo de Praga, Guinness World Records asegura que es la fortaleza antigua más grande del mundo. Lo curioso que es un conjunto arquitectónico que se fue armando por pedazos y tiene distintos estilos. Construido en el siglo IX, ha sido a lo largo de su historia residencia de reyes, emperadores, presidentes de Checoslovaquia y República Checa. Aquí se encuentran las Joyas de la corona de Bohemia y en su interior está la Catedral de Praga, el convento y la basílica de San Jorge, el Palacio Real, entre otros. En este precioso parque, además, hay comercio y muchísimos miradores para despedirse de Praga al atardecer”.