Niños, pueblos y mujeres son los motivos recurrentes que Verónica Goldschmidt plasma en sus batik, que en 2007 aprendió a realizar y que hoy enseña a confeccionar a sus alumnas. En su taller, se respiran los olores y colores de esta antigua técnica.
Por Soledad Posada M. / Fotografías Sonja San Martín D.
Cuando Verónica Goldschmidt conoció el batik, se enamoró de lo amigable que era la técnica al pintar, y de la posibilidad de crear todo lo que quisiera. “Sentí que el batik era como una terapia. Tuve una necesidad de pintar casi adictiva. Me encantó trabajar con colores intensos y alegres, sumado al olor de la cera de abeja al derretirse”. Batik significa literalmente “gota de cera”. Es una técnica de pintura en género por reserva. Una combinación de tintes o anilinas para género, que se reservan con cera de abeja y cera acrílica derretidas.
Verónica pinta cuadros, cojines, estuches, y en un futuro pieseros para la cama. Entre sus motivos, destacan niños, playa, casitas, pueblitos y mujeres, femeninas y fuertes, generalmente enmarcados en caja, con marcos de albayalde, platinado envejecido, dorado envejecido o paspartú negro. También mantiene una “galería viva”, en la peluquería Urbano by Valentina, donde renueva los cuadros de su autoría todos los meses.
INICIOS
En 2007, Verónica aprendió batik en el taller de Katia Wilkomirsky, donde encontró la técnica fácil, alegre y terapéutica. Luego, pintó sola en su casa, y después del nacimiento de sus hijos, volvió a clases con Angélica Balocchi, por dos años. También, asistió a ferias y participó en exposiciones. Vende sus obras por Instagram, en @batikgoldschmidt y hace tres años que imparte clases. “Mis alumnas tienen una necesidad de crear, de pintar, de estar acompañadas y de compartir una buena conversación mientras estamos creando. Me siento realizada al poder transmitir a otros el placer de pintar batik, que para mí es la belleza de lo imperfecto”.
Uno de los objetivos de la artista es transmitir alegría a través de la simplicidad de las formas que crea, junto a los colores que se plasman en la tela, “que es mi sello”, afirma.
¿Antes del Batik habías tenido algún acercamiento al arte?
Sí, bordaba punto cruz. Hice muchísimas cosas por años, pero era lento. Con el batik cualquier proyecto se termina más rápido, y como soy de personalidad ansiosa, me encantó esa rapidez. En dos o tres clases el proyecto está terminado… genial.
¿Cómo es el paso a paso del batik?
Primero, una tela, llamada batista para batik, o cualquier tela que sea cien por ciento de algodón, se pone en un bastidor, pegada con chinches. Luego, se dibuja lo que se quiere pintar, con un elemento llamado tjanting, que es un lápiz que se introduce en una olla que contiene sesenta por ciento cera acrílica y cuarenta por ciento cera de abeja derretida. Con el tjianting se dibuja, por ejemplo, un corazón. Hay que tener presente que donde entra la cera, no puede entrar color. Después, se pinta el corazón con anilina para género color rosado, luego se seca, y con otro pincel se saca la cera derretida de la olla y se pinta el motivo con puntitos de diferentes tamaños. En este momento, se produce la pintura por reserva, porque se reserva el color rosado en cada punto. Seguidamente, se pinta encima del corazón con el color rojo, lo secas y tapas con pincel con cera. Entonces, quedará rojo con puntitos rosados. Siempre es dibujar, pintar, secar y tapar con cera.
FUTURO
¿Quiénes son tus referentes en esta técnica?
Katia Wilkomirsky, ella es licenciada en Artes de la UDEC, carrera en la que experimentó y adaptó esta técnica para pintar como lo hacemos muchas de las amantes del batik. Con ella estuve alrededor de un año en clases. Después, tomé clases con Angélica Balocchi, y me fui enamorando cada vez más del batik, por la rapidez con la que se termina un proyecto, por lo fascinante que es trabajar con colores intensos, por el exquisito olor a cera de abeja cuando enciendo la olla y por la enorme variedad de motivos que se pueden pintar. La posibilidad de crear es adictiva. Siempre tengo una idea cuando comienzo algo, pero nunca sé cómo va a quedar al terminar el proyecto. Es un enigma maravilloso.
¿En qué motivos y formatos quieres incursionar en el futuro?
No lo sé realmente. Solo me dejo llevar por mi instinto creativo, pero uno siempre pasa por etapas. Ahora, estoy desarrollando unos hermosos proyectos, los cuales me han gustado muchísimo. Estoy pintando diversas mujeres, es como una necesidad que tengo de seguir con ese tipo de pintura, porque las encuentro muy femeninas, coloridas, entretenidas y, a la vez, muestran su originalidad, serenidad y fuerza femenina.
¿Qué sientes cuando a otras personas les gustan tus cuadros?
Soy extremadamente sensible. Amo que guste a otros, por lo entretenido, alegre y diferente. Me encanta cuando las personas se quedan “pegadas”, mirando un cuadro o un cojín, y luego sonríen. Ese punto es felicidad máxima para mí.
“Me fui enamorando cada vez más del batik”.
“La posibilidad de crear es adictiva”.