Quién dijo que su silla de ruedas sería impedimento. Tras dieciocho meses, Wheel the World está dando la vuelta al mundo y demostrando que no existen fronteras para la gente con discapacidad. Los lugares más inaccesibles ahora a un solo clic.
Por Carolina Vodanovic / Fotografías Andrea Barceló A.
Cuando cursaba primer año de universidad, y por causa de un accidente automovilístico, Álvaro quedó en silla de ruedas, con un quince por ciento de movilidad en su cuerpo. Durante toda la entrevista no se detiene en eso; lo suyo es motivar desde el proyecto que hoy lo moviliza y que ha permitido —en dieciocho meses— que cuatrocientas cincuenta personas con discapacidad, hayan accedido a programas turísticos en lugares recónditos, probablemente nunca antes imaginados.
“Siempre fui súper deportista y me encantaba hacer cosas al aire libre. Cuando tuve el accidente pensé que eso iba a quedar restringido para mí, pero de a poco me fui dando cuenta de que no era verdad, que existían otras formas de hacer deporte y de recorrer el mundo… Todos los martes y jueves juego quad rugby con un grupo de personas en condiciones similares a la mía, vamos y nos matamos de la risa”.
Y es que sin duda el humor, el ingenio y las ganas le han ayudado en su proceso y hoy está ciento por ciento dedicado a un negocio que no sólo lo inspira, sino que además le hace mucho sentido. “Iba partiendo a estudiar un MBA a California, cuando un amigo, Camilo Navarro, que venía recién llegando de Torres del Paine, me dijo que debíamos ir juntos. ¡Pensé que estaba completamente loco!, que no era accesible… Me fui a estudiar y en EE.UU. tuve la oportunidad de hacer muchas actividades al aire libre, muchas más de las que estaba acostumbrado. Fue entonces que le dije que sí, y junto a otros cinco amigos sacamos pasajes y empezamos a planificar el viaje”.
Se toparon con varios impedimentos, pero los obstáculos sólo los motivaban. Nunca nadie con discapacidad había recorrido las torres y eso fue suficiente para que un grupo de empresas decidieran sumarse y auspiciar la, entonces, aventura de Álvaro. “Empecé a ver cómo recorrer las torres y di con una silla que se ocupaba para hacer paseo en cerros. No me la quisieron prestar, costaba ocho mil dólares, así que conseguimos la plata con auspiciadores, hicimos el paseo y dejamos la silla allá, como un legado. Además, hicimos una guía online; la idea era que otros, en condiciones similares a las mías, pudieran repetir la experiencia”.
¿Y qué tal resultó el viaje?
¡Lo pasamos increíble!, además aprovechamos de filmar un documental y eso se difundió mucho por internet. Fue entonces que empezamos a recibir muchos requerimientos de gente que quería hacer el viaje y nosotros les enviábamos nuestra guía, pero no era suficiente. Comenzamos a ayudar a otra gente a armar su viaje y ahí, junto con Camilo, mi amigo y socio, se nos ocurrió crear Wheel The World. Buscamos replicar lo de Torres del Paine y habilitar experiencias en distintos lugares que hasta ahora pensábamos inaccesibles.
Tras Torres del Paine vino Isla de Pascua; la idea era buscar lugares icónicos que les permitieran generar marca y asimismo tener visibilidad. “Cuando la gente va, recorre la isla en bicicleta, hace trekking por los parques arqueológicos o disfruta del mar; nosotros queríamos hacer lo mismo. Con el apoyo de nuestras marcas, Banco de Chile, Columbia y Cerveza Royal, compramos todo el equipamiento e hicimos una alianza con un tour operador local, al cual entrenamos para que otra gente pueda replicar la experiencia. Hoy en la isla disponemos de dos bicicletas, dos sillas de trekking y dos de playa (que no se entierran en la arena y pueden ingresar al agua), y además capacitamos a un centro de buceo para que puedan ofrecer una alternativa de buceo adaptado”.
Se sumaron destinos como Cochamó-Puerto Varas, en la Región de los Lagos, San Pedro de Atacama, además de Oaxaca, en México. Ahora esperan comenzar a operar en Pucón, Viña del Mar, Cuzco y Estados Unidos. La internacionalización ha sido posible debido a que todos los servicios se ofrecen a través de una plataforma web: gowheeltheworld.com y gracias al apoyo de sitios tan renombrados como www.booking.com.
¿Es tan simple como bookear un viaje a través de internet?
Una vez que las personas nos contactan a través de la web, lo que nosotros hacemos es entender bien, mediante un formulario, cuál es la discapacidad que tienen y obviamente los llamamos para saber cuáles son sus necesidades. Los programas están habilitados para todo tipo de discapacidad, desde adultos mayores con dificultad para caminar, hasta niños con discapacidad cognitiva. Nosotros nos adaptamos a todo.
¿Cómo estructuraron el negocio?
Nosotros hacemos alianzas con tour operadores. Somos un equipo chico en Santiago y un par de personas en California, y estamos detrás del computador, trabajando codo a codo con los guías, hoteles y tour operadores. Ahora, por ejemplo, estamos haciendo un proyecto en Cuzco y tenemos un tour operador que va a trabajar con nosotros allá; ellos no saben cómo atender las necesidades de una persona con discapacidad, entonces nosotros vamos, llevamos el equipamiento y los entrenamos.
Si de los hoteles se trata, Álvaro y su equipo investigan sobre las instalaciones para ver si cumplen con ciertos estándares de accesibilidad. Cuentan, además, con una guía, que están digitalizando, para que los tour operadores sepan qué tienen, y qué les hace falta, y así además poder escoger al más capacitado para establecer alianzas.
Lo que partió como un interés personal, hoy se ha vuelto además tu trabajo, ¿te ha cambiado la vida desde que diste con esta solución que te permite hacer lo que más te gusta?
Sí, me cambió la vida porque felizmente encontré algo que me apasiona. Siempre había buscado emprender en algo que me hiciera sentido, y en un principio no quería hacer algo relacionado con la discapacidad porque no quería estar hablando todo el día de esto, ¡mi vida es mucho más que mi discapacidad!, pero me di cuenta que donde yo más podía aportar era en el tema que vivo todos los días, y a medida que he ido solucionando mis problemas, he sentido que también he podido ayudar a otras personas. Y sin duda nada mejor que vincularlo con algo apasionante: los viajes, el deporte y la recreación.
“Siempre fui súper deportista y me encantaba hacer cosas al aire libre. Cuando tuve el accidente pensé que eso iba a quedar restringido para mí, pero de a poco me fui dando cuenta de que no era verdad…”.
“Los programas están habilitados para todo tipo de discapacidad, desde adultos mayores con dificultad para caminar, hasta niños con discapacidad cognitiva. Nosotros nos adaptamos a todo”.