Por estos días se puede ver su última exposición, compuesta por treinta obras entre collages y esculturas, su reciente incursión en la tridimensionalidad. Una muestra que utiliza una amplia gama de materiales, como cajas de cartón recicladas, madera, óleo, lápices acuarela, fibra de vidrio, cemento y bronce. “Mi sello es bastante simple: trabajar y no detenerme en el camino, ser porfiado y un poco irreverente”.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías gentileza artista
Como si fuera una extensión de su cuerpo, siempre anda con una croquera. “Más que una agenda, es una especie de bitácora en la que anoto las cosas que veo y pienso. Para mí todos los trayectos son fuentes de inspiración, el mirar, el detenerse, creo que ahí está mi proceso creativo”.
Sebastián se queda pensando. Y remata: “Creo que mi gran fuente de inspiración es despertarme cada mañana, el hecho de empezar de nuevo, otra vez, lo encuentro alucinante”.
Estudió arte sin pensarlo dos veces en la Universidad Finis Terrae, de la que actualmente es profesor titular. “Lo bonito que tenía la universidad en esos años es que todos los profesores eran artistas”.
¿Qué te dejó la academia?
Aprendí a generar obras, a tener un espacio de vinculación e interacción con la gente y de diálogo permanente que mantengo con mis alumnos.
¿Cuál es el foco de esta muestra?
El eje de esta muestra es la figura humana, en donde predominan las construcciones arquitectónicas en torno al paisaje y la figura. La incorporación de la arquitectura es una muestra de lo atemporal que puede tener mi trabajo porque no lo sitúa en ningún lugar ni época determinada, sino que simplemente son ejercicios de equilibrio, composición y color.
“Estos trabajos han sido realizados a partir del diario vivir, de mi experiencia de vida y, muy particularmente, de que estos sean observados para, tal vez, iniciar una conversación sobre nuestro devenir en este paraje llamado siglo XXI. El resultado de las obras no es más que el paso último de un proceso, de una infinitud de bocetos, de líneas y pinceladas que, poco a poco, las van gestando. El proceso no es menos valioso que el resultado final”.
Sebastián cuenta que recoge objetos de la calle que le llaman la atención, pedazos de palos, latones “y cosas sin mucha explicación, con los que voy construyendo collages y cada una de estas obras, pacientemente elucubradas desde lo compositivo y constructivo y que, a fin de cuentas, no hablan de otra cosa que de la pintura al final de la pintura. Para tal vez transformar una raya en un delineamiento certero del lápiz que va formando, en la suma de sus trazos, los cuerpos y arquitecturas que dan la atmósfera al todo visual”.
“Con mi trabajo quiero evocar nuevamente a la pintura como tal, como materia, como pincelada, como claros y oscuros, como pintor de caballete. Quiero postular que la pintura jamás morirá”.
¿Qué significa tu taller para ti?
En mi taller tengo todo lo que necesito. Está en el pueblito de Lo Barnechea, que todavía sigue siendo rural; es un lugar completamente mágico donde todavía celebran la fiesta de Cuasimodo y cierran los locales para ir a dormir siesta. Tengo un horario establecido que me permite concentrarme y respetar mis propios tiempos.
¿A quién admiras?
Soy un gran admirador de la gente, de mi familia, de mis hijos, de muchos amigos míos y, como diría el rapero Snoop Dogg, también me admiro mucho a mí mismo, por ser tan porfiado en esta carrera que es bastante subjetiva”.
“Mi desafío más grande es seguir trabajando en lo que me gusta y desarrollar mi carrera como artista. Ese es mi reto personal, poder seguir mostrando mi trabajo en la mayor cantidad de lugares posibles, con la mayor cantidad de gente posible, donde siempre se pueda generar algún diálogo”.
¿Cómo ves el circuito artístico nacional?
Vengo de la primera generación de la Finis Terrae, donde hago clases. Me parece que el circuito nacional artístico es bastante fresco, los jóvenes siempre buscan reinventarse y, a medida que pasa el tiempo, van encontrando un lugar determinado. Hay mucho que ver y conversar en torno al arte. Debería haber más difusión. Somos un país que no tiene mucha difusión artística.