Para Sebastián, el consumo de drogas y alcohol entre los adolescentes no es solo un problema de salud pública, sino una alerta que habla de soledad, desconexión y silencio entre generaciones. En un país donde los jóvenes comienzan a consumir marihuana a los trece y más del cincuenta por ciento se ha embriagado antes de terminar el colegio, Errázuriz decidió tomar el toro por las astas. Junto a un equipo de profesionales, creó la Red Preventiva Chile, una plataforma colaborativa que hoy une a casi noventa colegios, moviliza a miles de familias y propone una nueva cultura para criar. Durante el lanzamiento en la región de Valparaíso, hablamos con él sobre datos, dolor, políticas públicas y algo aún más urgente: la necesidad de volver a mirarnos a los ojos.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías Javiera Díaz de Valdés
Sebastián Errázuriz no espera que los cambios vengan desde arriba. Prefiere sembrarlos en el patio del colegio, en las conversaciones incómodas entre padres o en una encuesta que obliga a mirar de frente lo que muchas veces se barre bajo la alfombra. Desde la Red Preventiva Chile —organización que lidera hace ocho años y que busca comprometer a los centros de padres en la educación de sus hijos—, ha apostado por una revolución silenciosa pero urgente: frenar el inicio del consumo de alcohol y drogas en niños, niñas y adolescentes, en un país que lidera los rankings latinoamericanos de inicio temprano.
Lo que comenzó como una inquietud personal —es padre de cuatro niños entre diecisiete y diez años—, hoy es una red activa que articula a 89 establecimientos educacionales, miles de familias y decenas de expertos. Su foco no es prohibir, sino prevenir con datos, diálogo y comunidad.
¿Cuál fue el primer llamado de alerta que te impulsó a crear la Red Preventiva?
Fue algo que uno ve, pero no quiere ver. El consumo de alcohol y marihuana ya no era una excepción entre adolescentes, sino parte de la normalidad. Y cuando ves que eso ocurre en octavo básico, o incluso antes, algo en ti se remueve. Lo que más me inquietó fue el silencio. El tema no se hablaba, ni en las casas ni en los colegios. Sentí que, como padres, nos estábamos quedando sin herramientas para acompañar, contener, prevenir. De esa necesidad, nació la red.
Los números respaldan su urgencia: según el último Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar (2025), Chile supera a Estados Unidos en prevalencia de consumo de marihuana en adolescentes. En zonas con narcotráfico activo, los jóvenes consumen un 20% más marihuana y un 27% más cocaína que sus pares en otras comunas. “Esta no es una ola, es un tsunami que nos está arrastrando como sociedad”.
LA IMPORTANCIA DE LOS VÍNCULOS
La Red Preventiva Chile no es un programa estatal ni una campaña de moda. “Es una acción colectiva por nuestros hijos que articula Centros de Padres —que tienen un rol protagónico—, equipos directivos, centros de alumnos, municipios y expertos con una visión: retrasar la entrada al consumo de sustancias y promover hábitos saludables”.
Para Sebastián, la prevención no puede seguir siendo un afiche en la muralla. “Tiene que vivirse en el día a día, en la relación con nuestros hijos, en el tipo de acuerdos que hacemos como familias, en cómo usamos la tecnología. Por eso creamos instrumentos como encuestas, protocolos digitales, formación parental y espacios de conversación que construyen vínculos, porque la prevención efectiva parte ahí: en el vínculo”.
Toda la data —más de 98 mil encuestas individuales— que recogen está alojada en Copreventive, una plataforma creada especialmente como spin-off de la Red Preventiva. Con ella miden, acuerdan y forman, generando protocolos de convivencia e igualando criterios entre los padres. “Con ella contribuimos a la política pública. En noviembre me invitaron a la Comisión de Salud para presentar los resultados de una encuesta sobre ludopatía, apuestas en línea y adicción a redes sociales”.
“Este año vamos a empezar a aplicar otro instrumento: los acuerdos digitales, amparados en movimientos globales que abogan por la entrega de celulares desde primero medio y por el uso de celulares que no permitan al acceso de redes sociales”.
Hoy, la Red trabaja con casi 49 mil familias, incluyendo colegios municipales, subvencionados y privados en regiones como Valparaíso, Maule, Biobío, O’Higgins, Ñuble y la Región Metropolitana. Este año esperan llegar a doscientos establecimientos.
¿Qué impacto concreto han tenido?
Uno de los más visibles es el cambio en la cultura familiar. Gracias a los protocolos compartidos entre apoderados, el setenta por ciento declara cumplirlos. También hemos visto cómo se fortalece el lazo entre padres e hijos al tener conversaciones que antes se evitaban: sobre alcohol, fiestas, redes sociales o salud mental. No se trata solo de controlar, sino de acompañar mejor.
¿Ves relajo por parte de los padres?
El primer problema que vemos es la falta de involucramiento parental. Hay relajo y desconocimiento y la mejor forma de graficarlo es con una historia. La otra vez me junté con un amigo en su casa. Estaban sus hijos de cuatro, seis y ocho años. Durante las seis horas que estuvimos juntos los niños no despegaron sus ojos del juego que estaban jugando en el celular. ¿Tu cachai el daño que les estás haciendo?, le pregunté. “Prefiero no saberlo”, me dijo, esa fue la respuesta.
“Hoy día somos todos actores pasivos, nadie se mete con el hijo del vecino cuando la verdad es que sí debiera importarnos”.
¿Qué te dicen esos datos?
Que no podemos seguir como si nada. Hoy, uno de cada cinco escolares consume marihuana, más de la mitad de quienes beben alcohol se han embriagado, y las mujeres superan a los hombres en prevalencia de consumo. Además, el 27% de los adolescentes con síntomas graves de salud mental no recibe ningún tratamiento. Estos datos deberían estar en la portada de los diarios.
CULTURA COPREVENTIVE
Sebastián insiste en que el modelo no busca instalar el miedo, sino una cultura preventiva integral. Inspirados en el modelo islandés —que logró reducir drásticamente el consumo juvenil en Islandia en menos de una década—, adaptaron la experiencia a la realidad chilena. “Nos enfocamos en generar entornos protectores. Lo digital, lo social, lo escolar, todo influye. Trabajamos con datos y seguimiento, pero también con cariño. Y eso hace la diferencia”.
Hablas mucho de la “cultura preventiva”. ¿Qué significa eso para ti?
Significa cambiar la forma en que educamos. Hoy, la cultura dominante premia la inmediatez, el consumo, la desconexión. Nosotros proponemos otra cosa: presencia, comunidad, bienestar emocional. La cultura preventiva es entender que no criamos solos. Que necesitamos redes, tiempo, contención. Y que no basta con decirle a tu hijo “no tomes”. Hay que estar, conversar, acompañar sus quiebres. Es más lento, pero más profundo.
¿Qué rol juegan las familias?
Fundamental. La familia es la primera línea de prevención. Pero ojo: eso no significa que todos los padres sepan cómo hacerlo. Por eso hablamos de parentalidad positiva. Dar herramientas concretas para poner límites con afecto, para saber qué hacer cuando sospechas que tu hijo está consumiendo, para entender cómo se maneja una crisis. Nadie nace sabiendo criar. Por eso, nos formamos juntos.
“La sociedad está como está porque nos desprendimos de esa labor educativa que tenemos. Hoy, el mayor desafío que tenemos es cómo le devolvemos el poder a la familia, generamos espacios de conversación y nos hacemos cargo. Hoy en día es muy difícil ser papá digital. Este año, en la fiesta La Huella del colegio Verbo Divino (Santiago) prohibieron los celulares. ¿Y sabes qué pasó? Después de cuatro años, los niños volvieron a bailar, como en nuestra época. Una locura”.
¿Cuál es el mayor desafío que enfrentan?
La continuidad. Que esto no dependa del entusiasmo de unos pocos. Queremos que sea una política de largo plazo, con comunidades comprometidas, datos actualizados y formación constante. La prevención es incómoda, pero si no la abordamos hoy, mañana va a ser demasiado tarde.
Red Preventiva Chile, en colaboración con Copreventive School, es una iniciativa pionera que articula a familias, centros de padres, colegios, expertos y autoridades locales en torno a un objetivo común: prevenir el consumo temprano de sustancias y fomentar hábitos saludables en niños, niñas y adolescentes. Inspirado en el modelo islandés, el enfoque de la red es sistémico, territorial, participativo y comunitario.