Apostaron por un producto no solo rico, sino además saludable. Reeditaron un alimento que de niños todos consumíamos y lo ajustaron al mundo de los “sin sellos”. Dos hermanas que se la juegan por las cabritas y nos permiten comerlas sin cargos de conciencia.
Por Carolina Vodanovic/ fotos Andrea Barceló
Traían el emprendimiento en la sangre y tirarse a la piscina no les costó nada. Jóvenes, inteligentes, súper seguras y dispuestas a trabajar, así las formaron y es así como hoy las hermanas Albarrán lideran un equipo que en treinta meses ha logrado posicionar la marca Puripop y revivido una categoría que en las góndolas chilenas no tenía mayor presencia. Por lo mismo, el 2017 Mujeres Empresarias las distinguió dentro de sus 100 Mujeres Líderes, y el 2018, Walmart, premió a Puripop como mejor producto en la categoría alimentación y consumible.
Pero Daniela y Javiera no siempre hicieron cabritas…. Ambas ingenieras comerciales, trabajaron muchos años junto a su madre, Myriam Lama, quien era dueña de Embotelladora Latinoamericana. Siempre decidida y proactiva, al mando de 250 empleados, les traspasó el ímpetu y les dejó en claro que no debían tener miedo, “nos criaron con cero miedo, hoy los cuatro hermanos somos emprendedores; si uno fracasa, no pasa nada… si tienes una idea y no funciona, da lo mismo, ya tendrás otra. Si te va mal, vuelve a intentarlo”, asegura Javiera.
¿Dirías que esa es la clave a la hora de emprender?
Creo que es súper importante tener una buena idea, ¡pero plasmada en un papel!; si el proyecto está establecido y cuantificado, ordenadito, uno puede partir y no desviarse en el camino. Se tienen que establecer bien los costos, los precios, las estrategias, a quién y cómo vamos a llegar. Puede haber miles de ideas, pero para hacer un negocio hay que saltar la barrera. No hay que tener miedo, es injustificado; si fracasas, lo vuelves a intentar… hay que partir chico y crecer, establecer una idea y seguir estrategias claras.
Y fue así como el 2015, una vez vendida la embotelladora y con la única restricción de no poder competir en el mundo de los bebestibles, supieron que ahora les tocaba a ellas. “Comenzamos a analizar qué íbamos a hacer porque no nos íbamos a quedar desempleadas y la opción de emplearnos no existía… ¡ya estábamos mal criadas!, hacíamos lo que queríamos en la empresa de la mamá y ella siempre nos apañó, cada una ponía su punto en la mesa y tomaba decisiones en su área”, cuenta Daniela.
¿Cómo fue que llegaron a las cabritas?
Vendimos la empresa y partimos a una feria de innovaciones en San Francisco, Fancy Food. Nos dimos cuenta que había cien stands de cabritas; lo mismo pasaba en los supermercados, había tres metros de papas fritas y dos de cabritas… entonces hicimos un estudio de mercado en Chile y comprobamos que aquí no pasaba nada con las cabritas, ¡no existían! Sin embargo, había otros estudios que decían que los chilenos amaban las cabritas, que todo el mundo las comía, pero en el cine, en el circo, en los juegos. Comer cabritas era sinónimo de algo entretenido, te traía buenos recuerdos, se asociaba a todo lo lindo de la niñez, pero empaquetadas no las encontrabas.
MANOS A LA MASA
Con el panorama claro y teniendo en mente que sacarían ventaja del conocimiento que ya traían del mundo del retail, decidieron producir cabritas saludables y nació Puripop.
“Decidimos no solo hacer algo rico, sino también saludable; justo estaba en el Congreso la nueva ley de etiquetado y nosotras estábamos en esa misma parada pues nuestros niños eran intolerantes a ciertos alimentos. Peleábamos en el jardín porque mientras mandábamos brócoli de colación, el amiguito llevaba Super8. A los dos y tres años no hubo problema, pero ya con cuatro empezaban a mirar al amigo y preguntarse porque él llevaba galletitas; querían tener la sensación de abrir una bolsita linda, más allá de querer probar en ese minuto lo que llevara el compañero. Entonces empezamos a pensar en algo saludable, que te alimente, que sea lindo y te den ganas de comerlo”, dice Javiera.
En casi tres años, pasaron de vender cuatrocientas a cuatro mil quinientas cajas. De estar presente en todas las ferias —para publicitar el producto—, hoy están en todos los supermercados del país. Con cinco sabores: endulzadas, chocolate, coco vainilla, canela y oliva sal de mar, y dos formatos, individual o familiar, hoy Puripop no sólo puede jactarse de haber abierto una categoría que antes no existía, sino de contar con una de las pocas plantas libres de alérgenos del país.
“Es súper importante que la gente lea en los envases los ingredientes y busque que no tengan químicos. Hoy el gobierno está enfocado en los sellos pues debemos combatir la obesidad infantil, pero el cáncer nos afecta globalmente y está asociado a los químicos en los alimentos, muchos son nocivos y están descritos con letra negrita. Nosotros no colocamos productos nocivos, nuestras cabritas son naturales y están libres de todo tipo de alérgenos”, enfatiza Daniela.
¿Por eso mismo es un producto más caro?
Sí, tienes que tener claro por qué estás gastando quinientos pesos más —comparado con un paquete grande de papas fritas—, y es porque al ser natural es más caro de producir, no solo es rico sino también saludable. Una porción de nuestras cabritas tiene menos calorías que una manzana; es maíz integral, explotado con aire caliente, que no contiene ni aceite ni azúcar. Vinimos a cubrir una amplia gama de necesidades ya que son saludables, no tienen leche, no tienen gluten, nada artificial y además tienen pocas calorías.