Entre cristales, terciopelo y reflejos de mar, @doscorazonesymilmesas, de las viñamarinas Yasna Páez y María Angélica Berríos, presentan tres propuestas que celebran el arte de recibir el nuevo año con belleza y sentido. Tres mesas que invitan a brindar, agradecer y comenzar un nuevo ciclo, rodeadas de luz y esperanza. Una, en el histórico Hotel Gervasoni, brilla con destellos plateados y tradición porteña; la otra, tendida sobre las dunas de Concón, rescata la magia oriental y el encanto del ocaso y, la tercera, frente al horizonte marino de La Isla, enmarca una puesta en escena que combina el lujo clásico con una energía vibrante y festiva.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías Javiera Díaz de Valdés
DESTELLOS DE LUZ
Entre destellos plateados y brillos de cristal, la mesa de Año Nuevo del Hotel Gervasoni se despliega como una puesta en escena majestuosa, donde el lujo y la calidez se encuentran para recibir el nuevo ciclo con elegancia.
El entorno, con una vista privilegiada a la bahía de Valparaíso, aporta un marco marítimo y luminoso que potencia el esplendor de la puesta en escena. La mesa, dispuesta con cuidado bajo un techo de madera que tamiza la luz del día, reúne piezas clásicas y detalles contemporáneos en una armonía serena.
El mantel de lino blanco bordado funciona como una base pura y luminosa sobre la que se extiende un camino de mesa de terciopelo negro, que aporta sofisticación. Sobre él, un conjunto de espejos multiplica los reflejos de las copas, los candelabros plateados y las flores, creando un efecto de abundancia y brillo festivo que llena la mesa de luz y celebración.
La cristalería tallada y la porcelana Johnson Bros con bordes dorados evocan las grandes cenas de antaño, mientras los cubiertos de plata y los servilleteros dorados en forma de estrella aportan un guiño contemporáneo.
El protagonismo floral lo lleva un imponente arreglo central, en el que las lentejas y las uvas recuerdan nuestras tradiciones de prosperidad y abundancia. Los candelabros de plata con velas rojas acentúan su atmósfera romántica y teatral. En contraste, las velas blancas producen serenidad y equilibrio, invitando al recogimiento y a los buenos augurios para el año que comienza.
Cada detalle —desde los pequeños frascos con perlas decorativas hasta las copas alineadas con precisión— revela la dedicación artesanal y el gusto refinado que distinguen al Hotel Gervasoni.
La disposición de la mesa no solo celebra el cierre de un ciclo, sino que invita a compartir, brindar y contemplar el mar como promesa de lo que vendrá. Aquí, historia y modernidad se entrelazan para ofrecer una experiencia sensorial única, donde cada elemento habla de tradición y de una esperanza renovada para el año que comienza.
LAS MIL Y UNA NOCHES
Tendida sobre las dunas de Concón, frente al mar que se vuelve dorado al atardecer, esta mesa parece brotar de un sueño oriental. Los tonos cálidos del sol se funden con los rojos intensos y los dorados de la decoración, creando una atmósfera que celebra la vida, la belleza y la plenitud del instante presente.
Sobre la arena, los textiles se despliegan con natural elegancia: mantas y cojines con bordados orientales invitan a sentarse cerca del suelo, en un ambiente íntimo y envolvente.
El mantel, con patrones geométricos y florales, evoca la riqueza de las culturas del Medio Oriente, mientras las lámparas artesanales de vidrio en mosaico irradian un brillo suave, casi mágico, que convierte el espacio en un refugio cálido bajo la luz del atardecer.
En el centro, las velas rojas se alzan firmes, rodeadas de flores en tonos coral y escarlata, que parecen encenderse con los últimos rayos del sol.
Los platos en tonos ocres y la porcelana, dispuestos con cuidado sobre bases doradas, capturan los reflejos del crepúsculo. Las pequeñas copas turcas de vidrio rosado completan la mesa con un gesto delicado y festivo. A un costado, un cuenco de mandarinas introduce una nota de frescura y abundancia, como una promesa luminosa para lo que viene.
Esta mesa no celebra solo la llegada de un nuevo día o un nuevo año: celebra la conexión profunda entre la tierra, el fuego, el mar y el alma. Es una invitación a brindar por la vida bajo el resplandor dorado del horizonte, allí donde el tiempo parece detenerse y todo vuelve a empezar.
BRINDIS JUNTO AL MAR
Esta propuesta de mesa de Año Nuevo se presenta como una escena de elegancia teatral, donde cada elemento parece narrar una historia de celebración y misterio. En el restaurante La Isla, el mar de fondo —con su horizonte azul y su brisa salina— enmarca un banquete que fusiona el lujo clásico con una energía vibrante y alegre.
El mantel negro profundo funciona como una base sobre la que se extiende un camino de terciopelo rojo. Ese gesto cromático simboliza la prosperidad y la fuerza de los nuevos comienzos, marcando el tono vibrante de la celebración.
Los platos de porcelana alemana de la línea Bavaria —adquiridos en @porcelanaypuntochile—, con sus detalles dorados y escenas románticas, evocan la sofisticación de los antiguos banquetes europeos. La cubertería dorada aporta un brillo cálido que refleja la luz del sol y de las velas, acentuando la atmósfera refinada de la mesa.
Las copas de cristal tallado y los vasos en tonos borgoña parecen pequeñas joyas sobre la mesa, acompañando cócteles coronados con rodajas secas de cítricos que añaden un toque artesanal.
En el centro, un arreglo de rosas rojas —intensas y plenas—entre ramas verdes que evocan vitalidad y esperanza. A su alrededor, las velas retorcidas, también rojas, se alzan como llamas de renovación: un símbolo perfecto para despedir lo que se va y recibir el nuevo año con amor.
Entre los elementos más cautivadores destacan dos esculturas doradas con máscaras venecianas, rodeadas de plumas negras, que aportan un aire de misterio y celebración. Estas figuras parecen convocar a una noche de secretos, brindis y promesas aún por revelarse.
En conjunto, la propuesta busca transmitir una atmósfera de lujo romántico y energía apasionada: una celebración de la vida, del amor y del renacer que cada Año Nuevo trae consigo.





















