Inquieta, curiosa, amante del arte, la fotografía y el diseño, esta chilena, radicada hace dos décadas en Italia, respira cultura. Al frente de la galería de arte Espacio B5, que dirige junto a su marido, el fotógrafo veneciano Michele Levis, dan cabida a todo tipo de expresiones artísticas de gran nivel, mientras continúa haciendo lo que ama: generar puentes entre las personas. “Tengo el honor de representar a Chile”.
Por Macarena Ríos R.
En el departamento que Lorena comparte junto a Michele y su hija Rafaella, en Bolonia, Italia, es frecuente escuchar rock argentino o chileno, el mismo que oía en la época de los ochenta, cuando vivía en Punta Arenas, su ciudad amada, como me dirá más adelante. “Siempre digo que mi casa es extraña; está en un edificio antiguo, del 1600, y desde el minuto que la vi me encantó. La remodelación fue un proyecto colaborativo en familia, en donde hemos experimentado mucho, mezclando lo moderno con lo antiguo, y diseñando desde los muebles hasta los espacios”.
Ese mismo espíritu colaborativo es el que reina en la galería de arte Espacio B5 que inauguraron el 2018, un lugar dedicado a visibilizar el trabajo artístico de pintores, escultores, ilustradores, artesanos y un largo etcétera. Todo bajo la cuidada mirada curatorial de ambos. Ella, como arquitecta; él, como fotógrafo.
¿Qué te llevó a aventurarte con una galería de arte?
Hace tiempo que estábamos colaborando en la realización de muestras y eventos culturales a través de la creación de conceptos. Teníamos un pequeño estudio fotográfico, pero queríamos tener un espacio propio, donde no solo pudiéramos organizar nuestras propias muestras, sino además recibir a artistas de otros lados, darles vitrina y la posibilidad de mostrarse, ya fueran emergentes o consolidados.
Ubicado en pleno centro medieval de Bolonia, Espacio B5 —una pequeña Bauhauss donde todas las expresiones de arte son bienvenidas—, está dividido en dos pisos. La planta baja es una vitrina que da a la calle y, en el subterráneo, hay dos salas que suman cien metros cuadrados donde dan vida a exposiciones de fotógrafos, presentaciones de libros, “incluso pequeños conciertos gracias a la particular acústica que crean los arcos del subterráneo y una muestra de artesanía en alpaca del norte de Chile”.
Se empezó a correr la voz, los artistas se enamoraron del lugar y comenzaron a dejar parte de sus obras en la galería, que hoy ofrece una selección de productos de diseño, como joyas, cuadros y fotografías. “Se construye una relación emocional con el producto, con el lugar, con el recuerdo”.
NUEVOS AIRES
De pelo corto y mirada curiosa, Lorena es una apasionada de la vida. Lee mucho y duerme poco. Le encanta el teatro, cocinar y diseñar ropa. También las esculturas de Anish Kapoor y Arnaldo Pomodoro, las obras realistas de Edward Hooper, el arquitecto Tadao Andō y la genialidad de Bansky.
Sus mañanas comienzan temprano. Luego de sacar a pasear a Maya, un labrador color chocolate, y disfrutar de un buen café espresso parte a trabajar en la galería, donde tiene su oficina. Entre workshops, eventos, asesorías y reuniones, Lorena se va construyendo a sí misma.
“Soy una mujer que está empezando la segunda etapa, sin crisis de los cincuenta, al contrario, con una energía increíble para seguir creando relaciones, seguir aportando y regalando todo lo que he aprendido en estos años de vida”.
Dice que el amor la llevó a Italia, donde vive hace veinte años. “Conocí a mi marido a fines de los noventa por Internet. Yo alucinaba con Venecia y él con Chile. Pololeamos cinco años a distancia con viajes entremedio, hasta que, el 2003, partí a vivir a Bolonia. Así de valiente y, en menos de un año, nos casamos. Aprendí italiano con los amigos, viendo películas, nunca vi tanta televisión como ese primer año para aprender el idioma”.
Nació en Santiago, en una familia que vivía con su abuela “que nos malcrió hasta la infinidad”. Luego de vivir su adolescencia en Punta Arenas, dice que se dejó influenciar y estudió Derecho, una decisión que duraría poco. “Luego de una profunda crisis existencial dejé la carrera en tercer año y me preparé para ingresar a Arquitectura”.
En esos años, estudiarla fue toda una aventura. “La carrera fue eterna, porque pasé por tres universidades que fueron cerrando y siendo absorbidas por otra. Sin embargo, fue una excelente experiencia, porque en cada una de estas escuelas adquirí preparaciones distintas, lo que me permitió una visión bastante amplia de lo que significa ser arquitecto”.
¿Y qué significa?
Pienso que la arquitectura es una profesión con la que tú te casas, siempre está contigo.
LA CHILENA
Antes de que la postularan a cónsul honoraria de Chile para la región de Emilia-Romagna, con sede en Bolonia, de alguna manera Lorena se había convertido en un punto de referencia para los chilenos que llegaban a Italia. Su naturaleza espontánea y cercana, además de su evidente carisma, la ayudaron a insertarse cómodamente en el tejido del país y de las ciudades que iba habitando. Desde su espacio propio, le encantaba hablar de Chile, de su cultura, del arte, de sus escritores y de lo maravillosa que era la naturaleza. Y le sigue encantando. “En todos los lugares donde he vivido me reconocían como “la chilena” y eso me gustaba mucho”.
Cuando le avisaron que su candidatura había sido aceptada, el único requisito que pidió fue que el consulado estuviera en su galería, “que por lo general es en el lugar donde más tiempo paso, porque ahí está también mi estudio profesional”.
¿Cuál es tu rol?
Soy un puente con el consulado general, trasmito informaciones, necesidades, oriento a las personas. Existen dos consulados generales: uno en Roma y el otro en Milán. Desde Bolonia hacia el norte hacemos referencia al consulado de Milán y desde Florencia hacia al sur, el consulado de Roma. Difundo lo que sucede en Chile, hago networking, me encanta organizar eventos culturales y de diseño, aunque eso siempre lo he hecho. Es más, siempre me he preocupado por incluir en ellos a algún chileno.
¿Qué ha sido lo más desafiante hasta ahora?
Crear este nuevo consulado, darnos a conocer, implementar redes entre los chilenos. Ayudarlos a ambientarse en este país donde el sistema sanitario, la educación y la organización son distintos.