Las hermanas Pía y Constanza Arce crecieron en una familia marcada por el arte y la multiculturalidad. Hoy, desde Alemania y Chile, impulsan La Cuna del Arte, una experiencia que conecta a artistas consagrados —como Totoy Zamudio, Matías Vergara o Maite Izquierdo— y aficionados a través de workshops intensivos, en una experiencia única y exclusiva.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés y gentileza entrevistadas
Crecieron entre pinceles, esculturas y museos. Las hermanas Pía y Constanza Arce vivieron su infancia entre Chile y Alemania, que estuvo marcada por el gusto artístico que su padre —abogado, escultor con estudios en el Museo Bellas Artes, diplomático y agregado cultural— les transmitió desde pequeñas. “Somos cinco hermanos, y nuestro papá nos llevaba en las vacaciones a recorrer museos en Venecia, París, Roma… donde íbamos, el arte era parte del viaje”, cuentan.
De abuela materna alemana y exalumnas del Colegio Alemán de Quilpué y Valparaíso, la conexión entre ambos países siempre ha estado presente. Ese vínculo se profundizó con los años. Pía estudió diseño y fotografía en Chile y, en 2000, se trasladó definitivamente a Alemania, donde años más tarde, en 2010, inauguró La Cuna del Arte en una antigua casona de los años cincuenta que pertenecía a la familia de su marido. “En esta casa vivieron sus abuelos y se crio mi suegro. Estaba deshabitada desde hace unos veinte años, pero intacta, “como detenida en el tiempo”, con una energía única que me capturó inmediatamente. Supe que ahí tenía que hacer algo relacionado con el arte”, cuenta Pía desde Baviera.
Partió con diez cursos. Hoy, quince años después, más de tres mil personas han pasado por la academia, que ofrece talleres en diversas técnicas y workshops con destacados artistas europeos y latinoamericanos, siempre en un entorno que inspira: “La gente dice que la casa tiene un aura especial. Y eso lo potencia el jardín, el silencio, la historia del lugar”.
¿Qué significa la Cuna del Arte?
Es una experiencia de encuentro. Entre culturas, generaciones y miradas. Una invitación a detenerse, crear y dejarse transformar por el arte. No es lo mismo estar creando o pintando solo que en grupo, esa sinergia con otros es maravillosa. Quizás no se conozcan, pero los une la misma pasión.
¿Con qué artistas están trabajando actualmente?
Actualmente estamos trabajando con un artista peruano, Nicolás López, que tiene muchísimo éxito en Europa. Vino a hacer un curso el año pasado y se presenta nuevamente en mayo. También tenemos artistas de España, Italia, Austria y muchos de Alemania.
ENTRE CULTURAS
El impacto del proyecto en Alemania motivó a Pía a invitar a su hermana Constanza a replicarlo en Chile. “Con la consolidación de este proyecto en el extranjero, sentía que ya era el momento de traerlo a mi país y, para mí, la persona indicada era la Coti, especialista en el diseño de programas y proyectos relacionados con la cultura y las artes. No había otra persona. Mis hijos están grandes y viajo todos los años a Chile, fue el momento ideal para comenzar a trabajar juntas”.
Bailarina de ballet clásico y danza moderna, con estudios en sociología, teatro y una larga experiencia en gestión cultural —fue parte del equipo detrás de MetroArte y estuvo a cargo de la Galería Nemesio Antúnez—, Constanza aportó su mirada local para adaptar el concepto: “En Chile hay talleres de arte, sí, pero queríamos hacer algo diferente. Entonces pensamos en crear workshops donde artistas consagrados compartieran no solo técnica, sino también su proceso creativo. Cómo investigan, qué los inspira, cómo trabajan”.
Así nació la versión chilena de La Cuna del Arte, cuyo primer ciclo se realizará en junio del 2025 en el Hotel Isla Seca de Zapallar. “Elegimos Zapallar por su entorno inspirador y la cercanía con Viña del Mar y Santiago. Además, hay una comunidad artística potente que queremos potenciar”, explica Constanza.
¿De qué se trata la experiencia?
Los workshops son de cuatro días e incluyen una experiencia completa junto a artistas como Totoy Zamudio, Maite Izquierdo, Jorge Milosevic, Malú Stewart, Matías Vergara y Verónica González. No es solo una clase, es compartir con el artista, almorzar juntos, conversar, crear comunidad.
El proyecto en Chile comienza en un hotel, ¿piensan instalarse, también, con una casa como en Alemania?
Si logramos avanzar con eso sería maravilloso, no estamos cerradas a nada. Pero para llamar la atención del público y ser un real aporte a la escena local, primero pensamos en lanzar un proyecto único en Chile. Hacer una diferenciación, porque esto es mucho más allá de cursos de pintura, grabado, acuarela, arte textil, etc., de esos hay muchos. Pero compartir un proceso creativo a través de un workshop no es algo común.
¿Cómo fue la selección de artistas?
Un proceso muy entretenido, pero también desafiante. Al comienzo muchos nos dijeron que no, pero otros como Totoy Zamudio se entusiasmaron de inmediato, porque es una forma novedosa de llevar su arte a las personas. Todos nuestros artistas están súper vigentes, son destacados y de trayectoria, con exposiciones en curso. Estamos muy agradecidas de que confiaran en el proyecto.
¿Cuánto ciclos serán?
Hasta el momento tenemos seis artistas confirmados, es decir seis meses, desde junio a noviembre. Es un taller por mes con Totoy Zamudio (junio), Maite Izquierdo (julio), Jorge Milosevic (agosto), Malú Stewart (septiembre), Matías Vergara (octubre) y Verónica González (noviembre). La idea es seguir sumando expertos y que La Cuna del Arte en Chile siga creciendo.
¿Cuáles son los desafíos de llegar al público chileno?
Han sido menos de los que pensamos, hay una gran búsqueda de espacios culturales. Creemos que nos irá bien, ya hay mucho interés por participar. La gente lo encuentra interesante y novedoso. Es una instancia única para relacionarte con el artista y un ambiente íntimo y cercano, que te permitirá hacer conexiones, ya que no son más de veinte cupos por workshop.
¿Es necesario tener conocimientos artísticos para participar?
Depende del artista. Por ejemplo, Maite izquierdo dijo que no era necesario porque trabaja el arte textil, pero Jorge Milosevic verá técnicas más avanzadas en óleo. Lo que sí es una invitación para adultos desde los dieciocho años en adelante, donde se pueden sumar estudiantes y profesionales, sin problema. Eso es lo rico, se relacionará gente consolidada del mundo artístico con personas que recién están partiendo.
Pero el proyecto también tiene un importante componente social. En alianza con la Municipalidad de Zapallar, cada artista dedicará parte de su estadía a realizar un taller con niños de escuelas locales. “Queremos que esta experiencia transforme, como nos transformó a nosotras de niñas. Que los niños tengan un acercamiento real al arte, que les llegue al corazón, que les abra mucho más la imaginación”, añade Constanza.
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