Psicólogo, escultor y soldador artístico, en cada obra Josué Gerli logra plasmar un estado de ánimo, una emoción o un sentimiento. Rescatando la nobleza de los materiales, la naturaleza y los animales —su principal fuente de inspiración—, acaba de presentarse en la exposición colectiva Relatos oníricos, donde salió de su estilo clásico y llevó su imaginación mucho más allá.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés
Caballos, rinocerontes, ballenas, elefantes y toros son parte de una preciosa colección de piezas que se han vuelto el sello de Josué Gerli Fica (40). Esculturas que tienen mucho del mundo animal, pero también de lo humano, ya que cada pieza cuenta un relato y evoca una emoción.
“Soy psicólogo de profesión, pero artista de toda la vida. Desde muy chico me llamó la atención lo creativo, hacía esculturas hasta con miguitas de pan (ríe) y me acercaba a los artesanos en las ferias para aprender de su trabajo. Mi sueño frustrado era que me descubrieran. Pero el arte siempre estuvo en mi familia, mi bisabuelo fue escultor de mármol en Italia y desde ahí, seguramente, surgió mi veta”.
¿Cómo relacionas tu profesión con el arte?
Siempre han estado relacionadas. Trabajé por trece años con comunidades cercanas a concesionarias de carretera; los asesoraba en responsabilidad social, desarrollaba talleres para niños y adultos mayores. Hoy me dedico ciento por ciento a la escultura y tengo un taller donde enseño y entrego un espacio de descanso, de relajo, de distensión emocional, donde todos puedan contribuir.
CONECTAR
“En el mundo del arte siempre se dice que hay mucho ego y competitividad, pero, afortunadamente, he conocido el otro lado, el del compañerismo. Tengo grandes maestros como Raúl Cuello, escultor y fundidor que se formó en Francia y de un talento impresionante. Actualmente también es mi amigo. Asimismo tengo otras amigas artistas que hoy acuden a mi taller como Paola Yancovic o Carmen Torres, y un sinfín de personas me han ayudado a desarrollarme como artista”.
¿Qué buscas expresar en tus piezas?
Las personas que miran mi trabajo conectan, de una u otra manera, ya sea por la expresión que pueda tener el animal, por los materiales o por el contexto que le incorporo a mis piezas. Por ejemplo, a algunos les ha llamado mucho la atención el uso de las maderas nativas o las texturas. Es interesante cómo los espectadores se “salen de la obra”; hay veces que yo no planteo nada concreto y ellos van completando esa información, hacen mi historia como propia. Eso es maravilloso.
¿Qué obra te ha marcado?
Una de las primeras esculturas que hice en bronce, un material que me encanta, y que se llama “Asombro”, es una persona desnuda y arrodillada que no tiene orejas, y está lanzando un cohete. La relaciono con el nacimiento de mi hijo, porque cuando él llegó a mi vida me ayudó a reencantarme con todo lo que había olvidado. Desde cosas tan simples como mirar una hormiguita… y sin poder oír, porque mi atención estaba absolutamente puesta en él.
“Por otro lado, tengo una obra que me marcó muchísimo, luego de tener una enfermedad muy compleja, pues determinó un inicio con el uso del rinoceronte en mi trabajo. Este representa para mí la conexión con la tierra, mi centro, mi fortaleza, esa valentía que quiero tener para afrontar nuevos desafíos. Luego de un viaje a Colombia me atacó un virus tropical que me dejó por un mes muy mal… y al salir de la clínica, me dio artrosis de desplazamiento, sentía que tenía las manos quebradas, la mandíbula y las rodillas destrozadas. Mi manera de recuperarme fue gracias a este rinoceronte. Lo hice a través de un esfuerzo máximo, con dolor, con rabia, ‘con las vísceras’ y resultó ser un pieza muy potente, realmente sanadora y catártica”.
EL RINOCERONTE Y LA BALLENA
Josué Gerli se unió a las artistas Karen Olivia y Fernanda Saldivia para la exposición colectiva Relatos oníricos que estuvo hasta comienzos de septiembre en la galería Espacio en Tránsito de Los Trapenses. Un desafío personal que lo sacó de su estilo más tradicional. Una de las piezas más comentadas fue “El rinoceronte y la ballena”, donde ambos animales fueron representados en una sola obra.
“La ballena para mí es vida, yo soy mucho de dejarme llevar, de no planificar tanto el futuro y seguir la corriente, como el agua. Y, por otro lado, el rinoceronte me conecta a lo concreto, pues muchas veces necesito un cable a tierra. Es tan representativo que primero me hice un tatuaje con este concepto y ahora es una escultura. Generalmente, en mis obras no soy tan osado, pero es una licencia que me permití para estar a la par de mis colegas que tienen un lenguaje onírico maravilloso”.
La soldadura artística es parte importante de tu trabajo, ¿qué otras técnicas te gustan?
Siempre estoy en proceso de aprendizaje, busco cursos, capacitaciones, soy un alumno de la vida. No me limito a ningún material, actualmente estoy trabajando con soldadura artística, fundición en aluminio y bronce; con madera, distintas técnicas y materiales. Aprendí a trabajar la piedra de Cáhuil y, el año pasado, hice un curso de mármol en Florencia, Italia, que me dejó maravillado como una forma de honrar a mi bisabuelo y mis raíces.
¿Cuáles son tus proyectos y sueños?
Este no ha sido un camino fácil, pero me siento muy afortunado porque también ha sido expedito. Quiero seguir disfrutando lo que hago, mi trabajo me maravilla todos los días. Espero seguir expandiéndome, que la gente me conozca, que conecte con mi trabajo e internacionalizar mi carrera. Por eso ya estoy en conversaciones para exponer en Miami y Madrid. También espero, a fines de este año, concretar mi primera obra pública de gran formato fuera de Santiago. Busco llegar a la mayor cantidad de personas, que no sólo sean entendidos en arte, sino que sea transversal a todos de forma espontánea y amigable.