Sobre una pendiente pronunciada, al extremo norte de la playa de Ritoque, se alza una construcción moderna formada por cinco volúmenes independientes que están conectados por una pasarela. Aquí la madera es la protagonista, desde sus pilares de eucalipto impregnado, hasta el pino insigne que recubre toda la obra. Mención aparte es la vista, que se aprecia desde cada rincón del inmueble y hace que pasar la noche aquí sea toda una experiencia.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías Javiera Díaz de Valdés
“La Ritoqueña nace poco a poco, como un sueño que con los años comienza a tomar forma. Conocí el sector de Ritoque a fines de los ochenta y con mi familia nos enamoramos. Mis papás hicieron una casita de veraneo y siempre que podíamos partíamos a la playa; en invierno era maravilloso”, recuerda Diego Arenas, dueño y administrador.
“Con el tiempo lo comencé a comparar con otros destinos playeros y cada vez era mayor la certeza de que si construía un espacio para recibir a los visitantes, quedarían enamorados del lugar. Estaba al lado de Valparaíso y a dos horas de Santiago, así es que cualquier viajero que quisiera conocer una playa de verdad, prácticamente virgen, feliz vendría”.
Tuvieron que pasar años para que la idea se materializara. “Tuve la suerte de encontrar este terreno y junto a mi expareja y socia nos tiramos a la piscina”.
El proyecto fue encargado a los arquitectos Alejandro Soffia y Gabriel Rudolphy. “Les pedimos que fuera algo distinto, no una sola construcción, sino varios módulos independientes conectados con una pasarela. Había que aprovechar la ladera del cerro para ganar altura y así tener una mejor vista”.
La distribución se dividió en cinco volúmenes independientes: tres para naves de dos plantas, uno para zonas de servicio con espacios comunes (cocina, comedor, sala de estar con estufa a leña y una terraza en la azotea) y un departamento para el dueño. Cada uno de ellos se distribuye en planta para lograr independencia entre sí, y la mejor orientación hacia el paisaje.
“La construcción del hotel, hecha completamente en madera, se realizó en base a un presupuesto bastante acotado. Para las ventanas, usamos termopanel, ideal para poder disfrutar de la vista sin pasar frío”.
Los conceptos de funcionalidad y sustentabilidad están presentes en la arquitectura del lugar. Cada conjunto está constituido por dos habitaciones con balcón privado y una vista increíble. El proyecto consta de seis habitaciones.
“El proyecto de arquitectura fue muy promovido y premiado en su momento. Hasta el día de hoy llegan extranjeros con libros de arquitectura en donde aparece el hotel”, cuenta con orgullo.
“El nombre La Ritoqueña fue el elegido entre varios, en realidad, pero es el que más nos gustó por qué significa “la de ritoque”, “la que nació ahí”, además sonaba lindo y así quedó”.
¿Cuál es el sello de La Ritoqueña?
El sello del hotel es un trato cercano, cálido y personal. Nos gusta que nuestros huéspedes conozcan el lugar y disfruten de todos los detalles, desde la deliciosa comida que les ofrecemos, hasta los paseos por la playa o los roqueríos, que se metan al mar y disfruten de la playa al natural, que es algo cada vez más difícil. Este hotel fue hecho para recibir a todos aquellos que aman la playa.