La decoradora de mesas y experta en table setting, Alejandra Echávarri, nos abrió las puertas de su casa de campo en Panguipulli. En rincones llenos de magia sureña, naturaleza y mucho significado familiar, nos deleitamos con cinco preciosas propuestas para inspirarse en estas fiestas de fin de año.
Texto: María Inés Manzo C. Fotografía: Javiera Díaz de Valdés. Agradecimientos producción: Constanza Beltrán. Repostería: Maribel Salinas.
UN BOSQUE MÁGICO
“Este es el rincón favorito de mi infancia. Es mi bosque encantado de Arrayán, Pelu Pelu y Boldo, al que voy desde niña. Siempre imaginé que aquí vivían los gnomos, las luciérnagas y los duendes en un micro mundo oculto. Para mí es mágico, además es un lugar donde entra la luz de una manera muy especial, entre los árboles, que ilumina el lago color turquesa de fondo”.
“En este jardín, lleno de especies nativas, aves y musgo decidí armar una propuesta inspirada en “El Cascanueces” y la magia de la Navidad. Una magia que tiene mucho sentido para mí, porque por muchos años fui bailarina de ballet y es una de mis obras favoritas. Los cascanueces de madera me producen emoción y nostalgia. Por eso es una mesa pensada para la familia, especialmente en los niños, en la ilusión de recibir sus regalos la mañana del 25 de diciembre.
Aquí el protagonista es el musgo. La mesa de madera en su estado puro, sin mantel, nos deleita con lo que le fue entregando la naturaleza, entre medio le cayeron hojas y ramas de los árboles. La fotógrafa Verónica Puentes me dijo una vez: ‘el musgo reconoce el árbol que algún día fue’ y esa frase siempre me quedó grabada. En esta ocasión el bosque se integra a la propuesta, por lo tanto, no fue necesario incluir flores. Esta mesa, además, tiene un significado muy especial, ya que fue fabricada por nuestro jardinero Aliro, con madera nativa rescatada del fondo del lago Panguipulli. Eso le da un toque cálido y acogedor.
Hay detalles como los regalitos (empaques de papel verde) que, en su interior, llevan galletas de jengibre y miel hechas en casa. También están presentes los hongos del bosque en decoraciones de madera. En el centro hay cascanueces y soldados, en distintos tamaños y alturas. Y las bolitas de Navidad, tejidas de yute pintado, hacen juego con los vasos rojos con rayas que se asemejan a los paquetes de dulces.
Los platos rojos y verdes hacen match con el plato base de Tuyo Print, emprendedoras chilenas que imprimen en tela preciosas fundas para bajo platos y que va en composé con las servilletas.
El chal inglés que se encuentra en una de las banquetas era de mi abuela, un elemento que me lleva a mi niñez. El canasto de picnic da un toque campestre, y junto a las galletas y el pan de pascua agrega más calidez a este rincón. Esta es una mesa sencilla, pero acogedora, que inspira a colocar elementos de nuestras propia historia”.
CELEBRACIÓN EN EL LAGO
“Esta propuesta es muy especial, porque el lago refleja el alma de la mesa. Incluso pierdes las perspectivas de cuál es el cielo y cuál es el agua. La luz y el silencio, con el marco de las montañas de fondo, calman e invitan a celebrar una cena de Año Nuevo”.
“El entorno entre fauna y naturaleza es ideal para celebrar en familia e, incluso, en pareja, para una cena romántica o íntima. En esta ocasión, el mantel llama la atención con su estampado de rombos, en tonos tierra y detalles negros. Con aires otoñales caen, sobre el mantel y los platos, distintas semillas y calabazas, herencia de una colección de mi madre.
Es una propuesta ecléctica que combina platos ingleses de porcelana de 1900, con un diseño floral en tonos anaranjados y cafés, que quiebra con la geometría moderna de la mantelería. El plato base con borde de oro marca la distancia entre ambos.
Las flores aquí toman mucha importancia, en dos floreros altos de color ámbar, una preciosa variedad de proteas anaranjadas-rojizas le dan el toque colorido y altura a la mesa. Pero sin quitarle protagonismo a los candelabros ingleses de flores, con velas de color negro, que se encuentran al costado y al centro de la mesa. A su extremo, dos jarrones vintage de vidrio soplado con burbujas, también color ámbar. Uno con flores silvestres y otro con agua, completan la propuesta.
Todos estos elementos combinan con unos hermosos vasos de cristal en la misma tonalidad. Su gracia es que desarmados se ven como vasos de diferentes formas, pero al apilarlos forman la figura de un pez koi. En cada lugar hay un marcador personalizado con el nombre de los invitados, servilletas de lino envueltas con pitilla y un detalle con una naranja deshidratada.
Al costado de la mesa, nueces y naranjitas, que aportan color y calidez. Los regalos en un gran canasto de mimbre quedan como una sorpresa para el final de la cena. Y la piel sobre la banca trae ese elemento reconfortante de abrigo, muy característico del sur de Chile. Además, su color blanco se funde con las nubes.
Es una mesa para contemplar y reflexionar. Jugamos con diferentes alturas, desde la banqueta subiendo y bajando con las flores y candelabros para darle movimiento. En el arte de la mesa se lleva mucho el mix and match. Por eso tenemos cubiertos con rayas blancas y negras; direcciones, geometría y estilos diferentes.
Un detalle importante para todas las mesas es que las velas siempre deben estar encendidas o, al menos, tener las mechas quemadas, no son sólo de utilería, les dan vida a cualquier espacio”.
WINTER GARDEN
“Esta mesa es muy elegante, especial para una celebración de Año Nuevo. Además, posee un valor emocional porque se encuentra en el Winter Garden de la casa de mi padre. Él falleció hace algunos años y la herencia para su familia son los terrenos donde hoy estamos. Con sus manos plantó los árboles que nos rodean y las hojas de haya representan su presencia”.
“El arreglo de esta propuesta es sencillo, pero especial, y lo que hoy se usa en floristería, ya que sólo lleva flores y ramas de los árboles del jardín de mi padre. La tendencia apunta a lo silvestre y el movimiento. La gracia es que las flores avancen para todos lados y no tapen la vista entre las personas, para ello en un bol hice una base con malla de gallinero y cinta adhesiva para armar una rejilla. Así, poco a poco, fui ‘armando una cama’ de ramas y flores.
La flor focal es el copo de nieve, de color blanco y muy delicada, que suelta muy fácil sus pétalos. Se complementó con las ramas del haya, el boldo, la flor del arándano (que parecen campanas) y las bolitas amarillas del matico que le dan el punto de luz. Un arreglo así lo puede hacer cualquiera, es cosa de buscar lo que tengan en su jardín.
En honor al Winter Garden, que data del 1800, esta es una mesa totalmente europea, pero también de recuerdos de familia. Esta es una estructura prefabricada de roble, con sus puertas, manillas y ventanas originales, que trajo mi tatarabuelo materno en barco desde Alemania para su casa en Zapallar, y como familia la recuperamos y trajimos al sur. Aquí, literalmente, estamos dentro del bosque, pero en vez de estar a ras de suelo nos encontramos en una terraza a altura de las copas de los árboles y con vista al lago.
Sin mantel, y aprovechando la nobleza del roble, la mesa se viste con los platos antiguos alemanes de Villeroy & Boch de 1800, copas rústicas de color ámbar y cubiertos de la marca francesa Laguiole; los candelabros ingleses y detalles como los vasos de abejas de La Rochere, encantan en un mix de colores en la misma tonalidad.
Lo novedoso se lo dan las manzanas doradas en cada plato (velas) y unos pequeños floreros con flores silvestres. Lo perfecto ya no se lleva, es entretenido ir mezclando épocas y estilos, pero, sobre todo, aprovechar las herencias.
Sin ser excesivo, hay muchos detalles como los colettes de espelma decorados con pétalos de copos de nieve o las servilletas rústicas amarradas con cintas de terciopelo verde, que le da el toque elegante. Los chales de lana, más sofisticados, nos dan calidez”.
DULCE ROSA
“Para mí esta propuesta es como una candy table, me evoca todo lo que tiene que “Para mí esta propuesta es como una candy table, me evoca todo lo que tiene que ver con los dulces, lo delicado y femenino. Me imagino una mesa navideña para compartir con amigas, mis hijas o mi madre”.
“La inspiración nace porque Panguipulli es conocida como la ciudad de las rosas y es, justamente, la flor focal del arreglo, es un homenaje al lugar donde estamos. El color rosado es el que predomina en toda la propuesta. La mesa, ubicada en el living de mi casa, es un espacio muy querido, ya que aquí compartimos mucho tiempo.
Las velas parecen cintas de regalo o dulces antiguos (ubicadas en candelabros antiguos con tulipas de cristal) y hacen juego con el camino de mesa. Hay detalles hasta en las lámparas, desde donde cuelgan bolitas de Navidad de cristal traídas desde la India, talladas y pintadas a mano.
Las flores tienen la gracia que son todas de aquí, con variedad de rosas, matico, ramas de haya y amapolas que aparecieron de sorpresa en el jardín. Los detalles femeninos están en todo, desde las copas burdeo de La Rochere a los platos de cerámica española de la Fábrica Fajalauza. Los platos bases son individuales de Colombia, hechos a mano, con fibra tejida rosada.
Si bien la paleta partió sólo rosa, le agregamos color rojo en las cintas de terciopelo de las servilletas, la guirnalda que adorna la banca, junto a unos rododendros lila y en algunas bolitas de Navidad que se encuentran en la mesa para que no fuera tan monótono.
El juego de altura se da entre los candelabros y floreros de distintos tamaños y formas. Como detalle, y en reemplazo del plato de pan, incluimos pocillos con distintos diseños florales y merenguitos rosados en su interior, que le dan el toque dulce. El servicio tampoco es igual, pero sí en la paleta rosa, al igual que las servilletas, que son paños de cocina de algodón de variados diseños.
Es una mesa elegante, rústica y chic. Con elementos nobles, muy hogareño, pero perfecta para una cena de Navidad. Lo bonito de este espacio es el cambio de luz y la noche, porque gracias a los ventanales que la rodean hay una proyección hacia la península y una vista maravillosa a la naturaleza”.
INSPIRACIÓN NÓRDICA
“La cocina siempre ha sido un espacio que me gusta decorar no sólo porque se tiene todo a la mano, sino porque es parte fundamental de las casas. En la mía se hornearon galletas de miel y jengibre, pan de pascua y kuchen de nuez que acompañan a la mesa. La Navidad está muy presente”.
“Esta mesa sencilla, de uso informal, se vistió con toda la magia de una Navidad nórdica, donde los zorros, las aves y los pinos se tomaron el espacio. Al igual que la mesa del comedor, fue elaborada en la Mueblería Kolping, la más tradicional de Panguipulli, donde trabajan, principalmente, con maderas recicladas.
Aquí no hay mantel y queda a la vista la materialidad y uso diario, con los cajones de madera que contienen frutas y verduras, el sartén de fierro o el paño de cocina blanco y rojo en uno de sus costados. Y, también, lindos detalles como una corona de adviento envejecida.
El protagonista es el zorro que encanta en los jarrones de cerámica de Anthropologie, que a través de la mesa, le fueron dando movimiento a la propuesta gracias a las flores de copo de nieve. Entre medio, y como camino de mesa, los acompañan pinos decorativos verdes, blancos y plateados y los pétalos que cayeron.
Los zorritos también se encuentran en los platos de porcelana de la ilustradora inglesa Hannah Dale para Royal Worcester, que llama la atención por sus diseños de animales con motivos navideños. Esta vez se usaron cuatro platos: un plato base rojo, un plato blanco, un plato rosa y un plato de pan con el diseño que le da vida al concepto.
Los cuchillos de estilo rústico son de la marca francesa Laguiole y las copas rojas con blanco le dan ese aspecto festivo. Como recomendación, si quieren incluir niños a este tipo de mesas, se pueden reemplazar las copas de vidrio por melanina. En combinación con estos elementos, las servilletas son paños de cocina en tonalidades y diseños rojos que parecen bufandas de Navidad, amarradas con cintas de cuadrillé verde. Junto a ellas, los cupcakes glaseados se encuentran en paneras individuales traídas de Guatemala y tejidas a mano.
A lo largo acompañan cuatro velas bancas con rojo que parecen cintas de regalo y se encuentran en candelabros negros. A un costado, un florero de vidrio soplado con burbujas le da altura a la flor copo de nieve. Y en las banquetas se encuentran las infaltables pieles para darle ese carácter hogareño, de abrigo, para una mesa familiar y con muchas preparaciones que fueron hechas con amor”.