Fernanda Saldivia: Oda al kitsch

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Por estos días sus obras se pueden ver en la muestra Fabulaxx, en la galería de arte de Viña Casa Sur. Surrealistas, coloridos y sugerentes, sus cuadros texturados son una mixtura de óleo y acrílico. “Mis monos son súper ambiguos, extraños, muchos de ellos son fusiones. Pero de lo que tengo plena certeza, es que mi obra es honesta”.

Por Macarena Ríos R./ Fotografías Andrea Barceló

La casa de Fernanda es alegre y luminosa, como ella. No podría haber sido de otra manera. De espacios abiertos, los amplios ventanales, con el paisaje cordillerano de fondo, permiten apreciar aún más cada pintura, cada grabado, cada escultura apostada en paredes y estantes. De ella —donde plasma distintas personalidades que son representadas por animales— y de varios artistas de la escena nacional.

“He ido acumulando cosas con los años, cuando viajo me traigo todas las artesanías posibles”, cuenta, mientras su gata Lechuga se pasea por el corredor vidriado. “Mis obras son puros animales, que son representación de personalidades y me da por época. Un tiempo me dio por las vacas. Amo los chanchos, de hecho tengo una colección, pero mi alter ego es mi gata”.

Toda la vida pintó. Pero cuando quiso estudiar arte obtuvo un rotundo no familiar. Entonces lo de Fernanda fue una vuelta larga antes de poder dedicarse a lo que más le gustaba: la pintura. Una vuelta que involucró el estudio de dos carreras: diseño gráfico y licenciatura en Estética —“yo gocé estudiando estética, pero me di cuenta de que lo mío era el hacer más que el teorizar sobre el arte” —, y que culminó con un viaje a Barcelona junto a su marido y sus dos hijos. “Me metí a estudiar en talleres de figura humana y óleo en el Instituto L´ Studi. Cuando estaba allí me ofrecieron montar una exposición individual en el hall del instituto, imagínate”.

¿Qué rescatas de tu paso por Barcelona?
Que por primera vez me creí el cuento. Yo volví a Chile diciendo “me voy a dedicar a esto”. Full empoderada y tomé clases de grabado en metal y grabado verde con la Carola García-Huidobro.

¿Quiénes son tus referentes?
René Magritte, desde chica. Siempre fue él. La primera vez que vi una imagen suya fue en una enciclopedia de arte Salvat, de esas antiguas. Lo amo. Ahora, mi ídola chilena absoluta es Bruna Truffa, una de las propulsoras del arte kitsch de buena llegada.

Tus obras me recuerdan a Chagall
Qué honor, él me encanta. Su manera de pintar es más sutil.

¿Cuál es tu técnica?
Antes hacía harto collage, pero ahora busco tapices, linos o géneros estampados, los mando a entelar en bastidores y pinto sobre eso. Agrego un imprimante transparente sobre el género para que el óleo o el acrílico agarren bien el color.

¿Cómo es tu proceso creativo?
Súper visceral. Nunca hago un boceto ni tengo un tema definido. Tampoco puedo partir del blanco, odio el blanco. Por eso entelo los bastidores y comienzo a crear desde ahí.

HAMPARTE

“Mamá, quiero estudiar arte”, le dijo un día su hijo Gonzalo a Fernanda. El flashback fue inmediato y la remontó a la misma pregunta que ella le había hecho a su papá, años atrás. “Lo senté y le dije las cosas como eran, que iba a ser difícil, que nadie lo iba a ir a buscar a su taller, que las redes de apoyo son muy necesarias, porque uno solo no llega a ningún lado, que iba a tener que perseverar y perseverar”.

¿Cómo ves el circuito del arte?
Las galerías están desapareciendo. Hoy en día la autogestión es la movida y eso en gran parte se debe a las redes sociales. Lo que se viene con fuerza son las ferias de arte, como ArtStgo o FAXXI, porque democratizan el arte y son transversales. Además que el artista está presente, tiene conexión directa con el público, y no pagas comisión, solo el arriendo del stand.

Fabulaxx es una exposición bipersonal, ¿las prefieres?
Encuentro que este tipo de exposiciones se potencian, porque cada artista lleva su público, va más gente, y es mucho más entretenido. La inauguración en la galería de la viña Casa Sur con Paloma Rodríguez estuvo increíble. Y con la Cata Perl acabamos de exponer en Galería Nómada.

¿Qué te inspira?
Los procesos internos. En mi última exposición (Nómada) abrí mis imágenes, como si fueran un espejo, para interpretar la voz interior. Toda la nueva producción se basó en este espejo, que se fundamenta en que todo lo que a ti te gusta o te carga del otro también está en ti.

¿Cómo describirías tu obra?
Mis monos son súper ambiguos, extraños, muchos de ellos son fusiones. Pero de lo que tengo plena certeza es que es honesta, no es pretenciosa. Hoy en día peleo contra la falsedad y el vacío. Esa es mi furia de hoy. Hace poco se hizo una exposición con unos tubos de PVC atornillados a la muralla. Entonces uno dice qué choro, qué rupturista. Pero eso se hizo hace mucho rato, partió con Duchamp. El problema es que si a ti no te gusta, te dicen que no entiendes lo que hay detrás. Ahí está el juego. Y se ha generado un concepto que se llama Hamparte, “el hampa del arte”, que es vender el vacío, les llaman artistas sociales. Una de las críticas más acérrimas sobre este concepto es Avelina Lesper, claro que ella es mucho más radical y kamikaze que yo. Hasta dónde hemos llegado para que ciertas personas, para suplir su falta de talento o de discurso, creen estas cosas medio conceptualistas que al final son vacío, como la obra de arte del vaso medio lleno que se vendió en veinte mil euros. La obra se completa con la experiencia estética del otro lado y siento que estas cosas vacías no aportan ninguna experiencia estética porque no hay nada tuyo ahí.

¿Qué buscas generar con tus obras?
Emocionar, generar sensaciones. No me interesa que me encuentren conceptual ni esnobista o que mis obras estén en tal galería. Eso no me interesa. Quiero que la gente de alguna manera se sienta interpretada con mis obras, que vean algo de ellos ahí, algo que te llene un poco el corazón, que te alivie. Eso busco.

 

“Yo gocé estudiando estética, pero me di cuenta de que lo mío era el hacer más que el teorizar sobre el arte”.

“Las galerías están desapareciendo. Hoy en día la autogestión es la movida y eso en gran parte se debe a las redes sociales. Lo que se vienen con fuerza son las ferias de arte, como ArtStgo o FAXXI, porque democratizan el arte y son transversales”.