Felipe Bengoa, emprendedor: Visionario  

El cofundador de la plataforma colaborativa Enterreno y creador de Mappin dice que la palabra visionario le queda grande, aunque su pasión por rescatar la fotografía histórica chilena lo haya posicionado dentro de los cien jóvenes líderes de nuestro país y su currículo hable de premios y reconocimientos gracias a su indudable aporte al patrimonio. Con cerca de sesenta mil seguidores y Buenos Aires y Barcelona en el horizonte para expandir su emprendimiento de mapas, su invitación es a mostrar nuevas formas de mirar Chile.

 Por Macarena Ríos R./ Fotografías Andrea Barceló A.

Los mapas de Felipe (28) están repartidos por el mundo. Literalmente. Camboya, Vietnam, Australia, Inglaterra, Suiza, Alemania. “Yo mismo llevé uno a República Dominicana. Y es la raja, porque estoy repartiendo pedacitos de Chile a todo el mundo”, asegura con una gran sonrisa, la misma que tuvo, seguramente, cuando abrió su tienda el primero de noviembre del año pasado.

Llevaba casi tres años trabajando on-line en una oficina pequeña donde repartía a todo Chile y el extranjero. “Fue muy emocionante, es como empezar a rayar en una hoja en blanco. Me acuerdo que era fin de semana largo y mientras llegaban los cuadros y los muebles, comenzamos a imaginarnos cómo se iba a mostrar la tienda y a visualizar el espacio final”.

Pero vayamos por parte. Todo comenzó con los mapas y planos antiguos que fueron apareciendo una y otra vez mientras buscaba en archivos y bibliotecas —junto a su socio, Nicolás Fernández— fotografías históricas para su proyecto Enterreno. Los fue encontrando de a poco. Sin querer queriendo. En el archivo de la Cancillería, en el Instituto Geográfico, en la Biblioteca Nacional. Decenas de mapas centenarios, ilustrados por artistas de la época. Algunos, de dominio público; otros, en que había que comprar los derechos de reproducción. Y quiso rescatarlos. Sin pensarlo dos veces creó Mappin. “Jamás me imaginé estar acá. No estudié arquitectura cinco años para tener una tienda de mapas. Salió de chiripazo. Vi la oportunidad y la aproveché”, dice simplemente Felipe.

LA SILUETA DE CHILE

En la tienda hay mapas del 1600, cartografías ilustradas antiguas, planos de ciudades, como la de Concepción, que data de 1895. Un lujo. Y no solo eso, también un mapa de la Tierra Media, que ha sido furor en las redes sociales.

¿Tenías conocimiento del mundo de los mapas?
Muy poco. La Mapoteca es un desastre, además de lo burocrático del sistema, tratan muy mal a los mapas. Cuando he ido a pedir mapas, estos están llenos de calcomanías, de timbres. Muchas veces los he tenido que restaurar digitalmente, pero me gusta dejarles ciertas fallas, como pliegues y manchas, que demuestren su antigüedad.

¿En qué minuto se te ocurrió hacer los mapas conceptuales?
Partió como un proyecto. Se llamó Chile a Mano e invité a ilustradores y diseñadores a reinterpretar la silueta de Chile bajo una mirada y temática propia. Partimos con uno bien genérico que se llamó Mi Chilito. Varios de esos mapas fueron ediciones limitadas con un número de serie que potencia la exclusividad y valor de cada serie.

En muy poco tiempo, Felipe logró diversificar el tipo de soportes para sus mapas: cuadros, láminas, cojines, cortinas de baño, individuales, posavasos, manteles de hule y la vedete del momento: una línea de papel mural.

¿Cuál ha sido el mayor desafío?
Llegar a la gente, y sacarlo del nicho, porque no sé si alguna vez pensaste en comprarte un mapa. Es una propuesta interesante, lo mío fue crear esa necesidad, ese gusto.

Y ha prendido. De empezar vendiendo dos mapas al mes, hoy Felipe vende doscientos cincuenta.

¿Quiénes son tus clientes?
Matrimonios jóvenes que lo ven como una apuesta entretenida, distinta y que en vez de comprar el típico cuadro de París en una tienda de retail, se deciden por un producto nacional que muestra algo tan propio como el territorio chileno.

¿Cuál es el fin de Mappin?
Es una forma de ofrecer cultura de manera lúdica y una muy buena manera de mostrar Chile, con temáticas que son desconocidas, como por ejemplo los hongos o las especies subacuáticas. Son submundos culturales que se van difundiendo a través de los mapas. Eso es Mappin. Acercar a la gente diversos aspectos de nuestra idiosincrasia, cultura, flora y fauna, de una forma más cercana y simbólica. Una forma lúdica de aprender.

Felipe vive solo. Bueno, y con sus mapas. En su departamento hay ocho mapas firmados por distintos artistas. Hijo de un ingeniero civil y de una artista (Gisella Trucco), cuenta que ha trabajado con cincuenta ilustradores y diseñadores. “A algunos los llamé para empezar a hacer los mapas como Marco Bizarri, un exalumno de mi mamá. Gracias a ella he conocido a varios con los que luego he trabajado.

¿Por qué esta fijación por los mapas?
Siempre me ha gustado. Ha sido un interés personal desde chico. Crecí mirando las postales y las revistas Zig-Zag que tenía mi abuelo (el entonces embajador Manuel Trucco Gaete, en el gobierno de González Videla). Crecí rodeado de cosas históricas.

¿Qué se viene para este 2019?
Queremos sacar nuevos productos y formatos, como los puzles. Ahora estoy fascinado con los globos terráqueos. Que seamos capaces de diseñar nuestros propios globos sería genial. También me gustaría hacer algún tipo de intervención de los mapas antiguos con los ilustradores, ir probando cosas.

¿Planes de expansión?
Quiero abrir Mappin en Argentina este año y mi sueño es franquiciarlo también en Barcelona.

¿Dónde está el arquitecto en todo esto?
No hay arquitecto. Hago clases en la escuela de Arquitectura en la Universidad del Desarrollo, donde estudié, pero de Innovación.

FACTOR ENTERRENO

Con más de noventa y cuatro mil seguidores, Enterreno se ha convertido en el Wikipedia de las fotos antiguas. Algo así como un archivo histórico en permanente evolución. Diariamente cientos de usuarios suben a la web registros fotográficos históricos, que el equipo se encarga de fusionar a través de entretenidos montajes con las imágenes actuales. Notable.

El 2016 fue catalogado como el Emprendimiento del Año, lo que implicó seis meses de mentorías, seguimiento y transformación. Los invitaron a participar en charlas convocadas por historiadores, fotógrafos, museólogos. “Lo único que habíamos hecho era hacer circular fotografías históricas que encontrábamos en internet: fotos antiguas y postales de época. Desde el persa, en anticuarios. Las digitalizamos y las subimos a las redes sociales”.

Pero se dieron cuenta de otro componente clave: las fotografías de archivos familiares que permanecían en las casas y a las que nadie tenía acceso, a excepción de la propia familia. “Es obvio pensar que un ariqueño sabe mucho más de su tierra y de la historia local que un santiaguino y que este sabe más de su propia ciudad que un penquista. Entonces creamos una plataforma llamada La Máquina del Tiempo Colaborativa, invitando a los usuarios a subir sus propias fotografías antiguas”.

La gran particularidad que tiene Enterreno —y que les valió estar entre las veinte startups más disruptivas de América Latina y el Caribe a fines del 2017—, es la metodología que se ocupa: la masificación de las fotos a través de las redes sociales, que sea una plataforma colaborativa y traspasar esa información a la aplicación a través de la realidad aumentada. “Lo entretenido es que si tu bajas la aplicación, puedes ver en el mapa ciertos puntos habilitados, que se llaman baldosas históricas. En el centro de Santiago, sobre todo, está lleno. La idea es que en el futuro las municipalidades puedan instalar unas baldosas físicas para mostrar los puntos geográficos a los turistas para que vean el pasado a través de sus celulares y cómo era la ciudad hace cientos de años”.

¿Qué sacaron en limpio durante su estadía en el Miami Dade Collage?
Cuando fuimos seleccionados como finalistas del Demand Solutions 2017, liderada por el BID, y participamos en mentorías y cursos de innovación, aprendimos mucho sobre el manejo de la frustración, que las cosas no funcionen. Pero el fracaso se da cuando tú dejas de intentarlo. Es muy desgastante, pero al mismo tiempo muy reconfortante. Vale la pena. Durante cinco años hemos luchado para sacar adelante a Enterreno. Podríamos haber tirado la toalla al segundo año, pero aquí seguimos.

¿Sin Enterreno hubiera sido posible la creación de Mappin?
Difícil.

¿Te sientes un visionario?
La palabra visionario me queda grande.

 

“Jamás me imaginé estar acá. No estudié arquitectura cinco años para tener una tienda de mapas. Salió de chiripazo. Vi la oportunidad y la aproveché”.

“Los matrimonios jóvenes ven a Mappin como una apuesta entretenida, distinta, y en vez de comprar el típico cuadro de París en una tienda de retail, se deciden por un producto nacional que muestra algo tan propio como el territorio chileno”.

“La Mapoteca es un desastre, además de lo burocrático del sistema, tratan muy mal a los mapas. Están llenos de calcomanías, de timbres. Muchas veces los he tenido que restaurar digitalmente, pero me gusta dejarles ciertas fallas, como pliegues y manchas, que demuestren su antigüedad”.