Nadie puede negar el acercamiento que ha tenido Chile con la ciencia astronómica con la aparición en la televisión, radio y diarios del eminente doctor Maza, científico que, con sus charlas, ha mostrado que la astronomía está al alcance de todos.
Recuerdo que, en la década de los setenta, muchos estudiantes de la Universidad de Chile visitaron el Tololo, para usar sus instalaciones y observar el universo, como nunca antes lo habían visto. Aquí tenían a las dos galaxias más cercanas a la Vía Láctea, las Nubes de Magallanes y un número considerable de nebulosas y cúmulos de estrellas que indicarían parte de la evolución estelar del cosmos.
En aquellos años, el doctor Maza, junto a otros estudiantes de astronomía, como las actuales doctoras María Teresa Ruiz y Mónica Rubio, compartían los telescopios según fueran sus especialidades astronómicas, con otro eminente científico, más contemporáneo: el doctor Mario Hamuy, primerísima opción para ser el futuro ministro del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en Chile.
El doctor Maza se ha convertido en una verdadera superestrella. En estos momentos, su nombre es sinónimo de estrellas, planetas y galaxias. Sus interesantes enseñanzas astronómicas, con un lenguaje sencillo y ameno, tienen un público que sobrepasa los lugares donde se presenta, incluso deben sacar parlantes fuera de las salas para que lo puedan escuchar. Pero hay una serie de datos que quizás el público no conoce de él. Es la parte sabrosa de la vida de un personaje tan interesante.
Cuando se instaló el Observatorio de Cerro Tololo en Chile, el lugar se transformó en una pequeña ciudad en la cima del cerro. Se construyeron casas, casinos, talleres de mecánica y de carpintería y una completa biblioteca astronómica. Pero también había juegos para pasar las horas en que los astrónomos no ocupaban los telescopios. Uno de los juegos más solicitados en aquellos años era el «Scrabble». Nos pasábamos horas y horas con ese juego, durante las eternas noches de invierno, en donde el viento podía llegar a más de cien kilómetros por hora.
Maza, además de hacer sus estudios en la Universidad de Chile, estuvo en Toronto, Canadá, y posteriormente por sus investigaciones fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias, en Chile. Hay un asteroide con su nombre y un instituto en Antofagasta: el Liceo Libertadores de Chile pasó a llamarse Instituto Científico Educacional José Maza.
Su gran pasión de enseñar la ciencia astronómica a la juventud y público en general, lo hizo colaborar con publicaciones en diferentes diarios y posteriormente producir varios libros. A su primer best seller, Astronomía contemporánea, le seguiría Somos polvo de estrellas y, por último, Marte, la próxima frontera, su producción actual con un referente que siempre nos inquieta, por parecerse tanto a nuestro planeta Tierra: el misterioso y súper estudiado planeta Marte, que hace algunas semanas estuvo muy cerca de nosotros y que aún brilla con intensidad en el cielo.
El doctor Maza, junto al doctor Hamuy, y astrónomos de Tololo, fueron los principales investigadores mundiales que dieron inicio al descubrimiento de la expansión acelerada del universo y que terminó dando el Premio Nobel de Física a otros astrónomos que se apoyaron por las investigaciones de supernovas en el proyecto Calán/Tololo. Así nos quedamos a un paso y con gusto a poco de que ellos no aparecieran en esa lista de premiados con el Nobel de Física.