Casa FOA Chile 2025: Diseño que nos vuelve a unir

La muestra de arquitectura, interiorismo y diseño más influyente de Latinoamérica regresó a Santiago después de seis años. Desde Zoco, sorprendió con más de treinta espacios intervenidos y una propuesta que celebró no solo los cuarenta años de la exposición, sino que su legado como un referente cultural y creativo de la región.

Por María Inés Manzo C. / Fotografías gentileza Casa FOA Chile

“Celebrar los cuarenta años de Casa FOA, con una nueva edición en Chile, fue profundamente significativo. No solo conmemora nuestra historia, sino que reafirma nuestra vocación regional. Este regreso se vivió, realmente, como un reencuentro”, cuenta Marcos Malbrán, director de Casa FOA Internacional.

“Cada país tiene su propia voz, y Chile en particular aporta una identidad muy marcada: un fuerte vínculo con el arte, lo simbólico, la naturaleza y una sensibilidad material única. Esta edición tuvo nivel de autoría y concepto muy potente. Mientras Argentina suele mostrar lo experimental y Uruguay lo contemplativo, Chile ofrece una mirada que combina contemporaneidad con raíz cultural. El resultado es profundamente local y, al mismo tiempo, totalmente universal”, agrega.

Es por ello que considera que nuestro país siempre ha sido clave para la plataforma, por eso esta edición marcó un hito simbólico. Un cruce entre generaciones, disciplinas y formas de habitar. Ese espíritu se sintetizó en el lema curatorial 2025: Espacios que unen, una invitación a reconectar desde el diseño.

Durante noviembre, y en el corazón de La Dehesa, Zoco fue elegido por su carácter urbano y comunitario. Para Malbrán, la decisión fue natural. “Este lugar representa muy bien la idea de comunidad. Es un espacio vivo, con identidad barrial y escala humana”.

El edificio —originalmente proyectado como hotel— quedó a medio construir tras la pandemia, y ese “inacabado” se transformó en una oportunidad creativa. “Era el lugar perfecto, amplio, luminoso y con una entrada preciosa. Tenía algo mágico, como si esperara a que lo habitáramos con diseño. Además, la distribución permitió recrear como una revista en vivo, donde cada espacio fue una página distinta que invitó a descubrir texturas, colores e historias”, señala Ignacio Pérez Cotapos, director de Casa FOA Chile.

Todo ello se complementó con una atractiva cafetería, bar, instalaciones de arte y una galería con obras contemporáneas que amplificaron una experiencia que disfrutaron no sólo expertos en diseño y decoración, sino que visitantes de todas las edades, que incluyó colegios y universidades.

HABITAR

“En estos cuarenta años, Casa FOA ha sido un laboratorio de tendencias. El habitar pasó de lo funcional a lo emocional y sensorial. Hoy se entiende como una experiencia integral, atravesada por tecnología, bienestar y sustentabilidad. Esa mirada se reflejó también en los espacios de la edición chilena. Diseñadores y arquitectos exploraron materiales nobles, tecnologías discretas, iluminación inteligente y propuestas que dialogaron con la memoria y la modernidad”, cuenta Marcos Malbrán.

Entre los espacios más comentados destacaron propuestas que combinaron oficio, identidad y una poderosa narrativa visual. La cocina y estar de Francisca Varela, por ejemplo, conquistó a los visitantes con su equilibrio entre artesanía y contemporaneidad, mientras que el comedor austral de Sofía Iturralde evocó la atmósfera profunda de la Patagonia a través de pátinas envejecidas y una sensibilidad material única. Dentro de las propuestas artísticas, el Espacio de un Coleccionista, de Jorge Arón y Jaime Navarrete, fue especialmente destacado por su cuidada selección de objetos, piezas de arte y atmósfera íntima, que invitó al visitante a sumergirse en el mundo personal y emocional de un amante del diseño y la cultura.

El premio principal, Medalla de Oro de Casa FOA Chile 2025, recayó en la dupla de Pablo Guzmán y Andrés Blanco, cuyo bar de hotel —una capilla pop iluminada en neón— rindió un homenaje inesperado y vibrante a David Bowie, convirtiéndose en uno de los rincones más fotografiados de la muestra. A ellos se sumó la propuesta de Julio Maturana, uno de los pocos expositores consagrados, quien presentó un ambiente que evidencia oficio, madurez y una narrativa cuidadosamente construida.

También destacó el espacio de encuentro de Kai Gildemeister, un dormitorio minimalista con una cama XL repleta de cojines, un gesto lúdico, sensorial y extremadamente fotogénico que se transformó en una de las experiencias más comentadas por el público y una de las postales más compartidas en redes sociales.

NUEVOS TALENTOS

“Tuvimos espacios sorprendentes. La gente decía: ‘Yo quiero estar/vivir aquí’. Ese es el efecto de Casa FOA. Creo que uno de los grandes valores de esta edición fue la fuerza creativa de las nuevas generaciones. La mayoría de los participantes eran jóvenes. No los conocía y me sorprendieron por su talento y entusiasmo. Hubo mucha colaboración; se prestaban materiales, se ayudaban. Fue precioso”, señala Ignacio Pérez Cotapos.

Ese espíritu conecta directamente con la visión curatorial de Malbrán, “Espacios que unen buscó proyectos que integraran generaciones, disciplinas, historias e identidades. Fue una edición construida desde la colaboración, no desde la competencia”.

Además, Pérez Cotapos destaca que estos nuevos talentos llegaron con una energía distinta, audaz y necesaria para renovar la escena local. “Los jóvenes se atrevieron. Apostaron por el color, la mezcla de materiales, el humor y la experimentación. Eso refrescó la muestra completa”, comenta. Para él, esta edición demostró que el diseño chileno vive un momento fértil, donde nuevos talentos dialogan, de igual a igual, con nombres consagrados. “Lo más bonito es ver cómo se inspiran entre ellos. Esa mezcla de oficio y frescura es lo que finalmente impulsa al diseño hacia adelante”, asegura.

Por otro lado, destacó la integración sutil e inteligente de la tecnología, no de manera invasiva. La muestra incluyó obras desarrolladas con inteligencia artificial, sistemas de iluminación precisos, sonido envolvente y materiales innovadores que elevaron la percepción del espacio sin protagonismos excesivos. “No se trató de pantallas gigantes, sino de una tecnología que mejoró la experiencia”, añade Pérez Cotapos.

DISEÑO CON PROPÓSITO

Para esta edición, la dimensión social permanece intacta. “Nuestra vocación social se expresa en el eje educativo: promover la profesionalización, visibilizar talentos emergentes y acercar tendencias al público general. Además, en Chile, la alianza con AdDI (Asociación de Diseño e Interiorismo de Chile) y la participación de empresas líderes consolida un ecosistema donde industria y diseño se retroalimentan. Cuando industria y diseño trabajan juntos, crece todo el ecosistema creativo”, afirma Malbrán.

“Con esta nueva apuesta esperábamos que los visitantes se llevaran inspiración. Si salieron con una idea nueva, una emoción o una mirada distinta, el objetivo está cumplido”, agrega.

Mirando hacia el futuro, Ignacio Pérez Cotapos adelanta que Casa FOA Chile no será un evento aislado, sino el inicio de un camino sostenido. “Ojalá podamos hacerla cada dos años,” comenta, consciente del entusiasmo que generó esta edición. Su objetivo es consolidar la muestra en Chile, fortalecer la presencia regional e incorporar nuevos referentes. “Quiero traer gente de afuera, arquitectos y diseñadores de Argentina, Perú, Brasil… que sea algo realmente latinoamericano. Además, con una agenda más viva, con charlas, recorridos y participación activa de universidades”. Para él, Casa FOA recién comienza su nueva etapa en Chile, y lo que viene promete ampliar horizontes e inspirar a toda una comunidad creativa.

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