Eso es lo que más le motiva y apasiona a esta ingeniera comercial viñamarina, fundadora de la Buhoteca y cofundadora de Germina. El primero, un emprendimiento ligado al fomento lector y comprometido con el desarrollo infantil para un futuro sostenible. Y el segundo, una iniciativa que busca apoyar a mujeres vulnerables y que estén emprendiendo en el mundo de los alimentos. Ambos proyectos de la Región de Valparaíso y que buscan ser un aporte social.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía Javiera Díaz de Valdés y gentileza de Bárbara Díaz
Reconocida como Joven Líder 2020, por la Fundación Piensa en la categoría innovación, Bárbara Díaz Gómez (26) se ha ido involucrando en un sinfín de proyectos e iniciativas de la Región de Valparaíso relacionadas con emprendimientos y que le permitan contribuir con la sociedad. “Desde muy pequeña me llamaba la atención cómo funcionaban los negocios y las empresas, pero mi camino en la universidad me fue guiando a que yo misma podía emprender y trabajar en lo que me apasionara. Por eso mi objetivo es ser un aporte a mi entorno, a mi región y mi país, y ayudar a otros para que puedan explotar, de la mejor manera, sus capacidades”.
Fue así que mientras estaba desarrollando su proyecto de título, como ingeniera comercial de la Universidad Andrés Bello, creó Buhoteca, una plataforma que comenzó formalmente el 2017 para fomentar la lectura en los niños y que hoy busca generar experiencias educativas enfocadas en el desarrollo infantil para un futuro sostenible.
Poco tiempo después fue parte del primer laboratorio de innovación social de la región, Esc Working, donde cofundó Germina, un proyecto ganador de Innova FOSIS 2019, en donde apoyan a mujeres que emprenden en el área de los alimentos para que puedan conseguir su independencia económica.
Pero eso no es todo, el alma inquieta de Bárbara la ha llevado a participar activamente de ONG a nivel mundial como WeLoveU, relacionado con los derechos humanos y el desarrollo sostenible. También fue mentora de Frena la Curva Chile, iniciativa ciudadana cuyo objetivo es organizar la cooperación social frente a la pandemia del coronavirus. Actualmente es asesora del Proyecto Reactívate Sercotec V Región y coordinadora de planificación estratégica de Enchúfate Chile, que busca disminuir la brecha digital del segmento adulto de la población.
Además, desde el año pasado con Buhoteca, es miembro del equipo motor de comunidad B Valparaíso, grupo de organizaciones que participan del ecosistema regional y comparten el interés en el cuádruple impacto: social, ambiental, económico y cultural.
LA BUHOTECA
“Buhoteca nació como un proyecto para fomentar la lectura (desde los cuatro a los doce años), pues es fundamental que se creen más iniciativas para contribuir en la calidad educacional de nuestro país y potenciar sus habilidades. La lectura es primordial desde la primera infancia, pues estimula el lenguaje, el vocabulario, la imaginación y el ponerse en el lugar de los otros”.
“Así comenzó el trabajo con experiencias educativas basado en ‘cajitas literarias’ por suscripción. Pero hoy es más que eso, pues tiene como objetivo promover el desarrollo infantil a través del beneficio de la lectura y el juego como principales herramientas de aprendizaje. Además, incorporamos una segunda línea de trabajo con programas educativos integrales para niños y niñas, para padres, madres o cuidadores”.
“Sobre todo en este tiempo de incertidumbre, los padres también necesitan herramientas para trabajar con sus hijos y apoyar su desarrollo educativo. Es fundamental realizar trabajos colaborativos con sus círculos más cercanos, al igual que con instituciones externas. Por eso también colaboramos con algunas fundaciones para llegar a la mayor cantidad de niños de la región. Queremos reducir las desigualdades, disminuir las brechas en el desarrollo cognitivo del lenguaje, que todos tengan los mismos beneficios y accesos, sin importar su condición socioeconómica”.
También se trabaja el concepto de desarrollo infantil para un futuro sostenible…
Sí, hoy una de las claves es que podamos estar a la par de los desafíos de este siglo, donde hay que promover otro tipo de valores y habilidades. Es decir, que ayuden a un crecimiento sostenible e inclusivo. Si a los niños no les entregamos esas competencias claves no estamos a tono lo que se vive: desde trabajar el pensamiento crítico, el escénico, el autoconocimiento, la resolución de problemas, la colaboración y la empatía.
¿Quiénes te han apoyado en la Buhoteca?
Gracias a mis papás tuve el primer impulso para poder financiar esta idea y, a principios del 2018, conocí a Macarena Lucero, directora del laboratorio Esc Working, quien me mostró el mundo de la innovación social y con quien trabajo hasta la fecha apoyando tanto Buhoteca como Germina, donde somos fundadoras.
¿Qué cursos realizaste?
Como nos pilló el estallido social y la pandemia, aproveché ese tiempo para capacitarme y tomar varios cursos relacionados con políticas de desarrollo infantil, neurodidáctica, cómo trabajar el tema de la medición de datos, evaluación de proyectos sociales, políticas públicas, gestión, entre otros. Si bien estoy desarrollando un proyecto de educación no soy educadora, y por ello necesitaba herramientas que me permitieran tener un conocimiento mayor para aplicarlo en el proyecto.
¿Cómo tuviste que reinventarte durante la pandemia?
En Buhoteca trabajábamos mucho de manera presencial, participamos en varios eventos, como el Chiki Fest del Jardín Botánico, con un stand de lectura para los niños y sus padres. Siempre fomentando el juego y experiencias entretenidas como la mediación lectora. Además de distintos talleres y charlas diferenciadas por rangos de edad. Ahora el trabajo ha sido online, hasta que sea seguro volver. También estamos apoyando un proyecto de Santiago; un programa taller para trabajar las habilidades blandas de niños de los ocho a los doce años. La idea es que sea gratuito a través de Zoom en el mes de febrero.
Lamentablemente la brecha educacional aumentó más en este período…
Ese es un tema súper importante y delicado, la educación en casa trajo muchos problemas, por la falta de conexión a Internet o por no tener computador, tablet o celular. Asimismo, muchos padres de las familias más vulnerables, no pudieron ayudar a sus hijos a estudiar porque debían trabajar. Claramente, la educación se vio perjudicada y la brecha volvió a aumentar. Es más, el año pasado estuve en contacto con Fundación Vivienda de Valparaíso, donde hicieron un estudio en el que se demostró que una situación de hacinamiento a los niños les influye mucho y no logran aprender porque están estresados. Por eso más que nunca es importante apoyarlos como sea posible.
¿Cuáles son los próximos proyectos?
Estamos en busca de financiamiento a través de un crowdfunding, porque diseñamos un nuevo programa para trabajar las inteligencias múltiples. Queremos que sea abierto y gratuito, pero necesitamos apoyo porque contempla material audiovisual, diseño, edición de material y una plataforma de aprendizaje para alojar el contenido. La idea es que los niños tengan otra visión de ellos mismos y entiendan que todos somos diferentes y tenemos habilidades distintas que nos hacen únicos. Es muy interesante porque pueden potenciar habilidades que no conocían. Siempre trabajando con explicaciones amigables y actividades prácticas y desde nuestra posición de mediadoras (no en el rol profesor-alumno) para que se sientan en confianza.
GERMINA
Germina nace de una convocatoria que se lanzó el 2019 desde Innova FOSIS, programa pionero en proponer innovación social en el Estado, a partir de un concurso abierto. “El año que ganamos el tema era violencia intrafamiliar y decidimos trabajar en cómo apoyar a las mujeres a tener independencia económica a través de sus negocios. Para ello generamos un perfil de usuaria, que fueran parte del Registro Social de Hogares y con un producto viable en el área de alimentos, como empanadas, tortas, mermeladas, huertos y otros”.
“Así hicimos un convenio con SernamEG (Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género), a través de su programa de jefas de hogar. La primera vez trabajamos con cuarenta usuarias de Viña del Mar, Valparaíso, Catemu, Limache, Olmué y alrededores”. Desde entonces ya han replicado la iniciativa en La Araucanía con treinta mujeres más en una segunda convocatoria y, en septiembre del año pasado, una tercera vez con veinte alumnas de la Región de Valparaíso.
¿Cómo trabajaron el tema de la violencia intrafamiliar?
Decidimos no mencionarlo entre las usuarias para que no se sintieran vulnerables. Pero sí era importante poder apoyarlas para que saliesen de su círculo, pues muchas de ellas viven con sus agresores, lo que repercute en que no puedan tener un lugar tranquilo de trabajo o si se van de sus casas perder sus espacios.
¿De qué se trata el programa?
Diseñamos un programa educativo con cinco unidades. Partimos con formalización de negocios, porque uno de los problemas más grandes que tienen es que sólo pueden venderle a su familia, amigos o vecinos. Lo que impide que puedan ser proveedoras de un almacén, pastelería o emporio. Entonces las ayudamos a acceder a otro tipo de clientes y encontrarles puntos de venta. También trabajamos con el desarrollo de habilidades y de equipo. Potenciando la comunidad y esta red de mujeres. Después educación financiera, modelos de negocios y comunicación.
¿Qué fue lo más complejo?
Producto de la pandemia llegamos hasta la segunda unidad presencial, alcanzamos a hacer visitas en terreno a CREAS (Centro Regional de Estudios en Alimentos Saludables) de Curauma y a un emprendedor de Caleta El Membrillo. Pero tuvimos que reestructurar las clases por Zoom; el gran problema es que las usuarias no tenían integración tecnológica y tuvimos que capacitarlas. Así logramos terminar los módulos online a lo que le sumamos una plataforma de aprendizaje, donde alojamos el contenido, evaluaciones y cápsulas audiovisuales.
¿En qué están ahora?
Hasta la fecha ha funcionado muy bien y sigue atendiendo un emporio colaborativo que diseñamos en Cumming, Valparaíso, pues queríamos que las usuarias tuvieran un punto de venta estable. Además, integramos una cocina escuela, bajo las normas del Ministerio de Salud, para que pudieran cocinar sus productos con los permisos correspondientes. Y este año comenzamos un proyecto colaborativo con México con la aplicación Abiertto (www.abiertto.com), un sistema similar a Uber Eats, pero enfocado solamente en mujeres emprendedoras del área de los alimentos. Desde Germina inscribimos a nuestra usuarias gratuitamente y ya estamos replicando nuestro modelo de trabajo allá, pero adaptando el idioma para que sea universal.