La casa de los galeristas Matías Ruiz-Tagle y Paz Tortoli respira arte. Cada rincón, cada espacio, cada ambiente denota no solo una cuidada estética, sino un profundo cariño y respeto por el mundo artístico. De estilo ecléctico, los cuadros, grabados y esculturas buscan el sitio perfecto para lucir en todo su esplendor. Obras de Miró, Smythe, Roser Bru, Balmes, Bororo e Ignacio Gana son apenas una pequeña muestra del tesoro que guardan sus paredes. Arte y decoración, una dupla con estilo que llegó para quedarse.
Por Macarena Ríos R. /Fotografías Javiera Díaz de Valdés
Fue el mismísimo Santos Guerra quien le sugirió a Matías que se dedicara a la venta de arte. “Siempre acompañé a mi mamá a sus clases de pintura con Matilde Pérez y uno de nuestros vecinos era Francisco de la Puente. De alguna forma el arte siempre estuvo ahí”.
Corría el año 2014, cuando comenzaron a coleccionar y a vender obras a través del Instagram @galeriart.cl. El boca a boca hizo lo suyo y corrió como reguero de pólvora, generando ingresos que superaban el de los trabajos que ambos tenían. Entonces, decidieron formalizar el emprendimiento con la misión de democratizar el arte.
¿Lo dulce y lo agraz de tener una galería de arte online?
Es algo que nos apasiona a los dos y que lo disfrutamos mucho. Hay veces en que cuando compramos un cuadro lo atesoramos un tiempo en nuestra casa antes de venderlo. Cuando un amigo o un familiar nos compran una obra de arte, te abre las puertas de su hogar y eso es impagable. Lo agraz es que, al ser un negocio muy de nicho, es una industria muy celosa y competitiva. Te toca a veces relacionarte con gente que pretende vender falsificaciones y eso ensucia un poco la industria. Cuando un cliente cree y confía en ti, se genera un vínculo que no se rompe nunca más.
Los define el arte contemporáneo y dicen que el arte está ciento por ciento vinculado con la decoración, que son los colores, las formas y las figuras las que crean el hilo conductor que definirá el concepto que se quiera transmitir. “Un espacio bien decorado, con buenas obras de arte no necesariamente costosas, genera placer a cualquier persona, y el placer genera bienestar”.
En cuanto a sus obras favoritas de la casa, cada uno tiene su tendencia. A Paz le gusta mucho un acrílico original de Smythe que tiene en el comedor y un gran cuadro de Patricio Ulloa que descansa sobre el sofá del living; Matías se decanta por las esculturas cinéticas de Matilde Pérez.
¿Existe alguna tendencia artística en la actualidad?
Te diría que existen dos tendencias; la primera evoca un poco al arte geométrico que internacionalmente siempre ha sido cotizado y que ahora va al alza. La más conocida localmente, sin duda, fue Matilde Pérez, pero hay otros grandes exponentes nacionales de las décadas del sesenta y setenta, como Vergara Grez, Elsa Bolívar y Miguel Cosgrove, que a la gente les gustan mucho. Últimamente han salido varios artistas emergentes que están trabajando en esa línea como la Cata Cáceres, Christian Mono Lira y Carla Effa. La otra tendencia es el realismo, que en Chile está empezando a sonar fuerte, un estilo que le gusta bastante al público joven. Una de nuestras apuestas es Raúl Pizarro, que va a montar una gran exposición individual a fin de año en el GAM.
RECORRIDO
Detrás de la pesada puerta de roble de la entrada, un cuadro que Cata Abbott les hizo especialmente, da la bienvenida a la casa de techos altos y espacios generosos. A su lado, una colección de muñecas atacameñas que compraron a una decoradora. Un poco más allá, un cuadro de Carmen Aldunate y, a la derecha, una obra de Miró que trajeron de España, “de la casa editora de Miró”.
El cuadro de Cata Abbott, que retrata a la familia, fue un regalo que le hizo Matías a su señora para un cumpleaños. “Explica un poco nuestra historia familiar, con las mascotas de esa época, las fechas importantes, los lugares, nuestros gustos particulares. Es muy especial”.
El punto focal del living es un gran óleo sobre papel de Patricio Ulloa que descansa sobre un sofá en tonos beige. A un costado, una lámpara de pie que enamoró a Paz apenas la vio en una tienda de antigüedades. Más allá, unos sitiales negros tapizados en seda, las mesas de centro de pino Oregón son de Único Diseño, el sofá de estilo francés y pintado al albayalde fue retapizado con un estampado de flores.
En este espacio luminoso conviven esculturas en bronce de Mario Toral y Oscar Barra, esculturas en gres de María José Romero y Hugo Marín, la obra La marraqueta de Balmes, “apetecida por todo el mundo, porque es súper escasa”. El estilo ecléctico logra la perfecta armonía entre las cajas de luz de Pollo Lavín y una lámpara antigua con un pie dorado que la compraron en Las Siete Vidas del Mueble.
Los plintos de roble reciclado que sostienen las esculturas de Ignacio Gana y María José Romero las trajeron del sur.
La mesa de comedor vidriada con bases de madera restauradas en color negro, de una decoradora italiana, fue una herencia familiar. Sobre ella, una escultura en cerámica gres de María José Romero. Las sillas Breuer son de Sur Diseño, la licorera de @fibrapais, que está al lado de un cuadro de Smythe. “Tengo devoción por esa obra, la amo. También me gusta mucho la escultura en bronce que simula un submarino-avión de Oscar Barra, en tonos azul piedra, que está en el living”, comenta Paz.
La alfombra de diseño italiano se la compraron a la decoradora Francesca Bassi. En una de las paredes, una colección de platos de porcelana, algunos de la bisabuela de la dueña de casa.
Tienen montones de libros de arte apostados en mesas, repisas y donde haya un espacio libre. De Matta, Bororo, Boticelli, Carmen Aldunate, Rodolfo Opazo, Roser Bru, Ruperto Cádiz, Cienfuegos, Balmes, Toral. La lista es larga. “Cuando empezamos en esto, era imperativo instruirnos y la única forma de hacerlo fue comprando libros de arte y leyendo”, aseguran. “A mí me gusta mucho Veinte poemas de amor de Toral, que me lo regaló y dedicó. A Matías le encanta uno de Julio Le Parc, comprado en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires”, explica Paz, decoradora por vocación.