Así se llama la última apuesta del escultor, músico y arquitecto Andrés Becker, que acaba de exhibir en Las Brisas de Santo Domingo. De mediano y gran formato, y con una gran riqueza en los detalles, sus obras en bronce, cobre, madera, acero y soldadura al estaño hablan de un oficio impecable y de un dominio absoluto de la técnica. “El desafío de esta investigación y la búsqueda que me motiva es otorgar movimiento a estas figuras geométricas duras”.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías Andrea Barceló
Podríamos decir que lo de Andrés es el arte de contar historias, el arte de tender puentes a través de piezas muy elaboradas con lo complejo e ininteligible. “Ahí está la belleza”, dice. En esta, su quinta entrega individual, la escultura le permite mostrar su particular manera de ver la realidad a través del ejercicio de repetir una misma estructura básica en diferentes escalas.
Primero fueron los Lego. Más tarde, un taller de madera escolar. Con hábiles movimientos, sus manos fueron creando universos paralelos que atesora hasta hoy. “Esto de construir cosas lo vengo haciendo toda la vida; creo que es algo con lo que nací. Cuando era niño trataba de copiar todo lo que veía en la televisión”.
¿Escultor autodidacta?
Ciento por ciento. La evolución, el enfoque y hasta donde he llegado, solo me lo ha enseñado el material y mi constante obsesión por cuestionarlo hasta los límites y probar todas las combinaciones y resultados posibles. A soldar al arco también aprendí solo. En el campo de una amiga había un taller con herramientas y me dejaron usarlas. Encontré un disco para arar la tierra, le puse patas, tapé los hoyos e hice un disco para la parrilla. Nadie me dijo nada, pero la lógica y el hambre de experimentación me obligaron a encontrar mi propio método para aprender. Tenía dieciséis años.
“Con la batería me pasó un poco lo mismo: La experimentación y perseverancia es lo más constante que tengo y mi mejor talento. No dibujo bien y no tengo buenas terminaciones, pero la búsqueda por mejorar los detalles es lo que me destaca. Esa es mi principal virtud”.
Su primera muestra individual fue justamente donde acaba de exponer: Las Brisas de Santo Domingo. “Yo no estaba preparado ni pensaba en hacer una, pero un amigo trabajaba ahí y uno de los artistas que iba a exponer se bajó a última hora. Con la ayuda de mi familia, que es mi pilar fundamental para lograr lo que tengo, agarramos todas las obras, camión y a la playa… Se llamaba Sombra, error y rutina. El día de la inauguración se vendieron tres obras y, al día siguiente, me compraron las otras quince. Fue muy loco, negocié muy mal, pero fue una aventura instalar las esculturas.
Con el paso del tiempo, esas aventuras comenzaron a replicarse no solo en Chile, sino en el mundo. “He expuesto en Nueva York, en el Museo del Louvre en París, en la Feria Olhe Brasil en Sao Paulo, en el IV Salón Internacional de Esculturas en Buenos Aires, en Miami River Art Fair en Estados Unidos, entre otros lugares”.
¿Qué significa ser artista?
Contar historias, despertar sentimientos, generar conflictos, provocar. A veces es terrible porque nada tiene sentido y luego todo tiene sentido. Es bien de altos y bajos. A veces, las obras que más trabajas quedan insípidas y otras que salen rápidas y simples tienen más profundidad. En algún momento de mi vida fue importante lo que los demás opinaran acerca de mi trabajo; hoy pienso que es irrelevante.
¿Cuál es tu propuesta con Fractales?
Mi propuesta, en esta exposición, fue dar movimiento y expresión a figuras geométricas, que por su configuración son cerradas y herméticas, como el hexágono o el cubo. Y eso lo logro con la comunicación y el viaje entre una y otra figura.
¿Siempre trabajas a gran escala?
El formato grande me acomoda, me permite desarrollar lo que quiero de mejor manera, porque hay más tiempo para cambiar una idea y buscar más opciones.
¿Qué te inspira?
La inspiración no es lo importante, lo importante es trabajar: Uno puede tener millones de ideas, pero que estas se transformen en realidad, ahí está el verdadero desafío para mí. Una obra terminada te deja un camino por explorar y te da material para una nueva experiencia. Y eso es inspirador.
¿Cuánto te demoras en terminar una obra?
Unos cuatro meses. Esto nunca va a ser negocio.
¿Quiénes son tus referentes?
Mis referentes son arquitectos: Zaha Hadid, Morfhosis, Thom Mayne, Frank Gehry, Renzo Piano, artistas que cuestionan la realidad de nuestras ciudades con sus obras y crean un futuro al cual le creo y quiero participar de su visión.
¿Proyectos?
Mi sueño dorado es cambiar las torres eléctricas de alta tensión por esculturas, tengo muchas ideas y diseños. También me encantaría hacer obras gigantes a lo Francisco Gazitúa, como, por ejemplo, alguno de mis árboles a gran escala, como una intervención en la ciudad.
www.andresbecker.com
Instagram: enfermo_inc