Ximena Trincado: Sinergia social

directora Fundación MARA

Con una energía exponencial y la empatía a flor de piel, esta ingeniera comercial se ha convertido —en muy corto tiempo— en un puente efectivo entre las escuelas rurales y la entrega de herramientas STEM, que no solo buscan mejorar la calidad de vida de las comunidades, sino impactar en su entorno a través de la creación de valor social y el talento colaborativo. “Que el lugar donde tú naciste no marque tu futuro. De eso se trata MARA y ese es mi propósito en la vida: que todos tengamos las mismas oportunidades y llegar a tantos niños y mujeres emprendedoras como sea posible”.

Por Macarena Ríos R./ Fotografías Javiera Díaz de Valdés y gentileza entrevistada

 Tiene cuarenta y nueve años, dos hijos, un hermano que heredó la misma veta social y una casa en el campo que es su refugio. Fanática de los KPIs (hoy OKRs), el networking y las conexiones improbables, dice que una de sus cruzadas es que la gente conozca más acerca de lo que significa la innovación social.

“Una vez le escuché decir a un deportista “el talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos” y eso es justamente lo que queremos hacer en Fundación MARA: que todos, niños, colaboradores, emprendedores, pongan sus habilidades a disposición del otro para crear algo tan maravilloso como la sinergia social que yo tanto amo”.

Con una infancia difícil y una reciente enfermedad autoinmune a cuestas, asegura que MARA le salvó la vida. “Hay un sicólogo brasileño que habla de las bioneuroemociones y que dice que las enfermedades son la punta del iceberg de las emociones no tratadas y ahora que lo veo en perspectiva, eso me pasó a mí”.

¿Qué significa Mara en tu vida?
Es mi propósito, mi forma de sanarme. Significa poder dejar un legado concreto, no desde el romanticismo. Tengo dos hijos —José Francisco (23) y Javier (21)—, que se sienten orgullosos de su mamá, porque ellos saben mi historia. El otro día me preguntaron a quién admiraba y dije que a mí, porque me ha costado un culo todo esto, luchar conmigo misma ha sido un acto de valentía, luchar por sacar esta fundación adelante me ha fortalecido. Porque finalmente en esas niñas me veo a mí también”.

Habla rápido, la sonrisa pegada en la cara, los rulos desenfadados. Quiere desarrollar las habilidades para el siglo XXI en los niños y adolescentes, pero también quiere involucrarlos, enamorarlos, desafiarlos.

“Cuando tú les entregas estas herramientas, se dan cuenta de que pueden y cuando lo hacen son capaces de comerse el mundo. Y ojo que acá hay un doble discurso de los problemas, cuando por ejemplo hablamos de lo dañino que es el plástico y la necesidad real de reciclar, y después les regalan un juguete de plástico. Más que satanizarlo, nosotros les mostramos el origen del plástico, que en un principio tuvo un beneficio loable: evitar la matanza de animales. ¿Sabías que antes las bolas de billar se hacían con el marfil de los colmillos de los elefantes? ¿Y que el plástico vino a reemplazar a la concha de las tortugas como materia prima para la obtención del carey? Lo que hacemos es enseñarles a pensar más allá, a desarrollar ese pensamiento crítico, a trabajar en la creatividad y la comunicación, a expandir el mensaje tal como lo haces tú desde tu rol como periodista”.

Pero eso no es todo. No. Ximena, junto a un tremendo equipo detrás, busca hacer partícipe a la sociedad civil a que contribuya con su grano de arena. Y para ello trabaja con las empresas a través de cuatro pilares: acción, motivación, resiliencia y asociatividad.

EL ORIGEN

El programa Her Global Impact —donde es mentora y profesora— y su declarada veta social, tuvieron mucho que ver con lo que hace hoy, porque comenzó a ver el mundo desde otra perspectiva. “En 2018 logré llevar a ochenta niñas de distintos colegios de Catemu a una actividad a la Universidad Santa María. Me acuerdo que mientras íbamos viajando se me ocurrió preguntar para qué eran buenas y una me dijo para las matemáticas, ah genial le dije, ¡una ingeniera! No pues tía, si eso es para los hombres. Y ahí me cayó la teja y me di cuenta de que podía ser el puente perfecto para llevar estas nuevas tecnologías y herramientas a los sectores rurales, porque la brecha cultural y educacional es tremenda”.

La idea fue creciendo en su corazón. “Tengo un compañero de camino que me apoya en todo, mi Jose, mi marido, mi fan number one con el que vamos a cumplir veinticinco años de matrimonio. Es como mi cable a tierra, me ordena, me ayuda a concretar. Lo admiro profundamente, su integridad, su consecuencia. Al primero que le conté fue a él”.

Junto a Graciela Montes crearon MARA, el 2021. Como buena ingeniera comercial, se metió de cabeza a estudiar y a conocer conceptos como sostenibilidad ambiental, social y gobernanza empresarial. Se dio cuenta de que el relacionamiento comunitario que tenían las empresas era muy desde el asistencialismo, no del impacto donde está el verdadero cambio Y empezó a trabajar con ellas. “Entrenamos a los colaboradores en design thinking, una metodología ágil para resolver problemas. Al poco tiempo nos percatamos de que no se conocían entre ellos y que, con estas actividades, empezaron a conectar, a hacer equipo, a trabajar mejor, entendieron los problemas de la empresa, empatizaron mucho más y se sintieron representados”.

Capacitaron y entrenaron a los trabajadores para que fueran, ellos mismos, quienes les enseñaran a los niños en los colegios estas metodologías para en conjunto encontrar soluciones a problemas reales que había en la empresa, ocupando la tecnología y la sustentabilidad. “Crearon un prototipo y lo presentaron a la compañía frente a los gerentes. No te puedo explicar sus caritas de orgullo y felicidad al ver que lo que habían hecho servía de verdad y que se podía aplicar, que no había quedado en una estantería”.

¿Qué ha sido lo más significativo de todo esto?
Lo más lindo que aprendí en este camino es que el hecho de desafiarlos y creer en ellos es tan o más importante que entregarles las herramientas de STEM o design thinking.

¿Qué se viene?
Junto a Kasandra Leiva, directora de Dronity, les enseñamos a los niños a programar drones. Este curso avanzado está diseñado para que los estudiantes de enseñanza media obtengan su licencia de piloto de drones, que son utilizados en minería y agricultura y que están regulados por la DGA. Con Carolina Lagos, de Conexciencia, desarrollamos programas basados en STEM: electricidad, astronomía y programación en Scratch. Si logramos financiamiento, desarrollaremos un programa de robótica utilizando bloques Lego. Ella es mi partner con la que creamos el modelo KO para MARA y la que me apaña en todas y junto a mis exploradoras marinas, Carolina Ezquer y Mayra Figueroa, fundadoras de la Academia de Exploradores Marinos, estamos creando aventuras acuanautas y misterios marinos para que los niños incorporen la ciencia y el STEM a través de la gamificación (aprender jugando) y el uso de las TICs (tecnología de la información y las comunicaciones).

“Además de una reciente alianza con Valentina Ripamonti y su productora 500 nanómetros, que trabaja con realidad aumentada en los colegios, estamos en conversaciones con una academia de inglés para crear cursos específicos y llegar de una manera concreta a chicos. Estamos convencidas de que los idiomas y la programación son una herramienta absolutamente necesaria y exponencial para el logro de sus sueños”.

¿Qué falta?
Financiamiento. Contamos con un gran equipo y varios talleres: Start Up Junior, electricidad, astronomía, desarrollo de proyectos, programación de Scratch, drones y robótica, pero necesitamos los recursos para lograrlo y llevar a cabo nuestras actividades. Tengo mucha confianza en que en la medida que más empresas y personas conozcan nuestro trabajo y vean los resultados que hemos logrado y podamos visibilizar a los chicos, chicas y emprendedoras, más empresas resonarán con nuestro propósito. La asociatividad y alianzas entre la academia, las empresas y las organizaciones sociales son fundamentales para el crecimiento y para aumentar nuestro impacto.

AGENTE DE CAMBIO

 En su agenda de color turquesa, Ximena escribió una frase de Ema Watson que la moviliza todos los días: “Si no soy yo, ¿quién? Si no es ahora ¿cuándo?”. “Es mi manera de motivarme”, dice.

Apasionada, creativa, sagitario y artista. Curiosa siempre. Le encanta pintar mujeres “porque tienen una belleza interior poderosa, porque son valientes, porque son capaces de ir contra viento y marea, y romper con sus miedos desde el crecimiento y eso es muy potente”.

Amante de la innovación social, y del talento colaborativo (la base del modelo Ko), dice que a la gente le falta conocer y saber más cómo poder innovar con un foco social, “porque finalmente lo que generas son recursos que derivan en un empoderamiento económico que impactan a su vez a muchas otras personas. Para que la innovación sea sostenible en el tiempo tiene que tener un modelo de negocio”.

¿Qué te inspira?
Hay un poema de Gabriela Mistral que me encanta y es mi inspiración. “Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino”.

¿Qué ha sido lo más desafiante?
Traspasar ese propósito a mis equipos, porque la mayoría viene de mundos y miradas distintas, pero cuando se logra es una maravilla. Conectar con las empresas también ha sido un reto, pero gracias a Dios nos hemos encontrado con gente que les ha hecho sentido nuestro mensaje, que es un win win para todos.

¿Te sientes un agente de cambio?
Todo el rato, porque yo cambié. Soy una catalizadora, quiero trabajar por ese impacto positivo, ese que realmente ayuda, no desde el discurso, sino desde el hacer cosas.

¿Que nos falta como sociedad para avanzar en la inclusión en el amplio espectro de la palabra?
Vernos, reconocernos. Yo amo la sinergia social, en donde todos estamos involucrados en este mundo. Seríamos mucho mejores personas si trabajáramos en ella, si dejáramos de lado nuestras diferencias y las abrazáramos, si camináramos juntos hacia ese bien común y no lo digo desde la utopía o el romanticismo.

¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?
Dont tell me, do it!

Si te encontraras con la lámpara de Aladino, ¿qué pedirías?
Aperturas de mente, no tantos egos.