Un grupo de alumnos de la Universidad Adolfo Ibáñez, junto a su profesor guía, ideó un innovador dispositivo biomédico que permite disminuir o anular el Temblor Esencial de los pacientes. Una apuesta única en el mercado mundial y que apunta, en una segunda etapa, a atacar enfermedades como el Parkinson que hoy padecen más de cuarenta mil chilenos.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía Andrea Barceló A. y gentileza de UAI Viña del Mar
Uno de los trastornos de movimiento más frecuentes es lo que se denomina Temblor Esencial, una enfermedad heterogénea, que afecta a hombres y mujeres por igual y puede presentarse a cualquier edad, aunque sobre los cuarenta años es más probable. Sobre los sesenta y cinco años se estima que una de cada cinco personas la padece, y comúnmente en los adultos mayores suele ser confundida con Parkinson. Es un movimiento muscular involuntario que aparece de repente, sin causa conocida, y puede darse tanto en la postura como en un movimiento intencionado. Es más, se calcula que un 4% de la población mundial lo padece en extremidades superiores, cabeza, mandíbula, laringe, tronco, cara y extremidades inferiores.
Ante esta problemática —y luego de varios años de estudio e investigación— un grupo de alumnos del Campus Viña del Mar de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) creó Grace, un dispositivo biomédico de fácil uso, ligero y portable que, a través de impulsos eléctricos, busca ser una alternativa a las cirugías o fármacos para tratar esta dolencia.
Federico Jensen (alumno de ingeniería civil informática), Felipe Nagel (ingeniero civil en bioingeniería) y Alex Carimán (ingeniero civil en minería), junto al profesor de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UAI y director del Centro de Bioingeniería, Cedric Little, comenzaron a trabajar en este proyecto hace más de cuatro años y hoy buscan comercializarlo a nivel mundial.
Ganadores, el 2018, del primer lugar en el Concurso de Emprendimiento Universitario Virginia Tech Global Entrepreneur Challenge, Estados Unidos —donde compitieron con trece equipos finalistas universitarios de diferentes países—, han llamado la atención con un desarrollo único en biomedicina.
“Desde nuestros inicios tuvimos una evolución drástica, de ser una simple idea de estudiantes de primero y segundo año, a tener inversionistas y conformarnos como empresa. Desarrollar tecnología médica es muy difícil en Chile, hay muy pocos precedentes y apoyo financiero. Además, como país siempre somos reconocidos como agricultores o mineros. Por eso hoy, orgullosamente, estamos volviendo a nuestro país en un referente en la materia dando soluciones que pueden competir con empresas de desarrollo de medicina en Estados Unidos o Alemania”, señalan.
TEMBLOR ESENCIAL
“Grace (nombre inspirado del inglés “gracia” y moverse con elegancia) comenzó como una forma de aplicar nuestros conocimientos profesionales y ser un real aporte social entregando nuestro capital humano. La motivación inicial fue el padre de Felipe Nagel, médico cirujano que sufre Temblor Esencial. Así comenzamos a investigar cómo, a través de la estimulación eléctrica, se podía mejorar la calidad de vida de las personas y facilitarles tareas tan cotidianas como escribir o maquillarse”, cuenta Federico.
¿Por qué deciden utilizar estimulación eléctrica?
Por la literatura médica se sabe que el origen de esta enfermedad es neuronal y se manifiesta como contracciones musculares, que hacen, por ejemplo, que te tiemble la mano. Como una contracción muscular no es más que electricidad pensamos cómo interferir en esa electricidad de manera poco invasiva. No nos queríamos meter con el cerebro, pues hoy las soluciones son cirugías intracraneales peligrosas y muy caras. Tampoco la opción eran las pastillas, que conllevan efectos secundarios; así creamos un algoritmo y un dispositivo propio para atacar el problema directamente.
¿Cuáles fueron los primeros resultados?
Tras un año de pruebas —con conocidos, amigos y voluntarios con esta enfermedad— detectamos que de un total de treinta personas obtuvimos un 80% de casos exitosos, logrando una reducción de temblores entre un 80% y un 100%. Hoy trabajamos con centros de estudios donde realizamos pruebas semanalmente, con cinco pacientes diferentes, de ambos sexos y distribuidos en toda la gama de edades.
“Sólo en Estados Unidos se estima que sobre diez millones de personas sufren Temblor Esencial. Hemos investigado con pacientes muy jóvenes y nuestro primer caso de éxito fue una chica de diecinueve años”, señala Cedric.
En cuanto al Parkinson, este afecta, actualmente, a siete millones de personas en el mundo y se proyecta que, en el 2040, esta cifra se incremente a doce millones, según el Journal of Parkinson Disease. En Chile se calcula que hay cerca de cuarenta mil personas con esta enfermedad que tiene mayor prevalencia en los mayores de sesenta y cinco años.
¿Cuál es la diferencia del Temblor Esencial con el Parkinson?
Si bien el Temblor Esencial se parece mucho al Parkinson, porque se ven las manos temblar, el origen neuronal es distinto. El Parkinson es un temblor constante e incontrolable, en todo momento. Pero el Temblor Esencial se manifiesta sólo cuando una persona trata de hacer un esfuerzo de motricidad fina.
¿La idea original era trabajar con ambas enfermedades?
No, la verdad es que todo nuestro estudio y tecnología fue pensada en el Temblor Esencial, pero nos ocurrió que un voluntario nos contó, luego de exitosas pruebas, que él tenía Parkinson y no Temblor Esencial. Ahí nos dimos cuenta de que también funcionaba para estos pacientes.
VIRGINIA TECH
“Gracias a un acuerdo con el Concejo de Innovación de San Diego, acabamos de participar, en noviembre, de un gran evento y feria de emprendimientos en California, donde fuimos la única empresa fuera del área de San Diego y Los Ángeles. Esta fue una tremenda oportunidad para que nos conocieran, relacionarnos con otras iniciativas e inversionistas. Ello se suma al premio recibido en Virginia Tech donde, gracias a las gestiones de la universidad y la unidad UAI+D, pudimos recibir el primer lugar en innovación que nos abrió las puertas en Estados Unidos”, señala Cedric.
En San Diego presentaron su último prototipo…
Sí, cada vez estamos más cerca del producto final. Comenzamos literalmente con una caja llena de cables que no era nada funcional para el día a día. Tras muchas pruebas hemos ido perfeccionando el dispositivo, achicando esta caja para que sea más pequeña e inteligente. Este ha sido un desarrollo totalmente desde cero y por eso cada paso ha sido más complejo que el anterior. Hoy el dispositivo es un poco más alto que un celular, tiene treinta y seis horas de autonomía, se instala debajo de la ropa con cintas deportivas que lo afirman. Posee una pila, una placa (o como le llamamos “computador interno”), y dos cablecitos que mediante los electrodos generan la electricidad que van directamente al antebrazo.
¿En el área médica con quienes están trabajando?
Desde los inicios nos hemos asesorado con el papá de Felipe, que como médico nos ha guiado en varios temas. Y actualmente estamos trabajando con el Centro de Trastornos del Movimiento (CETRAM).
¿Está patentado?
Sí, patentamos el dispositivo en Estados Unidos por la USAPTO (United States Patent and Trademark Office) y tenemos una patente en proceso para la zona europea.
¿Cuál es el próximo paso?
Buscamos venderlo a nivel global, que alguien pueda comprarlo en una farmacia o encargarlo por internet. Por ahora calculamos que saldría a la venta entre trescientos a cuatrocientos dólares, primero en Estados Unidos para validarlo y luego en Chile. Esperamos que los médicos lo receten y el dispositivo sea lo más pequeño posible, ojalá del tamaño de un celular. Pero lo más importante es que se regule automáticamente, sin importar la edad o musculatura de la persona. Por ello estamos en busca de más inversionistas y aumentar nuestra red de contactos. Hacer ciencia en Chile no es económico ni rápido, y emprender en esta área tampoco es sencillo, pero estamos muy orgullosos de nuestro trabajo que, desde Viña del Mar, ha logrado abrir un precedente para el mundo.