Paula Mac-Guire: Manos en el barro

ceramista gres taller Wilki

Innova, busca, enseña, disfruta, es el día a día de Paula Mac-Guire, dedicada a la cerámica gres en el taller que mantiene en su casa, donde también se aprecian las piezas que ha creado y las de sus, más que alumnas, amigas.

Por Soledad Posada M. / Fotografías Sonja San Martín D.

Junto a su madre, Keka Acevedo, Paula Mac-Guire comparte su gusto por la cerámica gres. En su casa, que a la vez mantiene como taller y sala para enseñar a sus alumnas, se acumulan las piezas de diversos colores, como tierra, blancos, verdes, azules, mostazas, morados y rojos, producto del trabajo con la cerámica. Vasijas, vasos, jarrones, platos, pocillos, entre otros, adornan todos los rincones del hogar.

Al salir de cuarto medio, Paula estudió Diseño de Vestuario en el DUOC, por lo que también confecciona trajes a pedido. Pero su pasión por trabajar con sus manos no se detuvo ahí. Hace veinte años asistió a un curso de escultura con Sandra Santander en los Artistas del Acero, y desde entonces no ha parado de aprender diversas técnicas manuales y artísticas, como acuarela, orfebrería, pintura, óleo, tapicería, patinas, telas, stencil, packing con origami, bordado y resina.

Con la cerámica gres se encontró durante un viaje a Montecarmelo en Santiago. En el lugar aprendió la técnica, y de vuelta en Concepción, siguió trabajando junto a Carolina Cerda. Tanto le gustó el trabajo con esta cerámica que, finalmente, se quedó con esta actividad, y ya cuenta con su propio taller, llamado Wilki.

TERAPÉUTICA

Wilki es un taller innovador, donde las integrantes pueden crear piezas propias, innovando en las técnicas. “Buscamos la belleza en distintos tipos de cerámica. Y los jueves tenemos juegos de experimentación, para encontrar otras formas de llegar a algún resultado nuevo”.

Debido a su encanto por la cerámica gres, Paula ha viajado a muchos lugares del mundo, donde ha aprovechado de contactarse con los artesanos y visitar sus talleres. “Es un intercambio cultural. He estado en Marruecos, Estambul, Egipto y Buenos Aires”.

¿Qué significa para ti la cerámica gres?
La cerámica gres ha resultado ser, con el paso de los años, una forma de expresión maravillosa para mí, con la que me quedé luego de peregrinar por muchas técnicas diferentes. El contacto con el barro, la tierra, es una forma de experimentar, de reflexionar y un medio de concentración en mi vida. Un minuto de calma en la locura y rapidez de lo cotidiano.

¿Qué aprenden las personas que asisten a tu taller?
Aprenden el manejo de una técnica que está presente en la vida del hombre desde casi su aparición, cuando crear cuencos era una necesidad para conservar los alimentos y también comerlos; una conexión con la tierra, que se transforma en una experiencia que se puede vivir a cualquier edad. Otro aporte indudable del taller es la socialización con otras personas que comparten el mismo interés por la cerámica. Lo que explica la baja rotación en las alumnas del taller.

¿Qué es lo que más te gusta de la técnica?
La versatilidad creativa de la cerámica es lo que me ha mantenido fiel a esta técnica por tantos años. Con el modelado a mano se puede hacer todo lo que permiten las manos: lulo, placa, ahuecado, escultura y piezas utilitarias. Hay infinitas posibilidades de crear con la cerámica.

¿A qué le llamas el jueves de experimentación?
Los jueves de experimentación son los días que hacemos cerámica mi mamá y yo, junto a dos amigas, Carmen Hernández y Luz María Dall’Orso, con quienes llevamos muchísimos años juntas y probamos técnicas diferentes, pastas diversas y esmaltes. Las locuras más grandes ocurren ese día, fruto de estos jueves han sido nuestras exposiciones colectivas.

¿Cuál es el proceso para obtener una pieza de cerámica gres?
Primero traigo la pasta de Santiago o la pido a España. Se amasa muy bien, porque no puede quedar con aire, y amasar es la mejor forma de sacarlo. Luego, se da forma a la pieza, en placa, ahuecado o lulo, sobre una mesa de amasado o sobre madera. La pieza finalizada se deja secar. En verano, en menos de una semana se seca, y en invierno se demora más. Después del secado, la pieza se introduce en un horno a novecientos grados, de cinco a ocho horas, y de ahí sale un bizcocho. Posteriormente, se pinta con esmalte para cerámica y de vuelta al horno a mil doscientos sesenta grados, de ocho a doce horas. Hay cerámica para baja temperatura, las pastas son hechas para alta temperatura.

¿Cuáles son tus proyectos?
En la cerámica, continuar creando, experimentando, jugando. En abril, seguir con un taller para hombres. También, esperamos pronto poder incursionar en Raku, una técnica cerámica centenaria japonesa, y sobre todo seguir pasándolo bien en cada curso.

 

“Buscamos la belleza en distintos tipos de cerámica. Y los jueves tenemos juegos de experimentación, para encontrar otras formas de llegar a algún resultado nuevo”.

“La versatilidad creativa de la cerámica es lo que me ha mantenido fiel a esta técnica por tantos años”.