Patrimonio: otra oportunidad para celebrar

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Cada mes de mayo se celebra el Día del Patrimonio, y pese a que este año 2022 se modifica el nombre a “Día de los Patrimonios” para dar mayor “pluralidad” a dicha celebración, la verdad es que siguen intactos los mismos desafíos desde que se instauró esta loable iniciativa en 1999, en los mismos años en que comenzaba a germinar la postulación de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad.

La última semana de mayo volvemos a asumir este gran desafío de tomar conciencia del valor del patrimonio histórico y cultural a lo largo del país. En la región de Valparaíso y, en particular, en la comuna del mismo nombre, la tarea cobra mayor relevancia en cuanto a la existencia de un patrimonio material e inmaterial reconocido nacional e internacionalmente. Sin embargo, cada año vuelven a quedar en evidencia las grandes tareas pendientes que no solo pasan por la responsabilidad del mundo público y privado, sino también por la sociedad en general que habita en la ciudad donde dicho patrimonio se encuentra emplazado.

En el caso de la ciudad–puerto, en un ya lejano 2 de julio de 2003, la UNESCO establecía el Sitio de Patrimonio Mundial a una parte del casco histórico por ser «testimonio excepcional de la fase temprana de globalización de avanzado el siglo XIX”. Ya han transcurrido casi veinte años desde aquella tan esperanzadora noticia y la verdad es que hay tantas tareas pendientes que, hasta cierto punto, parece que en aquellas dos décadas en vez de avances han existido retrocesos, en especial, en sectores como el Barrio Puerto, el que, si bien mantiene el potencial para algún día ser recuperado, hasta la fecha su estado general es peor de lo que estaba al momento de la declaratoria del año 2003.

¿Falta de inversión pública y privada? Sí, lógicamente ahí hay una variable relevante, pero también falta formación de conciencia patrimonial desde la etapa preescolar y primaria, la que, llegando con profundidad a la sociedad, permitiría que sus ciudadanos, en la vida adolescente y adulta, tuvieran un mayor compromiso con el incalculable valor que tiene la ciudad.

Los destrozos y vandalismos que hemos observado en los últimos años en el sitio patrimonial dan prueba de que hay una desconexión brutal entre lo que se suele entender por patrimonio histórico-cultural y la valoración que la propia ciudadanía hace de él. Como ejemplo de lo anterior, fue el despiadado ataque que recibió en su momento el edificio de El Mercurio de Valparaíso, y que le provocaron tal magnitud de daños que hasta la fecha se ha hecho imposible su recuperación. En este caso, por razones ideológicas, no importó que se tratara de una de las obras emblemáticas de la ciudad, y que en su interior existiera el archivo del diario más antiguo de lengua castellana, es decir, con la memoria de la propia ciudad.

No obstante, volviendo a la celebración del Día de los Patrimonios, en un balance general se puede decir que el instaurar un día especial para la celebración ha sido útil para que la ciudadanía en Valparaíso, y también en el resto del país, tenga mayor conciencia de que en cada ciudad, cada pueblo, cada rincón del territorio hay huellas materiales e inmateriales que deben ser conservadas y conmemoradas. Sin embargo, junto a ello, se requiere una política responsable —que incluya educación— que proteja de forma preventiva y no reactiva el patrimonio en peligro, impidiendo, de una vez por todas, las pérdidas irreparables que cada año ingresan al doloroso inventario que no ha dejado de crecer.