En la localidad rural de Talcamávida, entre Buchupureo y Cobquecura, Parque Las Nalkas sorprende con sus increíbles casas en los árboles, insertas en un bosque nativo. Un sueño para muchos y una verdadera aventura en las alturas, ideal para disfrutar en estas vacaciones de los beneficios de la naturaleza.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía gentileza Parque Las Nalkas
Con un diseño simple, pero muy encantador, Parque Las Nalkas, ubicado en la Región del Biobío, ha cautivado a los amantes de la vida al aire libre y a todos aquellos que siempre quisieron tener su casa en un árbol. Una experiencia única para desconectarse y conocer los encantos del sur de Chile.
La idea partió por el sueño del surfista y emprendedor Paulo Lombardi, quien, enamorado de la zona de Buchupureo, estaba decidido a encontrar un lugar cerca del mar y la naturaleza. Tras una larga búsqueda fueron los mismos locatarios los que lo llevaron a un increíble terreno, de veintidós hectáreas, en medio de un valle e inmerso en un bosque nativo. “Paulo ideó todo este proyecto de manera muy creativa. Se instaló con su casa rodante y con la ayuda de los lugareños y amigos fue armando los senderos que, inicialmente, eran para conocer mejor el lugar, fue así que con el tiempo nació el concepto del hotel”, nos cuenta su pareja, Ana Luisa König, diseñadora y quien está a cargo de las relaciones públicas del parque.
Oficialmente, Parque Las Nalkas abrió el 2015, pero el proyecto se demoró unos años en estar listo, ya que la preocupación siempre ha sido proteger la flora y la fauna autóctonas e intervenir lo menos posible.
“Paulo ha viajado mucho por Chile y el extranjero, por lo que siempre tiene muchas ideas. Si bien primero pensó en un terreno para estar cerca de la comunidad de surfistas, el encanto de este lugar fue tan impactante que nunca más se movió de allí y se dio cuenta de que iba a ser su proyecto de vida”.
Lo primero que se armó fueron los senderos. Su visión era que la gente pudiera disfrutar del encanto de la zona, por lo que los recorridos por el valle, poco a poco, se transformaron en un circuito de trekking con espectaculares miradores o estaciones a gran altura (hoy intervenidos por artistas), para maravillarse y descansar a medida que se recorren.
MAGIA Y ENCANTO
Cuando ya estaban listos los senderos, faltaba un espacio para que los visitantes pudieran pasar la noche, pero no podía ser cualquier tipo de estructura y surgió la idea de hacer casas sobre los árboles. “Había que preservar el lugar, pues Buchupureo es una zona forestal, pero donde, lamentablemente, toda la primera línea está devastada. Paralelamente, y luego de conocer el terreno en profundidad, surgió la idea de hacer canopies, pero cuando estaban instaladas las plataformas la idea de hacer cabañas sobre los árboles fue inmediata”.
La primera en construirse fue la Casa Bruja, una casa en el árbol, de un ambiente, para dos personas, con una cama de dos plazas sobre un altillo y cocina americana equipada. Pero donde el gran protagonista, por supuesto, es un precioso árbol que pasa por medio de la estructura. Luego se fueron armando las demás estructuras fabricadas con madera y fierro, y pintadas con colores negro y rojo.
Casa Eucaliptus es una espectacular casa del árbol de tres pisos, para seis personas, con una preciosa terraza y vista inigualable hacia el valle. Y para quienes quieren ir en grupo, Casa Castillo sorprende con dos ambientes, para seis personas, rodeada del bosque nativo.
“Dormir en un árbol genera una sensación maravillosa, con un leve movimiento, que realmente te saca de lo cotidiano y te hace estar más presente con el entorno. Sin duda es una experiencia única, donde hay una tranquilidad inigualable. Pero también, para los menos aventureros, se construyeron dos bungalows en tierra (para dos personas) y con chimenea para el invierno”.
VIVIR LA NATURALEZA
Recorrer los senderos —de aproximadamente dos kilómetros— tiene un encanto tan grande como dormir en los árboles. En ellos hay miradores con vista al valle y de fondo al mar, puntos de descanso, columpios, vertientes de aguas cristalinas (que se pueden apreciar mejor en invierno) y naturaleza que está a simple vista. “En esta zona hay mucha flora y fauna (sobre todo aves) endógena, propia del bosque nativo como copihues, peumo, boldo, quillay, maquis, nalcas, helechos, orquídeas y más. Es muy importante preservar estos ecosistemas que, por años, han sido devastados”.
Para complementar estos espacios mágicos se construyó un área de descanso donde hay una amplia piscina para quienes se alojen en Parque Las Nalkas. También hay un Club House que ofrece actividades y cafetería. “Esta es zona de microclimas y abundan los productores de frutas como las papayas, las frutillas y, también, las setas. Y por supuesto tenemos increíbles productos del mar”.
“En primavera se puede apreciar el valle lleno de flores; en otoño, los distintos colores de las hojas y, en invierno, el bosque frío y húmedo hace que todo esté más verde. Visitar el parque es una invitación para salir de la rutina. Sobre todo después de esta pandemia que ha sido tan agotadora para todos y porque es necesario cuidar nuestra salud física y mental”.