Óscar Barra: Arte surreal

A través de esculturas, pinturas, grabados y dibujos, el mundo onírico de este artista traspasa cualquier soporte y técnica. Inspirado en el cine de ciencia ficción y la literatura fantástica de Bradbury, Borges y Verne, los sueños, el color y la libertad creativa atraviesan todas y cada una de sus obras. “Ser artista es una forma de vida”, asegura.

 Por Macarena Ríos R./ Fotografías gentileza entrevistado

Es viernes por la noche. A un costado de un auditorio abarrotado de gente, Oscar Barra, el artista, el admirador de Jacques Cousteau y la genialidad de Gaudí, se concentra. Con pinceladas certeras va dibujando lo que hace rato tiene claro. El público eligió la palabra “mar”, y esa será la que oriente la obra que pintará in situ. “Aquí no hay azar, ni ejercicio, ni error. Todo está en mi cabeza, visualizado de principio a fin”, me dirá más adelante.

Es la primera Velada con el Arte en la región. También, la primera vez que un colegio abre sus puertas. Una instancia inédita de los galeristas Christian Jander y Matías Ruiz-Tagle, que busca conectar a las personas con el arte, los artistas y su proceso creativo, a través de la creación de VACO (Viña Arte Contemporáneo).

Obras de diversos formatos y técnicas están apostadas en las paredes, esperando a ser subastadas. De artistas consolidados —algunos de renombre internacional— y emergentes. Y mientras el martillero va presentando cada una de ellas, Óscar se aboca a su trabajo y pasión frente a todos, ajeno por completo del bullicio y la música.

¿Por qué pintas?
Un día, paseando por el centro de Chillán, de la mano de mis padres, vi unas pinturas en lo que para mí era una tienda (no sabía que se llamaba galería). Recorrí cuadro por cuadro. El asombro se apodero de mí y recorrió todo mi cuerpo, como si se activara algo que estaba dormido. Nunca había visto una pintura en vivo. Ahí, justo ahí, supe que eso era lo quería hacer toda mi vida: pintar.

¿Cómo enfrentas un lienzo en blanco?
Con decisión. La claridad es algo fundamental. Un artista no es un aficionado ni un aprendiz. El artista sabe lo que quiere y lo hace. Tomo la tela en blanco y la cubro completamente con pigmento negro… en oposición al blanco, me voy al otro extremo para «matar el blanco». A continuación, y de inmediato, pinto el fondo.

Los colores atraviesan tu obra, ¿siempre fue así?
El color ha tomado fuerza con el pasar de los años. Los primeros cuadros eran casi monocromos y oscuros, influenciados por los acontecimientos de mi vida y el entorno de mi hábitat por ese entonces. Hoy se ve todo más colorido, como el tiempo que me ha tocado, pero también por elección, por las lecciones bien aprendidas, la experiencia con la materialidad, con los pigmentos. La necesidad de que todo brille con luz propia y trascienda más allá de la obra. El color es poderoso, es una fuerza arrolladora con el poder de transformar.

¿Cuándo sientes que una obra está lista?
Siempre tengo muy claro dónde empieza y cuándo está lista una obra. Desde el inicio y en cada momento. Hasta que pongo la firma.

“SER ARTISTA ES UN PRIVILEGIO”

El jardín de su casa en Chillán exacerbó su curiosidad e imaginación infantil. “Era una especie de selva inexplorada y misteriosa. En ese tiempo quería ser científico, los insectos que dibujaba eran la perfección máxima de la evolución de la vida”.

En esa época, mientras una tía le regalaba materiales para pintar, “me dio por hacer comics e inventé un personaje llamado «el Hombre Rayo». Debo haber tenido unos siete u ocho años. Las historias eran cortas y él siempre ganaba. Mi historieta favorita era 5 por infinito”.

¿Qué te dio la academia?
Me dio las herramientas básicas para aprender y dominar las diferentes técnicas. También el conocimiento en el campo del color, la composición y el uso del espacio.

Mi gran maestro fue Eduardo Meissner, un artista y docente de la escuela de Arte de la Universidad de Concepción. Tenía una gran admiración por la Escuela de Viena. En Europa estuvo en contacto con Oscar Kokoschka y Le Corbusier. Sus historias estaban llenas de encanto y sabiduría”.

Y termina con una frase decidora: “sólo un artista puede encaminar a otro artista”.

 Sus pinturas, sus obras, hablan de un mundo surreal. ¿Sabes qué me atrajo? Su misterio, su amplitud de visión, su multiuniversalidad. La conexión con los sueños, con la imaginación sin límites y también la poesía implícita en su relato visual. Al final, así es como funciona mi mente.

Aunque dice que prefiere la intimidad de su taller y que lo suyo no son las inauguraciones interminables ni tampoco las conversaciones para arreglar el mundo, hace poco realizó una visita guiada para la actual exposición colectiva Cisne Negro, de la que forma parte junto al grupo surrealista homónimo @cisnenegro2022, en el Museo Palacio Vergara. “Estuve todo un día junto a la compañía incondicional de mi pareja y artista Fabiola Lefiman. Realmente lo disfruté aunque terminé agotado. La gente parecía feliz con mi presencia, lo cual me motiva a repetirlo”.

¿Qué significa para ti ser artista?
Ser artista es una forma de vida, una manera de ver el mundo y la realidad que no se ajusta al canon de «la normalidad». Todo lo que he hecho desde que tengo memoria es dibujar y pintar. Lo que era «un juego» cuando niño hoy es mi trabajo, mi legado, mi propósito. Para mí ser artista es un privilegio… y voy a trabajar muy duro para devolver al mundo este gran regalo.