En la punta del cerro Yungay, en una comunidad ecológica, la artista visual, María Francis, imagina mundos y seres fantásticos de cara al Pacífico. Todos los fines de semana se instala en el paseo Dimalow, una de las tantas callejuelas empedradas del Cerro Alegre, para mostrar su arte intuitivo. “Mi trabajo está unido invisiblemente a Valparaíso; su arquitectura, sus colores, pluriculturalidades y caos, han influido en la inspiración y el desarrollo de mi obra artística durante su evolución”.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías Javiera Díaz de Valdés
Los dedos de pianista acarician los lápices y eligen uno que más tarde bailará sobre el papel como si tuviera vida propia. Bailará a sus anchas, con la libertad que otorga el arte de la improvisación que tanto le gusta. “Me inspira la creación, la naturaleza, los sueños, los sentimientos, la música, las sensaciones, formas y colores”, comenta, como una declaración de intenciones.
“Los colores para mí son vibraciones de luz con las que el cuerpo conecta sensitivamente generando flujos energéticos. En una obra, el color formula un lenguaje que se conecta con las emociones”.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Mi proceso creativo está ligado a la inspiración que puede darme un estado contemplativo. Desarrollo un trabajo de improvisación a partir de lo observado o la canalización de una información de fantasía interior. La obra se va componiendo a tiempo real, y surge sin mayor premeditación. Resuelvo acertijos que se van entramando y me expando todo lo posible en el papel.
A cada obra le pone un nombre, “como si fueran una gestación, necesito verlas paridas, conocerlas mejor, significar qué me dicen o qué podría evocar a otros. Las titulo para guiar así su interpretación”.
¿Qué representan?
Mis obras representan mi canalización creativa singular, una reinterpretación de la existencia a través de poesías visuales, en donde seres y paisajes fantásticos aparecen y siento la necesidad de traerlos a esta realidad y que me acompañen. El trabajo artístico para mí ha sido el más profundo y poderoso ejercicio terapéutico.
¿Quiénes son tus referentes?
Más allá de mencionar artistas puntuales, tengo como referencia el trabajo de muchos seres autodidactas que trabajan el arte de manera innata. Corrientes artísticas como el arte intuitivo, el folk art, el arte marginal, el arte bruto, el arte visionario, contienen obras que admiro y que tengo como referencia para mi propio proceso.
“Amo la naturaleza, los animales, los planos sutiles, las infancias. Para mí, la creación de este universo es mi arte favorito. Lo que algunos llaman Dios para mí es la Creación y su trabajo es lo que más admiro”.
¿Cuál es tu sello?
Mi sello se ha ido afinando con el tiempo. Guarda relación con lo que me inspira, con la improvisación que realizo, la fidelidad a la esencia, el disfrute del trabajo, la apertura a la experimentación y la libertad singular de decidir cada trazo y color. El dibujo pictórico, como técnica, es poco reconocido, los materiales que utilizo y la experiencia que tengo con ellos son también un aporte al sello personal en mi obra.
Aunque dice que le gusta mucho la idea de plasmar sus sueños gráficos en grandes dimensiones y que ha explorado en la pintura y el muralismo, por el momento prefiere el papel y los materiales que le permiten trabajar en ese soporte, también los formatos que puede llevar siempre consigo. “Mis obras toman mucho tiempo de terminar, el trabajo minucioso y los detalles me fascinan; he aprendido a validar que las obras de arte en pequeño formato pueden ser tremendos tesoros”.
¿El mejor consejo?
Seguir creando, incluso ante la inseguridad de lo que uno hace y la duda de hasta dónde se puede llegar con el arte. Alguna vez fui una niña que dibujó para poder expresarse y liberarse, y fue ese consejo, el que siguiera adelante, el que me llevó a dedicarme a lo que más amo hacer.
Además de su arte, estudia sicología y realiza diversos talleres junto a su pareja, el músico argentino Alejandro Muné, bajo el nombre Libre Impro: un proyecto que fusionó el arte con la música a través de la improvisación. “Nuestros trabajos tienen en común la improvisación como metodología compositiva y educativa. Nos interesa mucho el trabajo colectivo y generar un lenguaje universal a través del arte, para ampliar nuestras herramientas de comunicación y expresión”.