Diseño, reciclaje y manufactura comunitaria es la apuesta de LUP. Empresa B que a través del trabajo de artesanos ha creado especiales colecciones de objetos que, además de ser funcionales, son estéticamente atractivos. Parte de sus piezas fueron seleccionadas para representar a Chile en la 7° Bienal Iberoamericana de Diseño 2020.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía gentileza de LUP
«Debemos evaluar nuestros hábitos de consumo y desarrollar una conciencia medioambiental que vaya más allá del reciclaje y la reutilización, una conciencia que nos ayude a entender el valor, materialidad y complejidad de las cosas. Cómo se fabrican, quiénes las fabrican y qué ocurre con ellas cuando ya no las tenemos más”, bajo este ideal nace, el 2017, LUP, emprendimiento sustentable de Javiera Badilla, Rafael Salas y Sebastián Santamaría.
Pero la historia de LUP comienza un poco antes, a fines del 2014, cuando se conocieron en el magíster de Innovación y Diseño de la Universidad Adolfo Ibañez. “La idea original fue de la tesis de Javiera y Sebastián, donde buscaban extender la vida útil del plástico. Luego de mucho ensayo y error, fuimos afinando los procesos. Hoy trabajamos con una fibra flexible —a partir de residuos plásticos— llamado Fibra LUP, la cual utilizamos para la fabricación de objetos de diseño y decoración, pero el punto más importante es que ese trabajo se realiza a través de comunidades como son los artesanos de Chimbarongo o Mariquina”, cuenta Rafael Salas, socio fundador.
Así han creado interesantes colecciones que incluyen maceteros, canastos tradicionales y de picnic, fruteras, lapiceros, etc. “A través de familias de objetos buscamos representar un relato común, conectando a las personas más allá de lo decorativo. Por ejemplo, con ‘Once’, inspirada en la identidad y tradición de la once chilena (con paneras, torteras e individuales), mostramos esta actividad en la cual muchas familias conversan y comparten sobre su día, siempre comiendo algo rico y hecho con cariño”.
FIBRA RECICLADA
Para la elaboración de la Fibra LUP, al comienzo ellos mismos recolectaban el plástico y lo trabajaban en sus distintas etapas (recolección, acopio y valorización, que es la limpieza de los residuos), pero hoy trabajan con otras empresas que reciclan o recolectan y les entregan el producto preprocesado. “Para crear la fibra usamos plástico número dos, cuatro y cinco (principalmente de tapas de botellas, bolsas de basura, film de embalaje, bolsas de pan de molde, etc.). Actualmente nos enfocamos en la etapa de producción donde hemos utilizado más de seiscientos kilos de plástico en nuestros objetos. Pero nuestra solución no se enfoca tanto al volumen de reciclaje, sino en revalorizar el plástico través de la mano de obra”.
¿Para su fibra tuvieron que desarrollar maquinaria especial?
Vimos la posibilidad de desarrollarla, pero además de ser muy caro nos dimos cuenta de que era más fácil utilizar lo que ya existía, es por eso que al plástico le aplicamos un proceso de extrusión. Así confeccionamos distintas varillas, pero en una gran variedad de colores. Químicamente, el plástico, como material, se puede comparar a la pintura, entonces lo que hacemos es mezclarlo con colorantes y eso permite ir ampliando la gama.
¿Cómo lograron impulsar el proyecto?
Comenzamos gracias a un fondo que obtuvimos en el magíster llamado Alto Impacto, que se entrega a través de CORFO, pero en el Centro de Innovación de la Universidad Católica. Eso nos ayudó bastante, sobre todo el primer año, cuando experimentamos muchísimo.
¿Cómo llegaron a los artesanos de Chimbarongo?
Los artesanos de Chimbarongo fueron los primeros con los que trabajamos, porque en nuestra investigación nos dimos cuenta de que el tipo de material que se generaba era más factible trabajarlo a mano. No era para otro tipo de procesos industriales. Al mismo tiempo, Chimbarongo ya tiene una tradición donde se ha ido vinculando, cada vez más, la artesanía con el diseño. Así fuimos directamente con ellos con la Fibra LUP en mano a preguntarles si se animaban a probar el producto bajo un trabajo remunerado. Esas fueron nuestras primeras validaciones de que podía ser utilizado dentro de los procesos de artesanía.
¿Se asemeja al mimbre?
En rasgos generales sí, porque el mimbre es una fibra larga. Pero también tienen bastantes diferencias. Trabajar con una fibra plástica requiere más tiempo, es más rígida que una fibra vegetal que se vuelve súper maleable al aplicarle agua. Además, los artesanos, con el paso de los años, han adquirido una memoria corporal del tejido, es decir, sus manos están acostumbradas a trabajar el mimbre, y ese cambio de material ha requerido una adaptación. Lo más importante es que tratamos de ser súper respetuosos con sus procesos y tiempos de producción. Hay objetos que funcionan muy bien con esta nueva fibra y otros que no, por lo que los mismos artesanos nos han ido asesorando.
SANJO
Sanjo es un minidocumental de LUP a través de una alianza junto a ONA Chile, donde se inició un trabajo con artesanos de Mariquina —comuna de la zona sur de Chile, perteneciente a la provincia de Valdivia—, quienes utilizan la fibra vegetal boqui pilpil para la fabricación de objetos. Esta fibra, que crece como enredadera en los cerros, se ha vuelto muy escasa en el último tiempo, lo que ha puesto en riesgo la continuidad de la actividad que esta agrupación desarrolla.
“Debido a la sobreexplotación y el cambio climático varias fibras naturales se están agotando, por eso muchos artesanos han encontrado en nuestra fibra de plástico reciclado un complemento. Nuestro objetivo es fortalecer a la artesanía, ser un aliado, sin que eso signifique dejar de lado su desarrollo patrimonial. La artesanía históricamente ha sido una de las principales actividades económicas de muchas zonas, sobre todo rurales, y consideramos que hay ciertos principios productivos que vale la pena conservar, al igual que el uso de recursos y el saber local. Estamos mal acostumbrados a consumir de manera masiva o industrial y no preguntarnos cómo fue el proceso o de dónde vienen los productos”.
Los objetos creados en este trabajo colaborativo con los artesanos, inspirados en las actividades cotidianas, fueron parte de la Colección Sanjo, que fue seleccionada para representar a Chile en la 7° Bienal Iberoamericana de Diseño de Madrid, España, en noviembre de 2020.
El plástico los está ayudando a preservar lo natural…
Hoy el plástico es un material que está presente en todos los ámbitos de nuestra vida. Una de las razones de que sea tan barato es que tiene muchos usos, entonces si bien hay que reducir drásticamente su consumo es difícil eliminarlo por completo. Y ahí es donde nosotros lo pensamos como el complemento de los materiales naturales. Los artesanos trabajan con lo que tienen disponible en la zona donde viven y creemos que a través de la artesanía se puede dar una reflexión. Muchas personas al ver los objetos de LUP se han animado a reciclar, ir a los puntos limpios o a preguntarnos si juntamos plástico, porque ver en qué se transformó un desecho causa impacto.
COMPROMISO
“Nos certificamos como Empresa B porque consideramos que no sólo hay que prometer desde el discurso, sino que ser una empresa sustentable debería ser la norma. El compromiso de Basura Cero va de la mano de la misma línea, pues apunta a que nuestra forma de producción genere los menos residuos posibles”.
¿Cómo les afectó la pandemia?
Inevitablemente se puso todo más lento, antes hacíamos muchos talleres y actividades presenciales en ferias de diseño o con marcas. Nos habían invitado incluso al último Lollapalooza que se suspendió. Por eso tuvimos que hacer una migración completa a lo online, porque si bien teníamos nuestra página web (www.plasticlup.com) no nos enfocábamos tanto en eso. Ello coincidió con el lanzamiento de nuestro kit de cestería, que desarrollamos antes de la pandemia, y todo el interés que se vivió por las manualidades debido a las cuarentenas. El proceso de hacer algo con tus propias manos siempre gratifica y encontramos un público muy interesado en aprender la técnica. La lógica de los kit tiene que ver con extender el valor de la artesanía más allá del objeto final. Hay una historia, un artesano y un lugar donde se confecciona.
¿Qué se viene?
Para nuestros kits hicimos tutoriales para aprender a tejer online, pero pronto vamos a lanzar un taller más completo en la misma dinámica. Además, empezamos a trabajar con artesanos de Santiago y, en el mes de octubre, con otra comunidad de artesanos, exhibiremos un producto inédito en la muestra de diseño contemporáneo chileno Encuentro Local. También estaremos presentes en el Festival de la Lana 2021 de manera remota. Y el próximo año queremos seguir sumando más comunidades, buscar nuevas alianzas y ampliar nuestros puntos de venta. Hace poco hicimos un envío de nuestra fibra a República Dominicana porque hay mucho interés por el material. Queremos que se fortalezca el “ecosistema” donde se desenvuelve LUP y seguir promoviendo la conciencia medioambiental.