La voz es la señal 

Por Marcelo Contreras

The Velvet Sundown, artista verificado en Spotify con tres álbumes de rock vintage inspirado en los sesenta y setenta, publicados este año, es una de las bandas más curiosas del último tiempo y no precisamente por su propuesta o alguna extravagancia rockstar, sino debido al origen. El pasado 3 de julio su cuenta de Instagram confirmó que se trata de “un proyecto de música sintética guiado por la dirección creativa humana, y compuesto, expresado y visualizado con el apoyo de inteligencia artificial”. La iniciativa encarna “una provocación artística continua”, cuya pretensión es “desafiar los límites de la autoría, la identidad y el futuro de la música misma en la era de la IA”.

A través de una cuenta de X ahora desaparecida, un portavoz identificado como Andrew Frelon aseguró que The Velvet Sundown también trataba de exponer los vacíos “en el proceso de verificación utilizado por la mayoría de los periodistas”.

Spotify reaccionó asegurando que no priorizan ni se benefician económicamente de música generada por IA, advirtiendo que las canciones se suben “por terceros con licencia”. En la descripción del grupo en el servicio de streaming, se advierte que, en torno a las canciones, “cualquier parecido con lugares, eventos o personas reales, vivas o fallecidas, es pura coincidencia e involuntaria”. “No es del todo humano —precisa la biografía—. No es del todo máquina. The Velvet Sundown se encuentra en un punto intermedio”.

La satanización de la herramienta IA, cuyo uso se ha generalizado en diversos ámbitos, suele agitar el fantasma del reemplazo humano. Ciertamente The Velvet Sundown, a pesar de las pretensiones artísticas y su eventual testeo a los profesionales de la prensa como parte del proyecto, ofrece material alto en clichés. Es poco probable que ocupe espacio en las playlists de amantes del rock, más allá de una curiosidad pasajera.

Hay señales que delatan su origen procesado partiendo por la imagen generada por IA —ese tono de piel acaramelado que suele dominar a los personajes— y los nombres de fantasía del cuarteto. La pista más evidente gira en torno a un elemento central como es la voz. En The Velvet Sundown hay decenas de registros con distintas texturas, como si la banda tuviera muchos cantantes. El prompt no reparó en que la identidad de un grupo musical depende notoriamente de ese elemento.