La Verbena Deco Almacén: Un viaje al pasado

Franquear el umbral de La Verbena es volver al pasado. Todo, absolutamente todo, es de época, como la estantería de 1950 rescatada de un emporio en Puente Alto, o la dulcera que perteneció a la Confitería Forno, en Valparaíso, o la máquina registradora que se recuperó desde una paquetería en el barrio Independencia de Santiago. Pensado como un café al paso, también es una tienda que no solo respira historia, sino que ofrece experiencias inolvidables, como la Once Porteña y, próximamente, el denominado Tour La Verbena.

Por Macarena Ríos R./ Fotografía Andrea Barceló

El pasaje Bavestrello, en el Cerro Alegre, alberga una casona típica del puerto que enamoró a la decoradora y restauradora Patricia Campos. Luego de quince años viviendo en Pirque, decidió emigrar al puerto y continuar con el proyecto que levantó, inspirado en las pulperías de antaño. ¿El fin? Poner en valor todos los objetos que fueron parte de antiguos emporios y almacenes de nuestro país.

“Me demoré tres meses en acondicionarla. En el proceso estuvo involucrada toda la familia. Nunca me imaginé La Verbena como algo comercial, siempre pensé en una casa, en algo más cercano, donde tú pudieras llegar”, explica.

¿Cuál es el valor de La Verbena?
Yo siento que esto es un aporte a la cultura, al patrimonio, a la identidad, porque aquí en Valparaíso hubo más de ciento noventa emporios. En La Verbena, siempre hay algo que te va a conectar con la infancia, con la familia, como esas cajas de galletas que ves en el estante. Hay personas que se emocionan, porque se acuerdan de cuando eran chicos, de sus raíces.

¿Por qué un café al paso?
No me interesa hacer una cafetería, porque el almacén perdería protagonismo, que es lo que ha sido mi ancla, mi proyecto y mi fin.

Platos, vasos, cucharones de latón, placas, cajas de confites, de galletas, enlozados, botellas de vidrio, miran desde las vitrinas rescatadas de otros almacenes. Eso es lo que ofrece Patricia: productos con la estética de los antiguos almacenes. Pero hay algo más. La experiencia detrás de la recién instaurada Once Porteña.

“Es una once a puertas cerradas para ocho personas, pero es una once que la preparamos entre todos y eso es lo entretenido. Con la loza penco, el cernidor con el queque, la tetera con canela, los dulces chilenos tradicionales, el café de grano. Nos sentamos a conversar y los celulares quedan guardados en una caja de imprenta antigua”.

ONCE PORTEÑA

Una campana anuncia la llegada de los comensales. Patricia los hace pasar y los acomoda en una pequeña pieza donde va haciendo las presentaciones de rigor entre los ocho participantes que, la mayoría de las veces, no se conocen entre sí. Un rico chocolate caliente, ideal para romper el hielo, es el inicio.

Luego, Patricia les hace un recorrido por el lugar. “Les cuento de qué se trata, cómo comencé en esto, que también es lo sabroso de la historia. También les cuento los orígenes de Hucke, como símbolo emblemático de Valparaíso”.

“Hay una necesidad de ser escuchada, la gente quiere hablar. Hoy día estamos full conectados, todo el día en el wasap, pero las personas echan de menos poder conversar, contar y escuchar anécdotas”.

¿Qué te han dejado estas onces?
Yo lo resumiría en cuatro palabras: volver a lo simple, a retomar la vida de nuestras abuelas, donde la hora de la once era muy importante, con la loza de diario, el huevo revuelto en la paila enlozada, la palta molida en el plato de loza penco, con jarritos diferentes.

En una de las paredes, un batidor manual enmarcado. Al frente, la máquina registradora y el cortarrollo de papel que daba la Papelera a los almacenes, aún conserva el logo de bronce. Un verdadero museo. “Esto es historia”, resume Patricia. “Próximamente implementaremos el Tour La Verbena, donde contaremos parte de la historia de los almacenes. Cómo partieron los antiguos emporios, qué se vendía, cómo se vendía”.

Patricia habla, mientras recorre el lugar con sus ojos. “Este es mi lugar”, sentencia.

 

 

“Yo siento que esto es un aporte a la cultura, al patrimonio, a la identidad, porque aquí en Valparaíso hubo más de ciento noventa emporios”.

La Verbena es la suma de mis gustos por la estética antigua, por la decoración, la valoración de la historia y la recuperación y conservación de los antiguos almacenes”.