Su compromiso por visibilizar liderazgos positivos e historias de superación que terminan en emprendimientos inspiradores es su leit motiv y lo que la llena en la vida. Directora ejecutiva de la fundación desde el 2020, esta periodista no solo ha multiplicado su impacto, sino que ha recorrido miles de kilómetros buscando a chilenos que sean agentes de cambio e impacten en sus comunidades. Esos héroes anónimos que trabajan por hacer de este un mundo mejor. A la fecha han reconocido a setenta y cinco Camiseteados, pero tiene claro que son miles. “Queremos seguir mostrando historias positivas porque sabemos que inspiran, movilizan y transforman vidas”.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías gentileza entrevistada
“Los Camiseteados tienen un nivel de empatía y una capacidad de coordinar, de ponerse en el lugar del otro, de resolver problemáticas, de no decaer, impresionantes”, asegura Karen desde el otro lado de la pantalla. Hace poco premiaron a los Camiseteados 2022 y está feliz y orgullosa porque, por primera vez, llegaron a regiones como Magallanes y Los Ríos. “Eso fue muy valioso. En Magallanes conocimos una historia muy sencilla en cuanto a lo que hacen, pero súper transformadora porque trabaja desde lo local un problema que es global: el TEA (Trastorno del Espectro Autista) y cómo las familias, a través de actividades, deporte y cultura, ayudan a visibilizarlo y a lograr un mejor desarrollo”.
Aquí la clave son las historias transformadoras. Esas que inspiran y que también se pueden replicar.
Como la de Juan Pablo Astudillo, uno de los Camiseteados 2022 que vive en una zona del desierto llamada Diego de Almagro. El proyecto que desarrolla junto a su comunidad “Los Hijos del Chañar”, tiene que ver con la arborización nativa del sector. “Él dice que en veinte años más la temperatura de esa localidad subirá en unos cuatro a cinco grados y la única manera de quedarse en este espacio y no migrar es generar una ventana verde que ayude a bajar la temperatura, que dé sombra y produzca viento. Es una solución precaria, pero que está generando un cambio”.
Aunque la gran mayoría dice que no buscan reconocimiento, la validación es importante. “El reconocimiento es muy valioso, porque genera autoestima, refuerza lo positivo, no solo para el Camiseteado, sino para la comunidad que hay detrás y que se ve reflejada en ellos”.
Historias hay muchas y encontrarlas es la cruzada de Karen. “Los Camiseteados saben y sienten que son miles”.
¿Qué tienen en común?
Muchas cosas, como ser resilientes frente a las adversidades y dificultades que se pueden encontrar en el camino. Ellos tienen una capacidad infinita de sobreponerse a ellas, de articular soluciones, de leer a su comunidad a través de la empatía que, por lo general, está muy a flor de piel y se transforma en un motor de acción. Por otro lado, tienen la capacidad de unir, de promover alianzas y colaboraciones, de tocar puertas; poseen una persistencia y convicción impresionantes acerca de que lo que están haciendo tiene un valor y que no necesitan ser reconocidos.
LA EMPATÍA ES CLAVE
Karen (34) también es una Camiseteada. De sus padres dice que heredó la empatía, el hambre de aprender y la capacidad resolutiva que más tarde derivó en resolver problemas y ayudar a las personas. Actualmente, trabaja y colabora en una campaña de protección de la Antártica junto a Antartic Southern Coalision y es voluntaria en la Fundación Letra Libre, donde enseña a leer a niños de todo el país. “Conecté con una familia en Chiloé muy linda y hasta el día de hoy nos juntamos con Sofía, de nueve años, para que me lea cuentos. La lectura es clave para aprender otras cosas”.
Corría el año 2019 cuando le pidieron hacerse cargo de la dirección de Camiseteados. Aceptó con la condición de doblar la cantidad de personas reconocidas. “Me puse como meta llegar a todas las regiones, descentralizar, salir a buscar más mujeres que hombres e incorporar a niños, niñas y adolescentes. Quiero incluir juventud, que se toquen temáticas que no habíamos incorporado antes, que el cambio climático y la sustentabilidad no sean abordadas solo desde el emprendimiento, sino que vayamos a cosas más simples, que tomemos de nuevo esa idea de que pequeñas grandes acciones pueden ser grandes transformaciones que, al mismo tiempo, sean escalables, replicables y multiplicables”.
Y remata: “Chile necesita personas e instituciones que lideren y propongan conversaciones amables donde nos escuchemos, nos entendamos y veamos al otro con empatía. A través de la empatía podemos encontrar diálogo, respeto e, incluso, gratitud por lo que otros hacen”.
¿De qué manera articulan los encuentros entre los Camiseteados?
Siempre buscamos que sigan siendo comunidad y que entre ellos articulen acciones colaborativas, sabemos que la experiencia de cada uno puede ser una buena idea para otro. Cuando fue la premiación, vinieron todos los Camiseteados de Chile, incluso de otros años. Fue muy bonito porque intercambiaban puntos de vista, experiencias y nuevas ideas que más tarde generarán nuevas relaciones y colaboraciones. Queremos que sean ellos quienes decidan cómo colaborar, pero, al mismo tiempo, buscamos conectarlos con personas u organizaciones que puedan sean potenciales socios, aliados, colaboradores, incluso con posibles inversionistas. A veces uno aprende más de un par que de un experto.
“Creemos que estos liderazgos tienen que visibilizarse, pues a medida que se van relacionando se les van abriendo puertas, porque muchos de ellos no tienen redes y vienen de espacios más modestos donde les cuesta tocar puertas”.
“A mí me encantan proyectos como Palpa —un dispositivo que ayuda a la detección del cáncer de mamas—, que nacen de incubadoras universitarias, o “A la quimio con mi Simio” de Sophie Traeger (Camiseteada 2021), incluso de emprendedores sociales como Kellun, de la UDD. Ahí te das cuenta de que muchas veces el ingenio brinda mejores soluciones que las grandes ingenierías. La sabiduría que tienen estos agentes de cambio, de saber ponerse en el lugar del otro los hace ser los más grandes genios para las grandes transformaciones que necesitamos para el futuro. Me parece impresionante que una persona que no vive en una realidad determinada pueda empatizar, visualizar el problema y proponer una solución que sea de gran impacto”.
¿Qué falta?
Nos faltan más Camiseteados. Queremos que la ciudadanía reconozca a más camiseteados anónimos, a través de acciones positivas que vea en su entorno. El rol del voluntariado, la filantropía, tiene que ver con ser camiseteado, con ser parte de los cambios, con “hacer” por otros. Como dice Celia Ramírez, Fundadora del Comedor Solidario Las Cruces y una de nuestras Camiseteadas 2021: “caminar por la vereda correcta de la razón y el corazón”.
Las ganas de aportar…
“No puedo dejar de “hacer”. Siento que mientras tengas salud y energía, tienes que compartir tu tiempo, donarlo a alguna causa. A veces se nos olvida que estamos todos conectados, que si no protegemos nuestro planeta no tendremos dónde vivir y que si no reconocemos a los agentes de cambio no nos estamos viendo a nosotros mismos”.