Ese fue el sueño de Juan Pablo Mohr, el único chileno que ha llegado a la cima del Everest sin ayuda de oxígeno suplementario, récord Guinness y famoso montañista que, lamentablemente, perdió su vida en rumbo de la cima del K2 Invernal en Pakistán. Conversamos con Federico Scheuch, director ejecutivo de Fundación Deporte Libre, su primo y amigo, quien nos contó parte de su historia, su legado y próximos proyectos para la fundación.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía gentileza Fundación Deporte Libre
Juan Pablo Mohr, sin duda, vivió a concho y su recorrido no sólo marcó a su familia y amigos, sino que el escenario deportivo nacional e internacional. Amante del deporte de montaña, que comenzó a los diecisiete años, sus logros y hazañas fueron impresionantes, llegando a sus treinta y cuatro años como un reconocido alpinista.
El 2017 comenzó el proyecto “Los 14 ochomiles”, donde buscaba alcanzar las catorce montañas más altas del mundo. Logró hacer cumbre en el Annapurna (8.091 metros sobre el nivel del mar). Al año siguiente completó el monte Manaslu (8.163 msnm) y, posteriormente, en 2019, se coronó como el primer chileno en llegar hasta la cima del Dhaulagiri (8.167 msnm).
Además, ese 2019 fue muy significativo, pues ganó un Récord Guinness —proeza que hasta hoy nadie más ha logrado— al ser la primera persona en realizar el ascenso a la cumbre del Lhotse (8.516 msnm), para luego hacer lo mismo en el Everest (8.848 msnm), dos de las cumbres más altas. Una travesía que realizó sin volver al campamento base, en menos de una semana, sin ayuda de los sherpas y sin oxígeno suplementario.
A raíz de ello surgió el documental Lhotse-Everest sin oxígeno que registró toda la expedición y que el 21 de mayo de este año (misma fecha de su ascenso al Everest) se reestrenó, de manera exclusiva y en modalidad online. “A dos años de este hito sentimos muy necesario hacerle un homenaje póstumo. Pues tras su desaparición hoy la gente se siente muy conectada con la historia de Juan Pablo. Su hazaña fue impactante, logró la escalada más rápida de estas dos montañas exactamente en seis días y veinte horas. Por eso todo lo recaudado con las fue en donación a su familia y a su legado más grande que son sus tres hijos”, cuenta Federico Scheuch.
EL ÚLTIMO VIAJE
Con cinco cimas logradas de los “Los 14 ochomiles”, el 5 de febrero del 2021, Juan Pablo Mohr, junto a su cordada, emprendió rumbo hacia el K2 Invernal en Pakistán (8.612 msnm), su último viaje. Su desaparición, y la de sus dos compañeros —el islandés John Snorri y el pakistaní Muhammad Ali Sadpara—tuvo revuelo internacional y, desde Chile, muchos mantenían la esperanza de que los encontrarían con vida. “Nuestra tranquilidad como familia es que Juan Pablo murió haciendo lo que más le gustaba, se quedó en la montaña y no nos imaginamos una despedida más significativa”.
“Yo lo fui a buscar a Pakistán, junto a su mejor amigo del colegio, con la esperanza de que lo traeríamos de vuelta. Para esta expedición habíamos estado coordinando desde Chile todas las comunicaciones y Juan Pablo hablaba directamente conmigo. Estaba al tanto de todo su recorrido. Por eso en el momento que perdemos conexión con su GPS (que se le congeló por las bajas temperaturas), nos preocupamos. Teníamos claro que esto podía pasar, ya le había ocurrido antes cuando subió al Everest, pero cuando transcurrieron más de dos días sin saber de él, ni de sus compañeros, el asunto se puso más alarmante”.
¿Cómo lograron moverse tan rápido en el contexto de la pandemia?
Fue muy complejo, pero la embajada chilena se portó muy bien con nosotros. Conseguimos la visa de un día para otro y nos hicimos el test PCR para poder irnos de inmediato. Seguimos todos los protocolos, en un viaje de casi cuatro días, agotador, y hacia un destino que no conocíamos. Tuvimos harto apoyo de las autoridades porque la preocupación era generalizada. El gobierno pakistaní, como dueños de casa, hizo un movimiento gigante en el rescate que involucró importantes gestiones militares y satelitales. Además, en operaciones ayudó mucho la marina de Islandia. Chile también tuvo un rol clave al final de la operación, pues la Fuerza Aérea estuvo haciendo análisis para ayudar en los puntos de búsqueda.
“Desde que llegamos a Pakistán había un ambiente de angustia, incluso algunos nos dieron el pésame antes de saber qué iba a pasar. Cuando nos llevaron la mochila de Juan Pablo al campamento base y luego se decidió parar la búsqueda se nos hizo un nudo en la garganta. Pero era una de las posibilidades por la ubicación, las condiciones extremas de invierno (menos sesenta grados)… nadie sobrevive por tanto tiempo en una zona de esas características y esta búsqueda duró más de lo normal porque se le tenía fe. Nos quedamos con la tranquilidad que se hizo lo humanamente posible hasta el final. Los invernales son complejos, mucho más sin el uso de oxígeno suplementario, y esta era una expedición con muchas dificultades, pues nunca se había logrado hacer el K2 invernal”.
Volverás en julio a Pakistán a dejarle un monumento…
Sí, estamos armando un equipo con los familiares de los tres desaparecidos para ir en verano. Además de dejar un monumento queremos aportar con un granito de arena a la cultura de montaña de Pakistán. Hacer una acción social con las escuelitas que quedan cerca del K2, tal como lo hacía Juan Pablo con la Fundación Deporte Libre. Si bien el Himalaya es una zona maravillosa, donde llegan muchos deportistas de todo el mundo, la cultura nacional de montaña necesita ser potenciada. Por eso queremos ayudar a esas comunidades, equipar ciertas rutas y tener contacto directo con los locales.
¿Cuánto tiempo estarán allá?
Calculamos que al menos unas dos semanas, y lo más probable es que hagamos un documental enfocado en el trabajo social. Además, ya de vuelta en Chile y cuando se pueda por la pandemia, esperamos hacer una muestra en vivo de Lhotse-Everest sin oxígeno. Como fundación tenemos mucho material audiovisual de Juan Pablo de esa y de otras expediciones, por lo que nuestro sueño es hacer un documental sobre su vida.
FUNDACIÓN DEPORTE LIBRE
“Después de todo lo que pasó con Juan Pablo asumí como director ejecutivo de Fundación Deporte Libre. Este fue su proyecto de vida y su sueño más grande: acercar a las personas a la montaña… y así lo continuaremos. Fomentando el desarrollo de comunidades inclusivas, seguras y saludables a través de la cocreación de espacios para el juego, la actividad física y el deporte”.
¿Cómo era tu relación con Juan Pablo?
Me pasa que aún lo siento muy presente, me cuesta hablar de él en pasado. Siempre nos llevamos bien y echábamos la talla. Nos conocimos a los quince años, en el campo en Osorno, y pasamos un par de veranos juntos, sin saber aún que ambos teníamos el mismo amor por la montaña. Después la vida nos volvió a juntar, más viejos, y recién salidos de la universidad. Yo entré a trabajar a The North Face en marketing cuando él estaba armando la Fundación Deporte Libre.
¿Ahí comenzaron a trabajar juntos?
Al comienzo me fue a pedir auspicio y me presentó el Parque de Entrenamiento Los Silos (de uso público y gratuito), enfocado en la escalada urbana y escuela de montaña, que inauguró el 2012, en Quinta Normal, como parte de su fundación. Lo encontré increíble y ese fue el primer proyecto que trabajamos con The North Face. Desde un inicio me sentí muy comprometido con la causa. Así nació nuestra relación más deportiva e intensa, donde nos dimos cuenta de que ambos éramos montañistas. Juan Pablo tenía tan buen rendimiento que lo invitamos a varias competencias hasta que se lanzó al estrellato con “Los 14 ochomiles” y la marca lo tomó como atleta oficial. Fue realmente un orgullo ver cómo creció como deportista.
“Para nosotros el legado que nos deja, a nivel no familiar, es la fundación. Aquí se plasma y demuestra todo lo que él quería, que en nuestro país todos tengan acceso al deporte y fomentar la cultura en torno a la montaña. En Chile tenemos una inmensa y hermosa cordillera, pero no la conocemos ni aprovechamos. Además, un punto fundamental para la fundación son los niños. Hoy la obesidad infantil ha aumentado muchísimo y queremos entregar las herramientas necesarias para combatirla”.
¿Siguen trabajando con colegios?
Sí, de hecho estamos ahora iniciando un proyecto con la Municipalidad de Lo Barnechea para crear un plan educacional en colegios. Por la pandemia comenzaremos de manera online los talleres y a penas se pueda se harán clases presenciales y actividades en terreno. Además, estamos trabajando con SENAME y la escuelita Laura Vicuña, aplicando el mismo criterio. Queremos entregarles ese contacto con la naturaleza y el deporte que es clave para su desarrollo.
¿Cómo logran financiarse?
Como somos una fundación sin fines de lucro, dependemos mucho de los auspiciadores y donaciones que pueden hacer a través de nuestra web www.deportelibre.cl. Hoy estamos enfocados en seguir potenciando la fundación y el legado de Juan Pablo, necesitamos apoyo, por lo que toda ayuda económica o de voluntariado es muy bien recibida. Nuestras puertas están abiertas, los invitamos a hacerse socios y a conocer este proyecto que busca más patios, plazas y montañas libres.
“LOS 16 DE CHILE”
El año pasado, en Fundación Deporte Libre comenzaron con el scouting de once de las dieciséis regiones del país para el proyecto ‘Los 16 de Chile’. Iniciativa que ideó completamente Juan Pablo Mohr, inspirado en las montañas internacionales y modelos europeos, y donde el objetivo está en promover la creación de refugios sustentables de primer nivel.
“Sabemos que este será un proceso súper largo, que durará al menos unos ocho años, donde no sólo debemos buscar financiamiento, sino que involucrarnos y trabajar directamente con la comunidad para que luego de ser construidos estos refugios no queden abandonados. Por eso el modelo de gestión debe ir de la mano con actores públicos y privados, SERNATUR, tour operadores, entre otros. Después de este invierno vamos a partir con la región de Los Lagos en el volcán Tronador y luego iremos replicando el modelo. Si bien es un proyecto ambicioso, creemos en él y estamos felices de poder concretarlo, tal como quería Juan Pablo”.