No podemos negar que nuestro Sol fue, es y será el tema de los años 2018, 2019, 2020 y 2021. Estamos pasando por un ciclo solar sin manchas en su superficie visible desde la Tierra, es decir, sin esos «lunares» oscuros visibles con pequeños telescopios y que dan cuenta de la actividad magnética y de erupciones solares, que visibilizamos en las famosas auroras boreales o australes, dependiendo del polo terrestre, desde donde son observadas.
La enorme cantidad de eclipses totales solares visibles desde nuestro país, han hecho que cientos de científicos se acerquen a Chile, para estudiar, principalmente, la corona solar y la cromósfera de nuestra estrella, que nos da vida y calor. Además de movilizar a millones de personas para no perderse ese maravilloso espectáculo de observar el fenómeno de la ocultación del sol por la Luna y de experimentar la curiosa sensación de pasar del día a la noche y luego volver, nuevamente, al día.
Siempre, aunque está tan cerca de nosotros, es un misterio cómo se comporta esa estrella. Ubicada a 150 millones de kilómetros, será estudiada por una nave acondicionada especialmente para fotografiarla a pocos millones de kilómetros y que su instrumental no se deteriore por el calor que emite nuestro astro rey.
Mediciones muy precisas indican que la temperatura de su superficie gaseosa es de 5.500 grados Celcius y que a medida que nos alejamos de ese sector solar, la temperatura llega a varios millones de grados, es decir, cuando debiera bajar la temperatura por el alejamiento, ella sube a niveles increíbles.
Es uno de los misterios que la nave, llamada «Solar Orbiter» deberá descubrir. Lanzada al espacio el 10 de febrero de este año 2020, realizará muchas cercanías entre el planeta Venus y la Tierra, cercanías que ayudarán a cambiarle la órbita a la nave y cambiar, a su vez, el ángulo de observación cuando los instrumentos midan y fotografíen aquellas regiones que nunca han sido estudiadas, como son los polos solares.
Prácticamente ocho veces el planeta Venus ayudará y empujará a la nave a cambiar su ángulo de observación. Eso tomará unos diez años para lograr su cometido. En noviembre del año 2021, el orbitador Solar pasará en las cercanías de la Tierra y ella, nuestro planeta, la empujará a una nueva órbita y ángulo de observación del sol.
Nosotros, en Cerro Tololo, usamos para enfriar los detectores, muchos tipos de elementos. El más común para las personas es el llamado «Hielo Seco» que se sublima, es decir, pasa del estado sólido al estado gaseoso, sin pasar por el estado líquido, es el CO2.
Otro elemento que está en el mercado y también es muy conocido es el «Nitrógeno Líquido», cuya baja temperatura lo hace más eficiente que el hielo seco, para los CCD o detectores electrónicos, los mismos que tienen sus cámaras fotográficas digitales. Me llamó la atención que un recipiente de plástico, al iluminarlo con una linterna de luz blanca, en la oscuridad, quedaba iluminado por algunos segundos, dependiendo de la intensidad de la luz. Lo interesante es que eso sucedía cuando el recipiente de plástico había sido llenado, previamente, con nitrógeno líquido.
En el caso del sol y de su corona, ¿colaborarán en algo las gélidas temperaturas del espacio y ayudarán a la corona solar a ser más brillante de lo que es en la realidad? Suena «loco» pero, ¿cómo se llamará ese fenómeno de luz, cuando uno tiene un recipiente de plástico con nitrógeno líquido y queda iluminado por algunos segundos, al acercarle una linterna de luz blanca?