Las personas pueden tener la mejor capacitación y estar dotadas de talento, pero si no trabajan en un esfuerzo colectivo, la organización completa se verá resentida. Me gusta mucho hablar de empresas C para quienes cumplen con estos códigos, porque son Empresas Comunidad, Empresas Cooperativas, Empresas Compartidas y Empresas Cariñosas.
“El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos”, dijo alguna vez el famoso exbasquetbolista Michael Jordan. Y esta frase que cuaja muy bien en el mundo deportivo, también puede aplicarse ahora en distintos ámbitos donde antes primaba una visión individualista que hoy resulta obsoleta y carente de sentido.
Un gran ejemplo de esto es lo que ocurre con las empresas privadas y el cambio de orientación hacia un nuevo renacimiento con un enfoque más colectivo. En Chile y todo el mundo se están viviendo procesos similares porque la globalización dejó en evidencia cómo las acciones de algunos tienen efectos visibles en millones de personas.
En mi experiencia laboral he sido testigo del enorme valor de reunir a la diferencia, dar espacio a la diversidad, al amor, la colaboración y la creación, tras una larga época donde lo que más importaba era la competencia y las ganancias económicas. Muchas veces nos trataron de “hippies”, pero pese a todo logramos nuestro propósito de crear una conexión entre creatividad y negocios.
En la actualidad, en un mundo golpeado por la pandemia, nos damos cuenta de que teníamos razón; las personas necesitan —tanto en su vida personal como laboral— sentirse parte activa de una comunidad y cuando eso se logra, todos podemos beneficiarnos con mejores resultados a largo plazo.
En este contexto, las empresas privadas, de cualquier tamaño o industria, tienen la oportunidad de incluir estos principios dentro de sus operaciones. Las personas pueden tener la mejor capacitación y estar dotadas de talento, pero si no trabajan en un esfuerzo colectivo, la organización completa se verá resentida. Me gusta mucho hablar de empresas C para quienes cumplen con estos códigos, porque son Empresas Comunidad, Empresas Cooperativas, Empresas Compartidas y Empresas Cariñosas.
Entendamos que la colaboración es clave para el correcto desarrollo de un ecosistema. Los emprendedores lo tienen claro y es por eso que las redes son tan importantes para ellos. La experiencia y la práctica nos han mostrado que el trabajo colaborativo y colectivo tiene un valor fundamental en el desarrollo de una relación de trabajo, creación de un proyecto o en la materialización de una idea. En momentos de crisis este concepto toma más fuerza, ya que agrupa muchos elementos en torno a un objetivo en común. Diferentes especialidades, pensamientos, conocimiento técnico y habilidades trabajando en conjunto para solucionar un problema específico pueden ser capaces de transformar el mundo.
Nuestro país está viviendo un proceso donde el cambio de perspectiva está cobrando aún mayor relevancia. El nuevo gobierno propone un modelo colectivo, mientras que la Convención Constitucional es el referente de nuevas estructuras diseñadas desde lo colectivo y que son receptivas en la participación de personas diversas en cuanto a identidad de género, edad, etnia y ciudades de origen. Esto es el futuro, y por eso los ojos del mundo están atentos a lo que pase en Chile en los próximos años. ¿Por qué no aprovechamos este impulso para instalar, de manera permanente también, este enfoque en el sector privado?
El mundo cambió y no hay vuelta atrás. Ahora depende de los futuros liderazgos corporativos construir un sector privado 2.0 que tome lecciones de lo aprendido y mire al futuro con esperanza, optimismo, unión e inteligencia colectiva.