Dedicada toda su vida a las letras y a su especialidad, los cuentos para niños, la doctora en Literatura, Cecilia Rubio, cumplió un año como la primera mujer que dirige la revista de la Universidad de Concepción, Atenea y, por lo tanto, también encargada del Premio Atenea que todos los años destaca, alternadamente, la mejor obra científica o literaria.
Por Soledad Posada M. / Fotografías Sonja San Martín D.
De niña leía los libros escolares de Castellano, que eran de su padre, profesor normalista de esa asignatura, y disfrutaba las selecciones de textos de poesía. Esas fueron las primeras señales que, a la hoy doctora en Literatura, con mención en Literatura Hispánica, Cecilia Rubio, le indicaron que las letras la acompañarían para siempre. “Con mis profesoras normalistas fui dándome cuenta de que disfrutaba la poesía que leíamos y los comentarios sobre los distintos sentidos que parecían estar escondidos en las palabras. Después fui descubriendo la narrativa, las historias. Leer era un refugio también, un rincón solitario en el que me gustaba estar”.
Nacida en Curicó, se fue a estudiar Licenciatura en Educación con mención en Español, y Magíster en Artes con mención en Literaturas Hispánicas, en la Universidad de Concepción. En 1993, ingresó como profesora instructora en el Departamento de Español de la UDEC, y, en 1997, comenzó el doctorado en Montreal, Canadá.
Ahora es profesora asociada del Departamento de Español y la primera directora de la revista Atenea desde su lanzamiento en 1924. “Cuando el rector me llamó para pedirme que tomara la dirección de Atenea, me pareció una gran responsabilidad, algo demasiado grande, pero también muy atractivo”.
PREMIO ATENEA
Además de la edición semestral de la revista, Cecilia también es la encargada de entregar el premio anual Atenea, a la mejor obra científica o literaria. Una de sus primeras innovaciones, en 2018, fue recibir también artículos. “Se entregan cinco mil dólares, un año para una investigación científica y al siguiente para una obra literaria, ambas deben ser de autores chilenos, o de extranjeros residentes en Chile”.
¿Qué desafíos presenta la dirección de la revista Atenea?
La dirección de Atenea requiere mucha dedicación, ya que es necesario mantenerla en el tiempo, actualizada y viva, para aumentar su disponibilidad y recepción. Su doble carácter, de revista académica de investigación y de emblema de la Universidad de Concepción, exige un doble esfuerzo: aumentar su calidad como publicación, a la vez que aumentar su representatividad en la comunidad universitaria y penquista. Atenea, como el foro, el campanil, el Arco de Medicina, la Casa del Arte o el himno de la universidad, es una obra de los fundadores y conductores que ha tenido, forma parte de los proyectos intelectuales y educativos de distintas generaciones de universitarios, y por eso debe encarnar el espíritu de la institución, a través del cultivo de sus valores: accesibilidad, pluralismo, calidad, cercanía, preocupación por las ciencias sociales, las humanidades y las artes, y por el desarrollo del conocimiento en estas áreas.
¿Qué significa para ti ser la primera mujer en dirigir Atenea?
Cuando lo pienso, me siento extraña, porque la pregunta me hace tomar conciencia de que mi nombramiento es un hecho excepcional. Me hace preguntarme cómo es que en los noventa y cinco años que tiene la revista ningún rector de la universidad consideró que una mujer pudiera dirigirla. Entonces aparece el asunto de la invisibilidad de las mujeres, que es real, que existe, sobre todo en las instituciones complejas ligadas al conocimiento. Desde ese punto de vista, de cómo una institución como la Universidad de Concepción, centenaria y tradicional, se pone al día en una cuestión que debería ser «natural», es decir, que la revista Atenea puede ser dirigida por una mujer, tiene un significado muy importante. En ese sentido, la universidad progresista y actual en la que yo creo, está viva y entiende el camino que debe seguir para superar la desigualdad y la inequidad.
¿Qué impronta quieres dejar en revista Atenea?
Me interesa modernizar y actualizar la revista en sus más variados aspectos, lo que implica que todo en ella esté de acuerdo con los tiempos actuales. Debe cumplir con los estándares de medición, junto con ser seria, rigurosa, transparente, eficiente en sus procedimientos y renovada en diseño. Su impronta debe ser la calidad y la actualidad y, por cierto, el no perder de vista el sentido por el que fue creada: ser un espacio para albergar y hacer circular el conocimiento.
CUENTOS
Cecilia, desde 1997, investiga sobre el cuento de hadas. En un proyecto de ese año, con Hanna Wimsberger, analizan los roles femeninos y masculinos de doscientos un cuentos de los Hermanos Grimm, y cómo estas figuras forman parte de los esquemas mentales que se van reproduciendo y entran al imaginario común de una cultura. Por ejemplo, la madre mártir y mítica, el novio distraído o la mujer sufrida. Destacan que hay más variedad de figuras que las que la sociedad siempre tiene presentes, como la princesa o el príncipe azul. En 2013, comienza a investigar en el proyecto Antología crítica del relato infantil sudamericano, liderado por Ximena Troncoso, y en 2015 se publica el libro con el mismo título.
¿Qué conclusiones sacas de tus investigaciones sobre literatura infantil?
La buena literatura escrita especialmente para los niños no se diferencia demasiado de la buena literatura en general, aunque suele ser más lúdica, y tener más humor. En ese sentido, existe buena y mala literatura para niños, como la excesivamente didáctica, donde la enseñanza es explícita, porque la gracia de la literatura es todo lo que queda implícito.
¿Y los temas?
No hay temas que no deban ser tratados con los niños, sino que hay temas que son más o menos apropiados para tal o cual edad, o incluso, de acuerdo al desarrollo cognitivo y afectivo de un niño o niña en particular. Por ejemplo, hay autoras colombianas de literatura infantil que tratan temas como la guerrilla, la violencia, los niños que han participado de esa violencia, la orfandad o la criminalidad; el hambre, el racismo, la muerte, etc., o sea que cualquier tema es abordable desde una obra de calidad.
¿Cuál es el valor de los cuentos?
Existen distintas aproximaciones a los cuentos. Hoy en día se cree que los cuentos tienen un valor formativo importante y que ayudarían a los niños a superar ciertas etapas. Se ha descubierto un vínculo emocional entre los niños y los cuentos, pero sobre todo por la cercanía con el adulto que lo cuenta, o que lee con él.
¿Cómo se forman niños lectores?
Para formar niños lectores es necesario familiarizarlos tempranamente con los libros como una forma de entretención o diversión. Tiene que haber libros y revistas en la casa, así como hay televisores, computadores y juguetes; los adultos con los que vive el niño tienen que ser lectores, de manera que los niños se rodeen de libros y de gente leyendo, para que sepan que la lectura es una actividad que ellos también pueden hacer; hay que poner la lectura al lado del juego, de ver una película, de salir a pasear, como un hábito cotidiano. Es importante vigilar la calidad de las lecturas, en el sentido de procurar que los libros que vamos a poner a disposición de los niños tengan, por ejemplo, bellas ilustraciones, un buen uso del lenguaje, juegos de palabras, rimas, poesías, o buenas historias, bien construidas e interesantes.
“La universidad progresista y actual en la que yo creo, está viva y entiende el camino que debe seguir para superar la desigualdad y la inequidad”.
“Existe buena y mala literatura para niños, como la excesivamente didáctica, donde la enseñanza es explícita, porque la gracia de la literatura es todo lo que queda implícito”.
“Tiene que haber libros y revistas en la casa, así como hay televisores, computadores y juguetes”.