Inspirados en los puentes mecano de mediados del siglo pasado, PAR Arquitectos proyectaron una especial casa en un condominio de Cachagua. Materiales nobles, minimalismo, el uso inteligente de los espacios y el aprovechamiento de luz natural fueron parte de las estrategias.
Por María Inés Manzo C. / Fotografía Felipe Cantillana y gentileza PAR Arquitectos
Menos es más, y eso lo tienen muy claro los socios Álvaro Cortés y Tomás Pardo de PAR Arquitectos, quienes trabajan hace más de nueve años en el desarrollo de viviendas (condominios, edificios y casas particulares, principalmente). “Nos interesa que los proyectos tengan una expresión arquitectónica importante y traten de ‘hablar por sí solos’. Y esa búsqueda siempre va de la mano con el cliente o mandante, porque queremos que se sienta parte de todo el proceso”, señalan.
Así, el 2019 se concretó Casa 165, una preciosa segunda vivienda ubicada en un condominio de Cachagua en la comuna de Zapallar, que hoy habita una familia de Santiago. En un comienzo la casa fue concebida como un negocio inmobiliario, que tenía que responder a un abanico de posibilidades para acoger a distintos tipos de familias, pero que fue adaptada a su comprador final.
Muy luminosa, gracias a los grandes ventanales que recorren toda la casa, y con un sello minimalista-moderno, uno de los requerimientos es que fuera un proyecto inteligente en los espacios (bien conectados), pero inspirado en la calidez y fluidez de una casa de playa.
“Arquitectónicamente, generamos una especie de puente mecano en el piso superior y con las vigas de madera expuestas, que se aprecian muy bien desde su vista norte. Este esqueleto va posado sobre los vidrios y muros de hormigón. Además, trabajamos los encuentros y ensambles lo más ocultos posibles, por medio de un sistema de hilos, tuercas y conectores del tipo bulldog, junto a pletinas insertas dentro de calados hechos a las piezas estructurales. Es decir, estos conectores quedaron escondidos en la madera y las uniones de las piezas quedaron más limpias”.
“Casa 165 tiene un compromiso estructural no menor con diagonales muy importantes que se fueron trabajando con el calculista. Era fundamental que fuera un proyecto agradable a la vista, donde el resultado final permite seguir en la línea del minimalismo sin añadir mucho mobiliario o componentes extra”.
MATERIALES NOBLES
El programa se organizó en 318 m2, distribuidos en un primer nivel con los recintos públicos dispuestos en una nave central donde se encuentra la cocina, el comedor, el living y la terraza atravesada por una doble altura abalconada; y un segundo piso privado con todas las piezas y sala de estar.
“Debido al clima salino se hizo una búsqueda de los materiales más idóneos, por eso todo el esqueleto que envuelve el segundo piso es madera laminada de pino. Dejamos fuera todo tipo de acero expuesto a una posible corrosión, escogimos materiales nobles y trabajamos con mano de obra de la zona. Usamos piedra cachagüina de las canteras de Catapilco. El revestimiento es de madera de pino bruta teñida de color negro, los cielos de pino tratados al albayalde y el piso de mármol travertino. En general, buscamos tonalidades que combinaran bien entre sí, con materialidad a la vista, encuentros de las vigas y mucha transparencia a través de las ventanas (que se ve como un cubo vidriado en el primer piso)”.
En cuanto al diseño, fueron ellos mismos quienes idearon los muebles de la casa. “Nos encanta generar muebles en obra, es decir, aquellos que se hacen en la misma construcción y pasan a ser parte de la propuesta arquitectónica. Con ello el estilo de la casa o su forma de habitarla se mantiene en el tiempo. Incluimos un mueble largo, empotrado a la pared en la zona del living y donde está instalada la chimenea. Así como también la gran isla de la cocina y el mobiliario que hay atrás”.
Todos los elementos se conectan entre sí, como la escalera principal que se encuentra inserta en la cocina. “Esta no es una escalera clásica, sino que son peldaños de madera suspendida empotrados en un muro de hormigón que van colgando a través de barras metálicas. Eso le da una sensación de liviandad y combina muy bien con las paredes”.
APROVECHAR EL EXTERIOR
Ubicada en un sitio con una pronunciada pendiente y en una meseta central existente, el desafío fue el acceso a la casa que se solucionó con una rampa en la parte baja del terreno. “Debíamos construir una plataforma para que el corte del terreno no fuera tan radical, así generamos una pirca baja que va acompañando todo el recorrido hacia la casa”.
El cliente fue quien desarrolló el paisajismo, con la asesoría de Paula del Sante, sin muchos árboles y con especies locales bajas que requieren poca agua. En cuanto a la piscina se desarrolló una zona de deck, en una segunda etapa del proyecto. “Este espacio está en paralelo a la casa y la piscina queda de alguna manera ‘descolgada’ hacia la pendiente del terreno. Esta área, el quincho techado y el jardín en general son lugares muy agradables y limpios para poder disfrutar de actividades sociales o simplemente descansar”.