El arte, el diseño y la hotelería se reúnen en una propuesta todavía inusual para nuestro país; en un barrio consolidado, donde prima lo conservador, una apuesta arriesgada y encantadora promete marcar tendencia.
Por Carolina Vodanovic G./ fotos Andrea Barceló A.
En plena Av. Italia, esquina Marín, frente al emblemático liceo Carmela Carvajal de Prat, se emplaza un hotel-galería-boutique que pretende ser el punto de unión entre el tradicional barrio de anticuarios que todos conocemos y la nueva puerta de Providencia, pronta a estrenarse, donde antes funcionaba la sombrerería Girardi y dentro de poco, Factoría Italia.
Maison Italia 1029 nació hace poco más de doce meses como un ensamble de vida cultural y hotelería y sus dueñas, las hermanas Camila y Marión de Prada, dieron luz verde al proyecto después de recorrer el mundo y constatar que hoy la tendencia nos habla de espacios multifuncionales.
“Armamos el proyecto y de a poco fue saliendo el tema del hotel y las tiendas; en un principio quisimos hacer un club de miembros pero nos dimos cuenta que Santiago no estaba preparado para esto… Siempre nos ha costado la definición, somos una pequeña agrupación de aristas de diseño, un espacio multidisciplinario donde el arte agarra cada día más fuerza y en una nuestra galería logramos hacer ese intercambio entre locales y extranjeros”, cuenta Camila de Prada.
En un primer piso conviven tiendas, galería y el lobby del hotel por donde se accede a las habitaciones dispuestas en la segunda planta y a un rooftop bar abierto a todo público a partir de las 18.00 hrs.
La galería que recibe muestras itinerantes y que hoy alberga la exposición Retrospectiva I 2018 de Patricia Pérez-Raudez, ha servido de antesala para lanzamientos y Arte al Límite se ha hecho parte con muestras de chilenos y extranjeros. Con capacidad máxima para 100 personas, que circulan entre el primer piso y el bar superior, distintas manifestaciones de arte se han hecho presente, desde un taller de colorimetría, hasta las obras de Sergio Garrido expuestas en todo el recinto.
Las tiendas también cumplen su función, no son al azar. Si bien los espacios se arriendan, se hace una curatoría, pues importa la nobleza del producto. “La idea es rescatar el artículo local, el diseño noble, tener algo que contar tras la compra. Hoy está instalada la orfebre Soledad Pinto, con su primera tienda en Santiago, la radio Redbull que ofrece programas de música y entrevistas, y la tienda del hotel que exhibe el trabajo de más de veinte artesanos chilenos. Este primer piso está abierto para que los transeúntes puedan pasear.”
ARQUITECTURA E INTERIORISMO
En 1961, en el paseo que comunica las esquinas de Italia y Marín, el arquitecto Horacio Werth, construyó una de las pocas casonas de estilo republicano del vecindario. En poco más de trescientos metros cuadrados de terreno, levantó una edificación cuya fachada continua, de cinco metros de altura, recorría los frentes de ambas calles, y en su interior tabiques y muros, compuestos por listones de pino oregón, eran revestidos con adobe y paja.
“Rescatar la forma constructiva fue sin duda un aliciente para nuestros arquitectos. Se dejó la fachada antigua, de estilo republicano, se botó todo adentro y se reconstruyó en base a las mismas divisiones, reutilizando las maderas de la casa y manteniendo la estructura, claro que acomodándola a nuestro programa”, cuenta Camila.
Fue la diseñadora quien estuvo a cargo de vestir cada uno de los espacios. En los cuatrocientos metros cuadrados que contemplaba la nueva edificación, dio vida a una propuesta donde destaca el hormigón en visto, cielos con palillaje de madera, puertas representativas del barrio Italia, ventiladores descubiertos, lámparas y mesones de cobre fabricados por Q/Studio, además de tapicería de cuero, arpilleras y alfombras. El arte presente por medio de las fotografías de Patricio Rammsy y las obras de Christian -Mono- Lira.
En el segundo piso se encuentran las cinco habitaciones dobles del hotel señaladas con grandes números en el suelo. En espacios reducidos, pero muy bien logrados, prima lo nacional y se roban la película los respaldos de lino y yute, las lámparas de fierro de onda industrial, además de pequeñas terrazas donde, producto del emplazamiento, solo los cactus se adaptan. Los baños son sencillos y la iluminación a cargo de Contraluz; muros y pisos con porcelanatos de Atika, además de amenities de la marca orgánica Osmè. El frigobar ha sido especialmente cuidado: semillas, chips y agua de coco, entre otros, todo artesanal, todo saludable.
Subimos los últimos escalones y llegamos a un espacio abierto, con la cocina integrada, donde de mañana funciona el desayunador para los huéspedes del hotel, y en la tarde, el restaurante-bar con una propuesta variada de tapas al plato que cualquiera puede disfrutar. Aquí priman las maderas a la vista, sin tratamiento, que fueron restauradas de la casa; cueros naturales, fierros, ladrillo visto y lámparas de la onda industrial, además de láminas de cobre en el bar y mucho verde. Se trata de un diseño sin duda minimalista pero donde cada objeto tiene su peso.
Cae la noche y el broche estrella viene dado por la bartender María José Oliva; ella desarrolló coctelería de autor con once tragos inspirados en los distintos lugares emblemáticos del barrio, la idea es incentivar a que el turista conozca de nuestra raíces y se encante.