“Se pensó, se hizo”, pareciera ser el lema de la ingeniera comercial Bárbara Enríquez, hoy con su empresa online de muebles traídos de Bali, Indonesia; y los relojes REWE, de madera reciclada de bambú, sándalo y ébano, que logran que se plante un árbol por cada venta. Una diseñadora de ideas que lleva a la práctica, luego de un proceso de cambio donde logró encontrar el camino hacia su plena realización.
Por Soledad Posada M. / Fotografías Sonja San Martín D.
Después de quince años trabajando en la banca en Santiago, Bárbara Enríquez dejó atrás el ambiente urbano de la capital y volvió a sus orígenes de playa, sol y vida de provincia. Un cambio que llegó justo en un viaje a la isla de Bali en Indonesia, donde decidió que ya tenía las herramientas para emprender su propio negocio. “Hace unos diez años, un amigo me dijo: enfócate en hacer lo que amas, sé fiel contigo misma y no te aplaces por la sociedad, que los reales amigos te apoyarán y seguirán”.
Así, empezó a ir cada vez más a la playa todos los fines de semana, “salía los viernes corriendo a tomar mi auto y partía a Pichilemu a surfear. Poco a poco, mi forma de ser y hasta la vestimenta ‘corporativa de banco’ empezó a desencajar conmigo. Me dejaron de interesar las cosas banales y comencé a desprenderme de lo que ‘debía ser’, para llegar a lo que simplemente soy. Y después de unos años completamente encontrada conmigo misma, sumado al apoyo de una de las personas más importantes de mi vida, creé Muebles Bali. Dejé el trabajo en el banco, para volver a Concepción y trabajar desde acá con mi tienda online que vende a todo Chile. Así que trabajo desde mi PC, celular, la bodega, la playa en Pichilemu y cuatro meses al año en Indonesia buscando arte, cultura y magia, traducida en objetos decorativos, para traer a Chile y convertir a Muebles Bali en única”.
Todo comenzó la primera vez que Bárbara fue a Indonesia, donde quedó tan maravillada con los productos locales, que decidió traerlos a Chile. Con la ayuda de un chofer, muy servicial y amistoso, conoció a varios proveedores de muebles y decoración de las zonas más conocidas. “Durante un año seguimos teniendo contacto y cuando volví, la segunda vez, me llevó a lugares más rebuscados donde estaban las familias que fabricaban estos productos”. Luego de recorrer durante semanas, optó por cuatro familias humildes y artesanas, en cuatro localidades distintas, quienes ahora la proveen de esculturas, decoraciones en madera, artefactos de piedra y tallados en madera. Además, cuenta con cinco proveedores más de diversos objetos.
¿Cómo fue tu infancia?
Tengo marcada mi infancia antes de los seis años. Recuerdos muy lindos. Vivíamos en Quito. Recuerdo a mis papás con sus grupos de amigos, íbamos a la playa los fines de semana. Me impresionaba el sonido del mar, el olor de la playa y su fuerza. De muy pequeña sentí una conexión especial con el mar. Después, volvimos a Chile, la adaptación fue un poco difícil, pero éramos una familia muy unida, llena de muchos primos, navidades en Talca y veranos en el campo. Siempre estuve rodeada de amigas, en la niñez, en la adolescencia, las que en mi vida han sido un tremendo apoyo y un empuje.
¿Y tus papás?
Mis papás fueron de otro planeta. Mi mamá, que tristemente ya no está con nosotros desde hace seis años, fue una mujer muy fuerte, a prueba de todo. Siempre perfectamente arreglada desde las seis de la mañana, uñas perfectas y olor delicioso, lograba tener todo listo, hasta comida hecha antes de irnos al colegio. Extremadamente estricta con nosotros, y sobre todo con ella, no se permitía errar con nada. Ella me enseñó que una mujer puede llegar muy lejos por sí sola y no temerle a nada. Mi papá es el mejor hombre que he conocido en mi vida. Confidente, apañador, luchador. Nunca lo escuché o lo vi echarse a morir.
BALI
¿Cómo es tu relación con los mueblistas de Bali?
Tengo proveedores muy especiales e importantes para mí, que son los que hacen todos los tallados que marcan la diferencia de nuestros productos. Tallados en paneles, bancas, cuadros, tótems, etc. Los conocí porque vendían sus productos tallados por ellos mismos y su familia; como son piezas únicas, fabrican cantidades muy pequeñas y esperan que llegue alguien que justo quiera comprar su producto, pero no tienen los recursos para fabricar una mayor cantidad y venderles a importadores de otros países.
Y seguiste viéndolos
Fui varias veces a juntarme con ellos; su cultura y forma de ser es increíble. Es imposible no enamorarse de su actitud de amor y simplicidad a la vida, su sonrisa y amabilidad constante. Creen en el karma, así que son bondadosos, únicos en el planeta. Después conocí sus casas, familia, y además de enamorarme de su trabajo, empecé a madurar la idea de financiarles sus trabajos, y que tuvieran el tiempo necesario para poder fabricar el volumen de productos que necesitaban, así ellos podrían vender competitivamente y cumplir la demanda de una importadora. La primera vez que trabajamos así, yo consideré que no era algo tan importante, pero cuando llegué a Indonesia para recibir los productos y dirigir la exportación a Chile, me mostraron tanto cariño y gestos de agradecimiento, que quedé conmovida.
¿Cómo fue eso?
Tengo la imagen congelada en mi cabeza. Dos días antes de volver a Chile, decidí repentinamente tomar una moto e ir a verlos donde venden sus tallados. Cuando llegué, estaba la mujer de Gabriel con su bebé, emocionada y agradecida. Para ellos era una gran ayuda para salir adelante. Me dijo que su marido había despertado en la mañana diciendo: «presiento que Bárbara va a venir hoy a despedirse de nosotros. Sé que va a venir”. ¡Quedé helada!, cómo algo así podía significar tanto para ellos. No lo podía creer. Normalmente, hay extranjeros o gente adinerada en Bali que tiene el know how del negocio, así que es muy difícil que una familia humilde pueda surgir. Cuando me subí a la moto para volver guardé esa imagen: Gabriel y su mujer con la bebé en brazos despidiéndose de mí con sus manos, una sonrisa gigante y ojos esperanzadores. Desde ese momento fue imposible no crear un lazo fuerte con ellos. Nos hablamos constantemente, y cada seis meses hago mis pedidos para que ellos tengan tiempo de fabricarlos.
MADERA
¿Cómo se te ocurrió la idea de los relojes REWE?
Esto fue hace unos cuatro años atrás, cuando se iniciaba el tema de los lentes de sol de madera, los que me llamaban mucho la atención y me gustaban mucho, y empezó a darme vuelta en la cabeza qué otras cosas atractivas se podrían fabricar con madera. Empecé a investigar hasta que me encontré con la idea de un reloj de madera, liviano, hipoalergénico y muy cómodo, ideal para las personas que disfrutan el aire libre y la naturaleza. Ideé unos prototipos con ayuda de un diseñador gráfico y me encantaron. Así que me tiré a la piscina. En ese entonces trabajaba en el banco en Santiago y en mi tiempo libre me dedicaba a darlos a conocer en bazares importantes, como Bazar ED y Expo Cachagua. Luego, vino la distribución en hoteles boutique a nivel nacional, como Noi Patagonia, Atacama, Rapanui, Puma Lodge, Alaia Punta de Lobos, El Natural en Pichilemu, Puertezion en Puertecillo, Roca Cuadrada en Matanzas, Fibra Santiago y varios más.
Has logrado conjugar todo lo que te gusta en tu vida…
Sí, costó, fue un camino largo. Siempre cuesta, da susto. Hay que pasar por mucho, caer y rescatar siempre lo bueno, reinventarte y ser fiel a lo que amas. Así es la vida, lo importante no es cuántas veces caes, sino cuántas veces te levantas y con más fuerza, porque eso es compensado con creces.
¿Qué te falta por hacer?
Uno siempre quiere más, y si no tuviera un sueño por el que luchar… sería muy fome. Quiero consolidar Muebles Bali, consolidar la venta directa a los consumidores a través de nuestra tienda online y el enfoque de ventas, asesoría y alianzas con empresas, hoteles y tiendas a nivel nacional. En el largo plazo, poder ampliar Muebles Bali a algunos países cercanos donde tengo interesados. Por el momento, este año nos enfocaremos a fortalecer la tienda online, la línea de productos que será vendido por el retail y proyectos específicos a hoteles, tiendas y otros.