Angeles Correa: Belleza rústica

artista

Por estos días está exponiendo Wabi Sabi en galería La Sala, su última propuesta que da vida a pinturas y esculturas en diversos formatos y materiales. En ella convive la madera reciclada de botes chilotes, con el esmalte, el fierro y la cerámica gres.

Por Macarena Ríos R./ Fotografías gentileza entrevistada.

Dos meses. Ese fue el tiempo que tuvo para preparar Wabi Sabi. Un verdadero desafío para la artista. “Tenía muy claro lo que quería lograr, trabajé doce horas diarias sin parar, a veces pasaba la noche en vela”, comenta. “Al usar el reciclaje y llevarlo a mi obra, todo fue fluyendo y avanzando en un acto de catarsis total. Me levantaba al alba a recorrer las playas buscando botes abandonados por años; fueron momentos muy mágicos y potentes donde cada madera gritaba su vida y me decía donde tenía que estar”.

En la muestra podemos ver una serie de perfiles de mujeres y un bosque armado a partir de árboles hechos con maderas recogidas de innumerables playas de la Isla de Chiloé, “un homenaje a ese pueblo único, donde el mar es y ha sido por años parte importante de su cultura, llena de mitologías y leyendas”.

¿Cuál es el mensaje que quieres entregar con Wabi Sabi?
Wabi Sabi es un concepto que habla de la particular manera japonesa de ver el mundo y de entender la imperfección como belleza. Es un concepto que celebra los estragos del tiempo. La estética Wabi Sabi nos abre los ojos a la vida cotidiana, y nos regala un método para apropiarnos de lo que es común de una manera poco común.

¿El reciclaje forma parte de este concepto?
El arte del reciclaje, de recoger y dar vida a lo olvidado, de acoger los efectos de la naturaleza y permitir que su historia sea visible en la pieza crea un valor único.

Wabi Sabi nos transmite pureza, serenidad y melancolía, simpleza, asimetría, austeridad, profundidad, desapego y, por sobre todo, nos incita a vernos a nosotros mismos de un modo distinto, y nos dice que no somos perfectos”.

TRABAJO HONESTO

Ángeles estudió Arte en la Universidad Católica, al alero de grandes como Gonzalo Cienfuegos, Gracia Barrios, Patricia Israel, Samy Benmayor, Bororo. “De cada uno obtuve un tremendo aprendizaje”.

De su primera exposición guarda buenos recuerdos, así como de todas las que le siguieron. “Cada exposición es única y especial y forma parte de tu evolución como artista. Cada una conlleva un largo trabajo de crecimiento y reflexión, cada una habla de procesos a través de los cuales finalmente llegas al resultado que quieres mostrar”.

Admiradora de Gerhard Richter y Jaume Plensa, dice que no existe una mejor hora para crear, que la inspira el ser humano y que le acomoda el gran formato.

“Los artistas creamos un juego de emociones e imaginación, aprendemos a ver con los ojos del alma. Establecemos un diálogo entre nuestra obra y el público, creamos mensajes, expresamos nuestras emociones e ideas, nuestras sensaciones, nuestras percepciones acerca del mundo y del entorno en que vivimos, nos comunicamos”.

¿Gres, pintura, escultura o todas las anteriores?
Claramente las tres, además de grabado y fotografía. En cada disciplina me expreso de una manera diferente, en cada una entro en un juego de emociones que manifiestan mi yo interno y cómo actúa con el entorno.

¿Cómo viviste el 2020?
La pandemia y encierro nos enseñaron a valorar muchas cosas, a entender que no podemos controlar y manejar todo y que solo depende con qué actitud enfrentamos todo eso. En lo personal no fue un año perdido. Yo elegí conectar desde lo positivo, desde el aprendizaje, desde el trabajo arduo, elegí aceptar y reinventarme.

¿Qué es para ti ser artista?
Ser artista es crear constantemente, es trabajar con honestidad.

¿Cuándo supiste que querías serlo?
Desde siempre. Nunca me planteé otra cosa para mí.