Con estas imágenes, Andrés Puiggros busca compartir la riqueza de la región, sus peculiaridades, la inmensidad del paisaje, sus rincones ocultos, sus aves majestuosas. Como él dice, los “momentos de luz, momentos de vida” de esta alucinante y poco conocida región de Arica y Parinacota.
Texto y fotografías Andrés Puiggros
“Mi primer acercamiento con la fotografía fue en la universidad (1992), con una Minolta X700 análoga, que tuve un buen tiempo. Pero no fue hasta el 2013 que retomé mi equipo y mis libros incentivado por mi hermano menor y de ahí no paré más. En ese tiempo llevaba viviendo seis años en Arica.
Partí dedicándome a las aves, como complemento a mi afición por la observación de aves, pero a medida que fui recorriendo la región, me gustaron cada vez más los paisajes, que hoy son mis favoritos.
Arica es reconocida por sus playas, por su patrimonio cultural y sus reservas naturales: Parque Nacional Lauca, Reserva Natural Las Vicuñas, Monumento Natural Salar de Surire, Quebrada Cardones y el Humedal de Lluta. Siempre recomiendo tomarse por lo menos un día en la ciudad de Arica para conocer la particularidad de ella y sentir la vivencia de una ciudad fronteriza con la influencia del mundo aimara.
Como fotógrafo de naturaleza y birdwatcher, he dedicado mucho tiempo a buscar lugares nuevos, poco conocidos. Me he llevado muchas sorpresas, que voy compartiendo a través de mi trabajo fotográfico y registros de observación de aves.
Hay lugares mágicos, he conocido lugares y personas increíbles, que la mayoría de los ariqueños no conoce. En el altiplano ariqueño hay un tesoro escondido para los amantes de la naturaleza. No es escénicamente exuberante como el sur tal vez, pero les aseguro que es de una riqueza escénica energética y de una biodiversidad inigualables.
La primera vez que llegué a Putre y paré en su mirador me sentí conmovido por la escena: el volcán Tarapacá nevado hasta abajo y los alfalfales, de color verde intenso, contrastaban con el desierto más seco del mundo que había dejado atrás hacía algunos minutos.
El pasar del nivel de mar en Arica a más de 4.500 msnm en el Lago Chungará, es una experiencia única, en la que se pasa por diversos pisos ecológicos, cada uno totalmente distinto al otro y con una biodiversidad única. Definitivamente una naturaleza distinta, cautivante y de una energía y mística que sorprende.
MOMENTOS DE LUZ, MOMENTOS DE VIDA
Con estas imágenes busco compartir la riqueza de la región, sus particularidades, sus escenarios de gran inmensidad, sus rincones ocultos, sus aves maravillosas… como dice mi página web, busco poder compartir “Momentos de Luz, Momentos de Vida” de esta maravillosa y poco conocida región de Arica y Parinacota.
Me voy a colgar de unas palabras que le escuché a uno de mis fotógrafos referentes, Nick Page. “Unos meditan, otros hacen yoga, algunos salen a hacer deportes, yo salgo a fotografiar”. La fotografía es el medio con el que me conecto conmigo, es lo que llamo en inglés “me time”, tiempo para mí. Me conecto con la naturaleza, con el momento. Es maravilloso.
Si a todo esto le agregamos que me permite compartir lo vivido de alguna forma con la gente, mejor aún. Hace un tiempo el ser fotógrafo se relacionaba solo con las personas que tomaban fotos con equipos profesionales, que se dedicaban a ello; hoy la fotografía está en cada cosa que hacemos. Las redes sociales y los celulares han masificado las comunicaciones, las que generalmente se basan en fotografías.
Desde hace poco soy embajador para Chile de Nature First Photography, una nueva agrupación de fotógrafos a nivel internacional que busca difundir que se practique una fotografía de naturaleza responsable para así proteger de mejor forma nuestros lugares silvestres.
Detrás de cada fotografía hay una historia que contar. Son tantas y tan diferentes. Si tuviera que elegir una sería Un sueño llamado Chungará. Un día caminaba por la orilla del lago con mi señora y otra pareja. Estaba totalmente nublado y no se veía ninguna montaña. No había nada de viento, por lo que la esperanza de que abriera era casi nula. A pesar de ello, en un momento entró un poco de luz y, tal como en un sueño, las nubes frente al volcán se desvanecieron por apenas un par de minutos. Me apuré en armar el trípode y configurar bien la cámara; enterrándome en el barro alcancé a hacer un par de clics. Luego, todo se volvió gris nuevamente. Nos miramos entre todos con esa mirada de “¿qué acaba de pasar?”, revisé las tomas en la cámara y respiré profundamente. Estos son los momentos de luz, momentos de vida, que me apasiona capturar”.