En mi época

Por Marcelo Contreras

En las redes sociales abundan los grupos, hashtags y discusiones sobre qué década tuvo la mejor música. La única coincidencia es que, en algún punto del pasado, hubo artistas, canciones y géneros de mayor calidad y gusto, en tanto el juicio depende del segmento generacional al que se pertenece, con cada grupo etario creyendo, con absoluta seguridad, que la música de su juventud se distingue y supera a las demás. Sin embargo, hay una sola camada mucho más dispuesta a explorar las músicas y estilos de otras eras. La Generación Z, aquellos nacidos en el cambio de milenio que crecieron con internet (del mismo modo que los boomers con la radio y la Generación X con la televisión), son menos prejuiciados.

Una encuesta a diecisiete mil estadounidenses con datos de junio de 2021, estableció que para los boomers la mejor década musical fueron los años setenta; la Gen X señala los ochenta, y los millenials eligen los noventa. En cambio, los posmillenials —la Gen Z— reparten sus preferencias. Un 14% de ese segmento disfruta la música de los ochenta, y un 12% la de los noventa. Incluso periodos pretéritos, como los años cincuenta, acaparan un 2%, y los setenta, un 5%.

La heterogeneidad de sus gustos se basa en el hecho de haber contado desde la cuna con una gigantesca base musical, que se viene configurando desde la irrupción de Napster en 1999, derivada en una variedad de aplicaciones con acceso instantáneo a una discografía monumental, una situación absolutamente inédita en la historia de la cultura pop.

Por otro lado, según un estudio del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Montreal, nuestros gustos musicales se anclan en la primera adultez, entre los dieciocho y veinticuatro años. No implica que no se siga escuchando en lo absoluto música nueva —quienes tienen hijos se conectan con nuevas expresiones, lo quieran o no—, pero la etapa formativa y el paladar se moldean cuando la energía reboza. La música y sus ídolos son la banda sonora de una etapa donde las responsabilidades son escasas, mientras canciones y melodías copan el paisaje cuando la vida aún es ligera y sin complicaciones.