Felipe Riesco: Trazos realistas

Por estos días, la galería capitalina La Sala está presentando Vicios, la última apuesta de este joven pintor, que juega con luces, sombras y texturas e integra a la perfección la cultura del pop art con los conceptos de la academia clásica. Aunque se desmarque del hiperrealismo, sus obras son tremendamente vívidas, expresivas y llenas de color. “Para mí ser artista es un lujo, un privilegio, me encanta. El arte alimenta el espíritu de las personas”.

Por Macarena Ríos R./ Fotografías gentileza entrevistado

“Mi vida siempre ha estado relacionada con el arte y la pintura. Vengo de una familia de artistas: mi bisabuelo materno era pintor y crecí en el taller de mi mamá, entre medio de cuadros, telas de colores, libros y bocetos. Las exposiciones fueron alimentando ese amor por el arte. Me llamaba mucho la atención la estética de las películas, la música. En el colegio dibujaba y vendía retratos de músicos famosos”.

Así resume Felipe sus primeros pasos en el mundo artístico. Cuando todavía era escolar, cambió el preuniversitario por una academia de arte, una decisión que lo llevaría a enamorarse de la pintura y no soltarla nunca más. “En esa época solo dibujaba, no me atrevía a pintar, pensaba que no era para mí, pero me di cuenta de que era bueno”.

Comenta que, en este despertar, su madre jugó un rol fundamental. “Me apoyó desde un principio, porque estudiar arte en Chile no es fácil. Ella es diseñadora de la vieja escuela y desde chico me inculcó el amor por el arte, me llevaba a exposiciones. Era muy crítica de mis trabajos y eso me ayudó a avanzar”.

Su primera exposición se llamó Óleo a los 19. Con lo que ganó se fue a estudiar a Florencia durante tres años, primero en la Russian Academy of Art y luego en Florence Academy of Art. “Aprendí a tener ojo crítico, a mirar de otra manera, a entender las formas mediante la abstracción, a manejar la luz y la sombra. Aprendí el dibujo a mancha tonal, figura humana, anatomía, composición, pintura, carboncillo. Allá todo era arte. Un verdadero lujo”.

¿Qué ha sido lo más desafiante?
Todo. Cuando eres artista todo es un desafío.

Amante de la paleta impresionista y de la figura humana, le gusta mucho trabajar con óleo. “Como material es lo más parecido a la piel humana, da con los tonos y matices que busco”.

¿Qué te inspira?
Todo, los colores, la música, la arquitectura, cuando salgo a andar en bicicleta. Me inspiran artistas de diferentes corrientes, me gusta mucho el arte abstracto y el informalismo.

¿Tienes referentes?
Muchos y de estilos muy diversos. Me encantan los colores y composiciones de Claudio Bravo, los impresionistas franceses (Toulouse Lautrec, Manet, Cézanne), Da Vinci, Balmes, Tapies, Rothko y Pollock, que aunque tienen estilos muy distintos a los míos me inspiran profundamente, igual que el artista contemporáneo Damien Hirst.

“Cuando estudias arte nadie te enseña a vender, a conseguir auspicios y entrevistas. Nadie te enseña a hablar con clientes, a manejarte con galerías. Ser pintor no es solo pintar, hay muchas dimensiones detrás”.

Hace una pausa. “Lo más difícil de todo es encontrar tu propio estilo, cuando te reconoces en un cuadro, y eso me pasó en Cromática, mi exposición anterior. La pintura siempre ha sido mi forma de expresión. No la tuve que buscar ni forzar, la tuve que estudiar y entender”.

¿Qué simboliza tu taller para ti?
Un espacio único y personal que me permite concentrarme y estar en sintonía con el cuadro.

¿Por qué el hiperrealismo?
No me considero hiperrealista, mi forma de pintar es mucho más gestual, trabajo mediante veladuras, una técnica de pintura que implica aplicar capas transparentes sobre una capa de pintura ya seca para modificar el color, el tono o la luminosidad de una superficie, lo ocupaba mucho Leonardo Da Vinci.

¿Cuál es el mensaje que quieres entregar con esta exposición?
Es una crítica a la sociedad de consumo. Se llama Vicios porque consumimos cosas que sabemos que nos hacen mal. Partí esta muestra con las latas de la Coca Cola haciendo un símil a las sopas Campbell de Andy Warhol.