Creo que en Chile falta una política de adquisición de arte. Podría existir un incentivo tributario que ayude al mercado del arte y que no lo penalice, que permita al coleccionista incrementar su colección, porque así se construye la riqueza patrimonial de un país.
Hace poco fui al Palacio de La Moneda y pude observar y disfrutar de la colección de arte que existe. El cuadro de Roberto Matta, Espejo de Cronos (1981) —perteneciente a la colección del BancoEstado—, es un buen ejemplo de la labor de los coleccionistas ya que ellos ayudan a potenciar y a difundir el arte.
Está expuesto en el salón azul de la Moneda, junto a dos de los cuadros más significativos del Palacio: los retratos de Bernardo O’Higgins y Andrés Bello. El primero, pintado por José Gil de Castro (1785–1841), precursor de la pintura chilena; el segundo, es una copia del original que se encuentra en la Universidad de Chile, del pintor Monvoisin.
Roberto Matta Echaurren (1911-2002). Uno de los nombres más conocidos del arte pictórico chileno del siglo XX. Estudia arquitectura en la Universidad Católica, luego viaja a París, donde trabaja con Le Corbusier (1934), pero abandona la arquitectura para dedicarse en exclusiva al arte pictórico. En 1937, conoce a André Breton, a través de Federico García Lorca y Salvador Dalí. Así abraza la estética surrealista.
Reconocido como el introductor del surrealismo no sólo en la plástica chilena, sino también en la de Estados Unidos, en 1939 viaja a Nueva York, donde vive por nueve años y realiza su primera exposición individual.
Tras ser expulsado del grupo surrealista y excluido de la Escuela de Nueva York, se traslada a Roma. En 1950 realiza la serie sobre América, Amaneceres, con obras como Nacimiento de América (Museo de Arte Contemporáneo), en la que refleja esa honda inquietud americanista.
Autor de numerosas obras y murales, fue premiado en varias oportunidades a nivel mundial. Un genio en su época, que cuando se le informa, en 1990, que había obtenido el Premio Nacional de Arte y lo invitan al país a recibirlo, él contesta: “No, Chile está tan lejos y yo estoy viejo. ¿Por qué no les venden Chile a los japoneses y se compran un lugar más chico y cerca de aquí?”.