El compromiso de Valentina con este emprendimiento social va más allá de levantar fondos y sustentar proyectos que transformen los sueños en realidad. Su compromiso es trabajar por un mundo donde todos podamos ser agentes de cambio. Por ahí va el desafío. “Necesitaba un lugar con sentido social, un trabajo con propósito que me llenara el alma. Ashoka es una comunidad de agentes de cambio. Y eso es lo que me gusta de ella”.
Por Macarena Ríos R./ Fotografías Andrea Barceló
Cree profundamente en el trabajo colaborativo, en los liderazgos horizontales y en los llamados “equipos de equipos”. Sicóloga y columnista, admite que lo suyo fue hacerse cargo de lo que estaba pasando en la sociedad y ver de qué manera podía aportar para generar un cambio positivo y directo en la vida de las personas. “Me moviliza la justicia social”.
¿Por qué sicología?
Siempre supe que quería estudiar sicología, me parecía una carrera muy amigable. Me gusta todo el tema de las interrelaciones personales, de la motivación, de las decisiones.
Y ese fue justamente su primer trabajo en el área de recursos humanos de un banco: la gestión de talentos, cómo motivar y potenciar al máximo a las personas en sus puestos de trabajo. Después de un par de años se casó con Andrés Matetic, un compañero de colegio de toda la vida, y juntos hicieron un round world trip. Al volver, y con la llegada de los hijos —Olivia (7), Juan (5) y Manuel (tres meses) —, necesitó cierta flexibilidad laboral y creó una consultora haciendo asesorías de recursos humanos con una amiga que trabajaba con pymes.
¿Qué te motiva en la vida?
Parece súper cliché, pero me motiva la justicia social. La injusticia social me revuelve la guata, pero no me deja estancada, me moviliza. Una clínica prácticamente vacía en La Dehesa y un hospital rural me provocan lo mismo, me incomodan.
Fue a raíz de esas ansias de justicia social que Valentina entró a Ashoka. “Necesitaba un lugar con sentido social, un trabajo con propósito que me llenara el alma y que aportara desafíos. Pero nunca he sido buena con el asistencialismo, porque arranca el síntoma pero no el problema. Es un parche curita”.
EMPRENDEDORES SOCIALES
Ideada por Bill Drayton, Ashoka es una red mundial de emprendedores sociales. Durante sus viajes como consultor Mackenzie, se dio cuenta de que en países de alta vulnerabilidad como India, había gente transformando las realidades sociales, pero no desde el gobierno o las instituciones, sino desde el emprendimiento propio. Los llamó “emprendedores sociales” y los invitó a cambiar el mundo.
Actualmente hay tres mil quinientos emprendedores sociales en todo el orbe. Son los llamados fellows de Ashoka. En Chile son cincuenta y uno. “Nosotros tenemos fellows como el Cote Moller de Algramo que arrancan las raíces y logran ver cosas que nadie ve. Cuando tú escuchas al Jota Larenas de Sistema B, o a Gonzalo Muñoz de Triciclo, te das cuenta de que son un equipo olímpico de transformadores sociales”.
¿Cuál es el factor común entre ellos?
La empatía, son personas infinitamente empáticas, que saben ponerse en el lugar del otro, saben entender las emociones del otro y hacer algo al respecto.
Ese es el primer paradigma de Ashoka para llegar a ser agentes de cambio: que los niños se apropien de la empatía, que desde chicos entiendan las emociones de los demás. Para ello crearon una red llamada changemarker schools con colegios que incluyen la empatía dentro de su currículo, como el Nido de Águilas, el de la Mary Anne Müller en Pirque y el colegio Crece de Cerro Navia.
¿Visibilizaron otros paradigmas?
Nos dimos cuenta de que el ochenta por ciento de esos emprendedores sociales hicieron algo en su juventud que los hizo ponerse en la vereda de la solución y no del problema. Por ejemplo, trabajos sociales, creación de diarios murales, dirigencia estudiantil, etc. Una suerte de espiral que generó otros cambios con el tiempo. El tercer paradigma que vimos fue entender que las empresas tienen un rol social, que deben hacerse cargo como parte del mundo y aportar con un grano de arena a la sociedad.
OJO CON LOS JÓVENES
“En Chile estamos haciendo algo muy lindo que se llama R2515: un movimiento que aspira a visibilizar historias de jóvenes entre quince y veinticinco años que estén siendo agentes de cambio en sus comunidades. Llamamos a todas las organizaciones que están trabajando con jóvenes (Elige Educar, Enseña Chile, América Solidaria, Fútbol Más, entre muchas otras), para que ellos nominen a jóvenes que estén cambiando su entorno en forma positiva, como Andrea Henríquez de Volando en V. No tienes que ser emprendedor para ser agente de cambio, no a todo el mundo se le ocurren cosas. Puedes hacerlo desde tu trinchera, por ejemplo, ser profesor en la escuela Fútbol Más y desde ahí sacar a los niños de las drogas a través del deporte. Estás haciendo algo positivo, asumiendo el problema”.
¿Te sientes un agente de cambio?
Buena pregunta. Me siento una agente de cambio porque me enfrento a la vida desde el “hacer” y desde la solución. Soy muy de buscar cuál es el plan, cuál va a ser mi acción, desde la empatía, la colaboración, siento que soy una “hacedora” de cambios. A veces con más sentido social, otras con más sentido familiar o personal, pero me gustan los cambios, me gusta la vereda de las soluciones, me acomoda más.
En todo este tiempo, ¿qué ha sido lo más inspirador?
Una de las cosas más inspiradoras fue ser jurado en Balloon Latam, el emprendimiento social de Sebastián Salinas. Llevaba poco tiempo en Ashoka y al final del programa hacen una asamblea donde van todas las señoras y los jóvenes que participaron en él a contar su emprendimiento, su historia. Ver la capacidad de transformación social que hace Balloon fue inspirador.
¿Cómo así?
En esa asamblea se paró una señora en el escenario que nunca se había atrevido a hablar en público. Ella, que jamás había sacado la voz, se puso a vender su proyecto, a creerse el cuento. “Yo soy una emprendedora de la miel”, dijo. Y el marido, que antes la criticaba, ahora la aplaudía. Cambió la relación ahí. Cambió la manera de sentir, de ver, de ser. Fue un trabajo de empoderamiento y de confianza tremendo. Justo lo que dice Sebastián: “la innovación ocurre cuando se cambian las relaciones sociales”.
¿Qué se necesita para ser un agente de cambio?
Trabajar con empatía, trabajar en equipos y ejercer un liderazgo horizontal, integrar al otro, salir de la realidad de uno mismo.
¿Cómo ves a la juventud de hoy?
Los veo bien polarizados. Por una parte, están los que lo quieren todo y, por otra, los que no quieren nada. Yo creo que algunos están mucho más conectados con un propósito; como dice Nico Morales de Pegas con Sentido, “estoy aquí para algo más, quiero una pega por algo más”.
¿Y a los “ninis”?
A los “ninis” los veo completamente cómodos, sin un rol activo como transformadores sociales. El movimiento R2515 de jóvenes está pensado justamente para ellos, para motivarlos, mostrándoles historias y testimonios inspiradores de otros jóvenes que aportan, crean valor, hacen frente a los cambios para crear un mundo más justo. Nuestra métrica de impacto es que alguien se conecte con alguna de esas historias y diga ¿y por qué yo no? ¡Sí se puede!
¿Cuál es el mejor consejo que te han dado?
Cuando estaba partiendo en Ashoka, Marianne Müller me dijo que había que entender el liderazgo femenino ni mejor ni peor que el masculino, sino que distinto. Cuando estás en roles de liderazgo, la gente espera que lideres hablando fuerte, siendo “cabrona” y ese no es mi lenguaje, no me siento cómoda. Mi lenguaje es menos competitivo, más piola. Siento que la mujer en cargos de liderazgo en empresas grandes no puede equivocarse y desde esa inseguridad de validarse no puede decir: “¿sabes?, esto no lo sé”.
¿Tu mayor desafío?
Como mamá, me desafía hacer algo con una educación más distinta a la convencional, conectada con el rol de ser agentes de cambios desde chiquititos, que esté más abierta a la comunidad, que se conecten con la naturaleza de manera distinta, que se conecten con el éxito de manera distinta. (Se puede mejorar)
Y desde esa lógica, ¿cuáles crees que son las claves para emprender?
No he escuchado a ninguno que lo haya hecho a la primera, siempre hay fracasos. Si realmente quieres emprender, el miedo a la equivocación debe irse a la basura.
¿Sigue siendo el financiamiento la piedra de tope?
El tema financiero en los emprendimientos es muy heavy. Hay que sacarse el estigma de que porque es un emprendimiento social no puede tener una sustentabilidad financiera.
¿Que se viene ahora?
Se viene el movimiento de los jóvenes. Nos ganamos una licitación para salir en afiches del Metro. Con la INJUV estamos lanzando un concurso online para jóvenes sobre cómo ser un agente de cambio. La idea es buscar historias diferentes para seguir amplificando la red de emprendedores sociales en Chile, nuestros fellows. Conectarlos entre ellos y con sistemas públicos y privados.
¿Un agente de cambio que haya quedado en tu retina?
Arturo Soto. Él nació en una población antofagastina marcada por la droga y la delincuencia. Sin padre, vivía con la abuela en una casa abandonada. Pero algo le pasó en su historia personal que quiso salir adelante y desmarcarse de su destino. Lo único que tengo es el mar, se dijo, y es gratis, me tengo que transformar con él. Y terminó haciendo una escuela de bodyboard. Sin estudios universitarios, está logrando un cambio sistémico increíble en Antofagasta. Eso es lo que me gusta, estudiar esa historia, ver qué hay en ella para poder reproducir esas mismas condiciones en otros jóvenes que están perdidos y cómo despertarlos, más allá de hacer convenios. Si Arturo Soto lo pudo hacer, con toda la adversidad, ¿cómo yo no puedo? Dar justicia social a través de facilitar los componentes que hacen a una persona agente de cambio. Y ese es justamente el lema de Ashoka: everyone is a changemaker. Cómo construimos un mundo en el que todos seamos agentes de cambio.
“Nosotros tenemos fellows como el Cote Moller de Algramo que arrancan las raíces y logran ver cosas que nadie ve. Cuando tú escuchas al Jota Larenas de Sistema B, o a Gonzalo Muñoz de Triciclo, te das cuenta de que son un equipo olímpico de transformadores sociales”.
“No tienes que ser emprendedor para ser agente de cambio, no a todo el mundo se le ocurren cosas. Puedes hacerlo desde tu trinchera, por ejemplo, ser profesor en la escuela Fútbol Más y desde ahí sacar a los niños de las drogas a través del deporte. Estás haciendo algo positivo, te estás haciendo cargo del problema”.